Cuentan quienes conocen a Carolina Alés que desde muy pequeña soñaba con ser la Estrella de la Ilusión en la cabalgata de Sevilla. «Como todas las niñas», reconoce. Ese mismo cortejo real que siempre la llenó de emoción y del que disfrutaba en compañía de su familia. Este año, el del centenario, volverá a hacerlo, pero de un modo mucho más especial. Cumplirá el que era su deseo y lo hará, además, arropada por los suyos. A su lado estarán Roberto, Rafael y Carmen, sus tres hijos, que compartirán con ella la magia del 5 de enero en la primera de las carrozas del séquito.
Confiesa que «cada noche y cada día» se imagina cómo será ese momento en el que comenzará a repartir ilusión y «otras muchas cosas» entre los niños sevillanos. Para que nada falle, desde el momento en el que el Ateneo le comunicó su nombramiento no ha dejado de preparar todos los detalles que le acompañarán en esa tarde mágica. «Ya tengo en casa los caramelos, los peluches y todo lo que voy a repartir», confiesa. Una cesta de sorpresas que aguarda la llegada del que será el traje que lleve en la cabalgata y al que aún le resta alguna que otra puntada para finalizarse.
Pero a Carolina todavía le faltaba lo más importante para que a su paso brillara la ilusión por las calles de Sevilla. Este lunes se lo dieron. O mejor dicho, se lo prestaron solo por unas horas. De Estrella a Estrella, la dolorosa de San Jacinto le prestó «su luz» para que iluminara el camino de los Magos de Oriente. Así se lo aseguró el hermano mayor de la Estrella, Manuel González, durante el acto de imposición de la tiara que, por segundo año consecutivo, tuvo lugar en la capilla de la cofradía del Domingo de Ramos, a los pies de una Virgen vestida de hebrea para la Navidad.
«Sabedores somos en esta casa de la Estrella que los Reyes Magos necesitaron una para que los guiaran hasta el portal de Belén. Y que ahora, para volver a pasearse por Sevilla, la necesitarán de nuevo», dijo González. Y como tal, la hermandad se la entregó representada en una «diadema de la ilusión» que, como explicó el presidente del Ateneo, Alberto Máximo Pérez Calero, hará que Sevilla tenga el día 5 de enero dos estrellas: «Carolina Alés y la reina de Triana». Un mensaje emocionado que pronunció poco después de recordar los años en los que, como hermano de la Estrella, acompañó al cortejo en la tarde del Domingo de Ramos realizando funciones de médico de la cofradía. «Porque esta hermandad engancha», dijo. Tanto que hasta la que fuera Estrella de la Ilusión el pasado año, Victoria Eugenia Rey –presente en el acto– acabó por apuntarse a la corporación por el buen trato que recibió en San Jacinto.
Este lunes el rito volvía a repetirse. Esta vez con Carolina Alés como protagonista. Una joven licenciada en Periodismo que decidió abandonar el reporterismo para encontrar el éxito en las empresas familiares de las que actualmente forma parte en cargos de responsabilidad. Hija de madre macarena –de la calle Feria– y de padre «muy trianero», que ayer no pudo acompañarla en este «acto familiar», representa «a la perfección», como apostilló el hermano mayor trianero, «esa dualidad de almas de la ciudad de Sevilla».
El acto fue precedido por una eucaristía en la que el director espiritual de la corporación, el carmelita Francisco Javier Jaén Toscano, dedicó unas palabras a la Estrella de la Ilusión, también «la de la alegría», encargada el día 5 de enero de «llevar la luz a los demás y especialmente a los niños». Esa fue la encomienda que Carolina se llevó a su casa, el mismo hogar donde aguarda que llegue el momento en el que será vigía de los Magos de Oriente, aquello con lo que soñaba desde que, como cualquier niño sevillano, pedía caramelos a los personajes de un cuento del que ahora será la protagonista.