«La relajación es el camino al fracaso»

Los bomberos de Proem-Aid, ONG creada desde Sevilla, estarán entre enero y julio en Lesbos vigilando la costa a la espera de que lleguen refugiados a los que ayudar

27 feb 2017 / 08:00 h - Actualizado: 27 feb 2017 / 17:31 h.
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  • El enfermero Lucas Esteban, de Proem-Aid, atiende a unos refugiados recién llegados a la costa. / R. Avilés
    El enfermero Lucas Esteban, de Proem-Aid, atiende a unos refugiados recién llegados a la costa. / R. Avilés

Amanece en Camp Fire pero el frío no se va. Los escasos 3º te cortan la cara impulsados por el viento implacable del nordeste, que hunde la sensación térmica hasta el límite de la tolerancia. La mar lleva picada casi una semana y en todo ese tiempo apenas han llegado un par de botes a esta playa, uno de los principales puntos de llegada merced a las intensas luces rojas del aeropuerto de Mitilene.

Aquí tiene su campamento el equipo de Proem-Aid, que en esta fecha ya es el número 21 que envía a la isla la ONG española nacida en Sevilla de la mano del bombero Onio Reina. Los bomberos gallegos Alberto Agrelo y Roberto Domínguez, el onubense Evaristo Pérez, y el enfermero mallorquín Lucas Esteban, forman este nuevo reemplazo que va a estar dos semanas en Lesbos. Después les relevarán otros cuatro compañeros.

En sus cuatro primeras noches aún no han atendido a ninguna embarcación, el tiempo es infernal. «Es muy difícil llegar en estas condiciones», asegura Domínguez, quien tiene el papel de patrón de la embarcación. Cuando están en el mar, manda él, pero en tierra el coordinador es Agrelo, que habla del dilema de desear o no que llegue alguien a la costa. «Estamos aquí para eso, para ayudarles y atenderles. Que lleguen es cuestión de que mejore algo el tiempo, pero de todas formas no nos podemos relajar. La relajación es el camino directo al fracaso, así que debemos vigilar cada noche, como hemos hecho siempre».

Es la noche el momento preferido por las mafias para botar los dinguis (que es como se llama a estas frágiles embarcaciones). «Así son más difíciles de detectar por el Frontex o los guardacostas», aclara Alberto.

El fuego siempre está encendido en Camp Fire; es la mejor manera de que se calienten los navegantes, que normalmente tardan unas tres horas en cruzar los 16 kilómetros que separan la costa este de Lesbos de Turquía. A la quinta noche, ese fuego aplaca el intenso frío que traen en el cuerpo cuatro de los inmigrantes que cruzan pasadas las 3.15 de la mañana, cuyo dingui ha llegado a un kilómetro de allí. El equipo 21 sale disparado hacia ese punto para asistir a los recién llegados.

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Una vez allí, al estar el pasaje ya fuera del agua, el que se pone al mando es Lucas, que va dando instrucciones a sus compañeros sobre cómo atender a los recién llegados. Se trata de prioridades ensayadas en las horas de espera y descanso. Lo primero son los niños, por supuesto. Después se detecta a las personas que presentan síntomas de hipotermia y mareos. Si lo que tienen que atender es a la embarcación que aún está en el mar, la prioridad es acompañarles en lo posible hacia la playa (siempre en aguas jurisdiccionales griegas, a una milla de distancia del límite con las aguas turcas), nunca subirlos a la propia embarcación (pues estarían incurriendo en el delito de «tráfico de personas», un disparate legal que ha dificultado el salvamento de muchas vidas), a no ser que su embarcación esté en riesgo de hundimiento o se encuentren en peligro en el agua. Una vez la embarcación de los migrantes está ya en la playa, es una prioridad para los bomberos evitar que el dingui vuelque. «Es fundamental que mantengamos la barca con la proa apuntando a la playa. Ellos tienen a veces cierta ansiedad por bajar todos a la vez, pues están nerviosos. Eso unido a la acción de las olas puede dar como resultado que vuelque la barca», aclara Evaristo Pérez. «En estos días el agua del mar está a una temperatura bajísima. El riesgo de entrar en hipotermia es muy alto».

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ESPAÑOLES AL AUXILIO

Por el norte sólo hay ocho kilómetros de costa a costa. Hay más tráfico de dinguis por esa zona, pero también hay más vigilancia. En esa costa opera otra ONG española, Proactiva Open Arms, cuyo barco, Astral, ha salvado cientos de vidas, no sólo en las costas griegas, sino en el Mediterráneo central. La actividad de Astral fue retratada en uno de los programas más exitosos del Salvados de Jordi Évole. «Ahora la costa de Libia es la que más naufragios está sufriendo. Si en Proem-Aid tuviésemos una embarcación así, podríamos ir allí también a ayudar», aclara Evaristo, que hace hincapié en algo que le llamó la atención la primera vez que vino a Lesbos en 2016 y ésta: «Tres de cada cuatro cooperantes que viene aquí a ayudar son españoles, es algo muy curioso».

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Los españoles son siempre bienvenidos en el campo de Pikpa, gestionado por la ONG local Lesvos Solidarity para dar cobijo a los más vulnerables. Los voluntarios de Proem-Aid se acercan por allí dos o tres veces a la semana, para ponerse a disposición de quienes gestionan el campo y realizar cualquier labor que la que puedan ser necesarios. Una de ellas, probablemente la mejor para estos bomberos, es, sencillamente, jugar con los niños. «Todos han sufrido mucho. Han perdido familiares, han tenido que abandonar su casa, han estado meses sin ni siquiera poder jugar. Hacer esto con ellos es lo más gratificante del mundo –explica el onubense Evaristo Pérez–, pero cuando nos vamos se me queda un nudo en el estómago, porque me da la sensación de que cada vez que nos marchamos de aquí, es como otro pequeño abandono que sufren». «No lo veo así, creo que cualquier ocasión que tengan para jugar, la aprovechan al cien por cien», tercia Roberto Domínguez, el único de estos voluntarios que es padre.

Otra de las labores diarias de Proem-Aid es la de hacer continuas gestiones, no sólo de logística, sino también de trámites con las administraciones locales, tremendamente exigentes con las ONG. Todos los voluntarios están perfectamente identificados y tienen permisos expresos para llevar a cabo su actividad en una zona concreta (en el caso de Proem-Aid, en los 30 km de la costa del aeropuerto). Sin embargo, pese a que todo está en su lugar, se percibe una cierta persecución por parte de las autoridades. Uno de los días que estuvimos con este equipo, la Policía les requisó el coche con el que se movían por la isla, que les fue donado el pasado año por un gerundense. La excusa, débil, era que no figuraba a su nombre, algo que probablemente podrán solucionar en unos días, pero que les ha supuesto un gasto extra, el de alquilar un coche de sustitución.

Tampoco son bienvenidos los voluntarios en las cercanías del campo de Moria, dirigido por los militares. En una visita a la zona, para ofrecerse como ayuda, el grupo (junto con este periodista, que fue obligado a borrar algunas fotografías) fue invitado a marcharse de allí de inmediato.

«No sabemos muy bien por qué no parecen querernos aquí. Lo único que queremos es ayudar», cuenta Lara Lussón, de profesión periodista, pero que está pasando unos meses en la isla en calidad de voluntaria de Proem-Aid. Ella se encarga de la comunicación y de coordinar la logística entre los distintos reemplazos de bomberos.

Lo cierto es que a falta de suficientes servicios oficiales de salvamento marítimo enLesbos, son las ONG –la mayoría españolas– las que asisten a los refugiados en estos casos, además de en la atención primaria de enfermería una vez que pisan tierra. Mientras ellos trabajan, policías y militares se quedan mirando.

24 HORAS CON EL ‘EQUIPO 21’

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El día comienza de noche.
Las 12 de la noche es la hora indicada para comenzar a hacer la guardia. Antes, el equipo debe revisar que todo está en orden en su embarcación, por si hay que salir de inmediato. Se hace inventario y cada bombero se equipa con un «traje seco» para navegar. En un momento estarán ya de vigilia en el punto de guardia, en un saliente de la playa.

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Preparados para actuar.
Los cuatro bomberos se turnan cada cuatro horas y por parejas para vigilar la costa. Están pendientes de lo que puedan avisar los guardacostas y el Frontex por radio y vigilan con prismáticos de visión nocturna. Si un bote se acercara, la prioridad es que llegue a la playa sin volcar, algo fácil en una noche de oleaje como las que ha habido durante todo febrero.

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Prácticas.
A las 8:00 se levanta el campo. Desayuno y a hacer prácticas de salvamento marítimo. Los equipos están formados por bomberos de distintos lugares de España y tienen que habituarse al trabajo juntos.

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Calor humano.
A media mañana, además de hacer gestiones, el equpo se dedica cuando puede a, simplemente, jugar con niños refugiados en los campos. En esta ocasión, ha tocado el campamento de Pikpa.

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Descanso.
Entre las 15 y las 23 horas toca descansar, aunque siempre se aprovecha también para revisar el plan del día siguiente. La lectura de las cartas náuticas es fundamental para respetar los límites de actuación.

CÓMO COLABORAR CON PROEMAID

En su web, proemaid.es, hay varias vías de acceso para las donaciones, «la más útil», según ellos, es «hacerse socio». Las donaciones pueden hacerse efectivas en la cuenta ES49-1491-0001-2021-7549-1022.

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