El fin del constantinismo

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20 nov 2017 / 23:17 h - Actualizado: 20 nov 2017 / 23:18 h.
"Hispalíneas"

El emperador Constantino fue el primer militar que, tras salir vencedor de una guerra civil, metió al cristianismo en el berejenal del terreno político autonombrándose su protector, título que, cinco siglos más tarde, recuperaría Carlomagno haciéndose coronar emperador por el Papa y, luego, ostentarían los mandatarios del Sacro Imperio Romano-Germánico hasta el siglo XIX. El constantinismo, como si fuera la gripe, se le pegó a muchas monarquías, entre ellas a la española, y también a la propia administración religiosa que, aunque enferma, se sentía muy cómoda como aliada de un poder suministrador de fieles sin necesidad de enviar misioneros, convertidos frecuentemente en mártires.

El constantinismo naufragó en un Concilio Vaticano II trasformador del catolicismo aunque en muchas instancias de la Iglesia española no lograra pasar de la epidermis y de que a las hermandades aquello sólo sirviera para añadir al elenco de marchas procesionales el Blowin in the wind, de Bob Dylan. En cambio, las tesis con las que José A. Fernández Cabrero ha sido elegido Hermano Mayor de la hermandad de la Macarena tienen mucho que ver con aquel consistorio universal ideado por Juan XXIII; pueden significar un cambio sustancial en el devenir de nuestras cofradías pero también terminar con la historia interminable de la tumba del general Queipo de Llano dentro de la basílica. No sólo porque Queipo fuera un golpista (que lo fue) sino porque, en consonancia con lo que el Hermano Mayor ha basado su campaña, eso marcaría en el mundo cofrade el fin del constantinismo.