En los primeros años del Plan Integral del Polígono Sur, uno de los grandes retos que se tuvo que afrontar en el barrio es el elevado índice de absentismo escolar en una población sin estudios, con alto grado de analfabetismo y que no tenía interiorizada la necesidad de escolarizar a los niños.
A través de programas en los que incluso voluntarios de entidades recorren casa a casa para asegurarse que los niños van al colegio, el trabajo con las familias y el condicionamiento de muchas ayudas sociales al compromiso de escolarizar a los niños y de mantener unos cuidados y una higiene con ellos, uno de los grandes logros ha sido bajar en diez años de un 50 a un 15 por ciento de absentismo escolar.
Pero si en general, en Andalucía la tasa de abandono escolar temprano ronda el 24 por ciento –la Junta ha elaborado un plan con el que busca reducirlo al 15 por ciento en 2020–, en el Polígono Sur se dispara y ahora el gran reto es que los niños se titulen en ESO y si es posible continúen los estudios.
No es fácil en un contexto en el que muchos son los primeros que estudian en sus familias, proceden de entornos desestructurados y viven en un contexto donde las expectativas son bajas y la preocupación es buscarse la vida a diario sin conciencia de que la formación puede abrir puertas. Pero algunos se imponen a todo ello.
LORENA BORJA (21 años). / Estudiante de último curso de grado de Enfermería en prácticas en el centro de salud Las Letanías
«Cuando naces aquí parece que tienes unos límites marcados y yo no quería»Lorena es la pequeña de cuatro hermanos, de padre gitano y madre paya dueños de un comercio, residente en los bloques «marrones» de las 3.000 viviendas. Estudió en el colegio Manuel Canela y el IES Ramón Carande y aunque sus hermanos no han pasado de la ESO, ella tenía claro que quería ir más allá. En parte porque «siempre me ha gustado estudiar» y también «por darle esa satisfacción a mi padre que siempre ha querido que nosotros estudiáramos aunque él no ha tenido la posibilidad y yo era su última esperanza».
«Cuando naces aquí parece que tienes unos límites marcados, unos techos de cristal y yo no quería quedarme en eso», subraya. Por eso se siente «orgullosa» de haber llegado a la Universidad para hacer Enfermería porque «he hecho la misma Selectividad y entrado con la misma nota. La preparación en los centros de aquí, si tú quieres, es la misma».
Al ser del barrio «sabes los estereotipos con los que cargas» y admite que al llegar a la Universidad ocultó su origen gitano y dónde vive. Cuando lo fue contando hubo reacciones de todo tipo. «Me decían que no lo parecía, que si no me daba miedo, algunos me dejaron de hablar, otros son hoy mis amigos y han venido al barrio por primera vez conmigo. Normalmente se sorprenden para bien. Se magnifica lo malo», dice. Con todo sabe que en su infancia ha visto cosas que sus amigos no «como redadas o drogadictos» y cree que «va a peor», por lo que su intención no es quedarse a vivir en el Polígono Sur.
Sí que ha elegido hacer las prácticas en él porque «entiendo cómo se siente la gente de aquí por los estereotipos, yo he luchado por no ser ese estereotipo y quería venir a ayudar y que vean que hay salida porque no creo que todos los chicos gitanos del barrio quieran llevar la vida que están llevando». En el centro de salud de Las Letanías «estoy vacunando a los niños de mis amigas de colegio» con las que perdió relación al ir a la Universidad «porque cuando sales de aquí tu forma de ver la vida cambia y eso repercute». Nota que «se quedan cortadas, se sienten inferiores, no tienen la confianza en sí mismas que yo sí he tenido».
DAVID BORJA (15 años). / Alumno de 4º de eso en el IES Antonio Domínguez Ortiz seleccionado para participar en el proyecto Erasmus Plus
«Yo pensaba hacer ESO y no seguir, ahora quiero estudiar informática»David no tiene reparos en reconocer que cuando entró en el instituto Antonio Domínguez Ortiz en 1º de Secundaria era «muy malo muy malo» y «tenía pensado terminar ESO si acaso y no seguir estudiando». En su familia –residente en los bloques «verdes» de las 3.000 viviendas– son cuatro hermanos, dos de ellos mayores que él de los que solo uno tiene el título de Secundaria, y una más pequeña que él. Tampoco sus padres tienen estudios pero le tienen dicho que «del instituto no salgo hasta que no tenga algo, mínimo un Grado Medio». Y ahora el también lo tiene claro: «Quiero hacer Bachillerato de Ciencias y luego un grado de Informática».
Con la misma sinceridad que explica que sus inicios en el instituto no fueron buenos, reconoce que sus tutores y profesores «me ayudaban en clase y con los exámenes y yo eso lo he visto y he ido agradeciéndolo y mejorando». Está en 4º de ESO sin haber repetido ningún curso ni tener asignaturas pendientes de otros años y, salvo el francés, cree que puede terminar limpio.
Es esa evolución positiva, por encima de un expediente académico especialmente brillante, la que le ha hecho ser seleccionado por el equipo del centro como uno de los 15 alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato para participar en el proyecto europeo Erasmus Plus de intercambio cultural con estudiantes de Turquía, Grecia, Polonia, Letonia, Rumanía y Portugal. Un proyecto que reconoce que le ha «motivado» especialmente por la posibilidad de estar en contacto, a través de una web y un blog, con alumnos de otros países con los que se intercambian información y vídeos –con la ayuda del profesor de inglés– y, sobre todo, sueña con poder ir a uno de los dos viajes de convivencia previstos a Grecia y Polonia (le atrae más conocer el primer país).
Mientras, los alumnos de todos los países hacen actividades cada uno en su centro que graban y cuentan luego en el blog. La última fue una celebración de la Primavera en la que cada grupo hizo una comida típica de su país que en este caso fue un Potaje Gitano cocinado por las familias, ya que el proyecto concreto del Erasmus Plus en el que participa su instituto está centrado en involucrar a la familia en la escuela.