«He pasado de tener la talla 68 a usar la 38»

Verónica Arias afirma que tras operarse su vida ha cambiado: «Ahora puedo hacer de todo»

19 oct 2016 / 07:00 h - Actualizado: 19 oct 2016 / 14:21 h.
"Salud","Sanidad","El riesgo de la obesidad"
  • Verónica, cuando estaba obesa y era reticente a fotografiarse y con su pareja tras perder cerca de 100 kilos. / El Correo
    Verónica, cuando estaba obesa y era reticente a fotografiarse y con su pareja tras perder cerca de 100 kilos. / El Correo

Hacer dieta ha sido una constante en la vida de Verónica Arias. Desde bien pequeña ha tenido problemas de sobrepeso y desde los cinco o seis años ha estado controlando rigurosamente su alimentación. «Hacía dieta, adelgazaba algo y me mantenía sin engordar durante un año pero, eso sí, a base de mucho sacrificio. Cuando lo dejaba volvía a coger peso», recuerda.

Admite que su vida ha sido muy dura hasta que se redujo el estómago una gastrectomía vertical hace cinco años: «Mido 1,65 metros y llegué a pesar hasta 150 kilos. No podía hacer una vida normal, a pesar de que solo tenía 26 años. Ahora todo es diferente, puedo hacer de todo», remarca. «En este tiempo he llegado a perder 92 kilos. Ahora peso 58 y he pasado de tener una talla 68 a usar una 38, e incluso a veces necesito una 36», manifiesta con gran satisfacción.

Comenta que antes tenía problemas para encontrar ropa de talla tan grande, mientras que actualmente puede comprar todo lo que quiere, a lo que se une que en la época en la que usaba la talla 68 necesitaba tener una cartera con mucho dinero porque solo una camisa y un pantalón le costaban 80 euros: «Ahora, en cambio, con ese dinero me puedo comprar muchísima ropa».

Es más, rememora que antes su armario estaba lleno de ropa negra o de colores oscuros, algo que en estos momentos es prácticamente imposible encontrar, porque viste de colores muy vivos: «Llevo hasta el pelo teñido de rosa». En su adolescencia tenía muchísimos problemas para encontrar modelitos acordes con su edad por lo que cuenta con mucho cariño que su madre aprendió a coser por ella, para poderle confeccionar vaqueros de colores. Estos problemas ya están en el baúl de los recuerdos, al igual que el colesterol que padecía vinculado a su exceso de peso.

A estos contratiempos se unían otros no menores: problemas para entrar en las discotecas, pagar dos asientos de avión o no poder hacer muchas actividades con sus amigos, entre otras cuestiones, que le empujaron a no poder hacer prácticamente vida social y a quedarse encerrada en casa, sentada en el sofá y con el mando de la televisión en la mano. Por ello dice de forma tajante que eso «del gordito feliz es una mentira».

Esta joven, que pertenece a la Asociación Bariátrica Híspalis, insiste en que la obesidad es un problema de salud, que el sistema nacional de salud lo tiene que tratar como tal. Recalca que las listas de espera para las intervenciones bariátricas se tienen que reducir, «porque para las personas con obesidad mórbida la única posibilidad que tienen para adelgazar es la cirugía».

Verónica habla con conocimiento de causa, «porque yo he realizado todo tipo de dietas, estaba desesperada y acudí hasta la acupuntura y a la hipnosis, pero solo tras operarme he adelgazado».

Respecto al miedo que puede suponer entrar en un quirófano, esta joven asegura que su intervención fue fenomenal. La operación se la realizaron en el hospital Virgen Macarena y fue por laparoscopia, «el postoperatorio fue muy bien, mucho mejor de lo que me esperaba. Fui intervenida un martes y el sábado ya estaba en casa».