El Ministerio de Fomento se pondrá manos a la obra para acabar con el gran cuello de botella que, desde hace un cuarto de siglo, padece Sevilla. El puente del Centenario, que se quedó prácticamente pequeño desde su inauguración antes de la Expo 92 hasta convertirse en el foco principal de los atascos de la capital por su reducción de carriles, será sometido a una «actuación urgente» por parte del Estado. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, consciente de que la alternativa para desviar el 20 por ciento del tráfico de la SE-30 –la construcción de los túneles bajo el Guadalquivir de la SE-40– es costosa y de «complejidad técnica», anunció que su departamento trabaja en un proyecto para ganar un carril más a la calzada del puente, con lo que pasaría a tener tres carriles por sentido y no dos más el reversible, que cambia de sentido de circulación una media de 14 veces al día en función de los flujos de tráfico.

Ábalos lanzó la bomba pero concretó poco más de cómo se ganaría el carril en un margen tan estrecho y limitado de vía. Sí es seguro, porque así lo avanzó el ministro, que no se trata de una promesa lanzada al tum tum, sino que detrás de sus palabras está «el propósito y hasta el diseño» de la ampliación del puente, que se acometerá de manera urgente, aunque es consciente de que con la rapidez que se puede permitir una obra de «mucha técnica e ingeniería». La otra pista es la existencia de «algún modelo ensayado» y que ha tenido éxito. En ese sentido, existe un ejemplo próximo, ejecutado por el propio Ministerio de Fomento: el puente de Rande (Vigo), de la misma altura (120 metros) que el puente del Centenario. Allí, con una inversión de 192 millones, se convirtió en el primer puente atirantado del mundo que se amplió de dos a tres carriles por sentido sin cortar el tráfico. Para ello, se adosaron terceros carriles adyacentes al exterior del puente sustentados con 80 nuevos tirantes y cuya instalación requirió complejas operaciones en altura a 120 metros de altura sobre la ría de Vigo. La obra, que duró tres años, finalizó en diciembre de 2017.

Las similitudes invitan a esta opción, aunque ese extremo no fue confirmado por el Ministerio de Fomento. Sí se insiste en la necesidad de actuar ya. «La voluntad es darle carácter de emergencia y de aceleración de los tiempos. Lo importante es la capacidad para pensar proyectos, liderarlos y ponerlos en marcha», sentenció Ábalos.

Con esta obra, se paliarían los atascos que, a diario, sufre el puente del Centenario, por el que circulan una media de casi 120.000 conductores al día, repartidos casi por igual en ambos sentidos. Además del número, se concentran en las horas puntas del día, que son las de entrada y salida de los trabajos. El hecho de ganar tres carriles por sentido acabaría con ese cuello de botella del que se han quejado históricamente los sevillanos, pero también con la elevada peligrosidad que se produce en una carretera estrecha donde se produce una reducción de velocidad y en la que conviven conductores y una alta tasa de camiones que no tienen otra alternativa más directa para realizar sus rutas desde Huelva hasta Madrid. De hecho, el puente del Centenario suele estar dentro de los puntos negros de siniestralidad.