Desde este pasado fin de semana, Pilas cuenta con su propia galería contemporánea al aire libre. Distintas fachadas de la localidad han sido objeto de una revitalización en toda regla de la mano de jóvenes artistas andaluces atraídos por el proyecto cultural Tras la sombra de Murillo, iniciativa de los pileños Ángel Barrios y Rocío Monsalves que pretende conmemorar el IV centenario del nacimiento del pintor sevillano teniendo como percha su vinculación y, sobre todo, la de su esposa, Beatriz de Cabrera, con la localidad.
Así, una decena de pintores menores de 35 años y procedentes de Sevilla capital y provincia, pero también de Huelva y Cádiz, convivieron en Pilas durante el sábado y el domingo usando como lienzo fachadas en desuso que han sido cedidas tanto por el Ayuntamiento pileño como por algunos vecinos. En concreto, las paredes que tienen una nueva cara son la avenida Pío XII, la calle Bodegas, la calle Andalucía, la calle Pineda, la calle del Pilar y la calle Magallanes –fachada trasera del pabellón–. En ellas, según explica Barrios, han cobrado vida un autorretrato de Bartolomé Esteban Murillo, realizado por Verania Rodríguez y Antonio Lara; el San Jerónimo del pintor sevillano, al que ha dado forma Miguel Angelit; la Historia dentro de un marco, de Raftafran, Fran Martín, Che Ventura y Cristina Moreno; la Pirámide amarilla de Armando Rabadán –que fue confundida por un pequeño con una Virgen, según relató el propio autor–; el Niño espulgándose de José Luis Sánchez Morote, Ecuis; la Maternidad de Rocío Muñoz Valseca; y el mural paisajístico de las hermanas Mena Moscoso.
La iniciativa, como ya esperaban los organizadores a tenor de la acogida previa, ha contado con un éxito tremendo: «Todas han gustado muchísimo, muchos vecinos se han acercado a verlas e incluso nos han preguntado si haremos rutas para que todos puedan visitarlas», asegura Barrios.
La satisfacción para la organización ha sido aún mayor teniendo en cuenta que los vecinos se han volcado ayudando a los artistas. Porque el calor apretó fuerte durante las dos jornadas de pintura al aire libre, pero a los artistas no les faltaron «bebidas o paraguas» ofrecidas amablemente por los pileños como muestra de gratitud por engalanar las calles de su pueblo.