Han sido muchos meses de un largo camino que al fin ha encontrado su anhelada recompensa. Los Reyes Magos llegaron ayer a Sevilla y lo hicieron, en lo que viene siendo ya toda una costumbre, con una primera parada en el barrio de Triana, el mismo lugar desde el que se despedirán de la ciudad en la tarde del próximo 6 de enero.
Desde primera hora de la tarde, varias decenas de niños aguardaban en el interior de la parroquia de Santa Ana la esperada llegada de Sus Majestades, que debían ser nombrados oficialmente como tales en la ceremonia de coronación. Su inquietud no era más que el reflejo de esos nervios que ya empezaban a aflorar entre los más pequeños ante la inminente llegada de los representantes de los tres Magos de Oriente. Eran poco más de las seis y media de la tarde cuando los tres elegidos este año para encarnarlos salían de la sacristía de la catedral trianera acompañados por los sones que interpretaba la agrupación musical del Juncal que, como no podía ser de otra forma, hacía sonar las notas de la Nana de Triana, todo un himno navideño para los vecinos del barrio.
Tanto el propio Melchor (el empresario José Luis Sánchez), como Gaspar (el vecino Domingo Simón) y Baltasar (el cantante Fermín Hache) fueron recibiendo uno a uno las coronas que los reconocían como Reyes. Un gesto que agradecían ofrendando al Niño Dios, presente en el Belén montado en el altar mayor de Santa Ana, oro, incienso y mirra, sus clásicas ofrendas. Fue precisamente Baltasar quien, en nombre de sus compañeros, quiso dedicar unas palabras a los más pequeños. «Vivís en un mundo de colores en el que sois felices. Pero no podéis olvidar a aquellos que no tienen juguetes y que necesitan de nuestra ayuda». Todos asintieron con la cabeza. No podía ser de otra forma. Ya se sabe que la presencia de los Magos siempre impresiona, aunque mucho más en estos días de víspera donde más de uno se la juega. «¿Algún niño no ha sido bueno?», preguntó. Silencio sepulcral.
La llegada de Sus Majestades estuvo precedida por el recorrido que el Heraldo realizó por las calles de Triana. Gabriel Sánchez Gassan, un histórico fotógrafo trianero, era el encargado de recoger las últimas cartas de los niños más rezagados. «Apunta la casa de los Pinypon», decía un niño a su padre en plena calle mientras éste escribía las últimas líneas de sus deseos. Caramelos y más caramelos inundaban entonces la calle San Jacinto, donde el Heraldo avanzaba subido en una calesa y acompañado por un séquito de beduinos a caballo. Él, como los Magos de Oriente, se daban el primer baño de masas en el corazón de Triana. Con ellos, la ilusión ya está en Sevilla. Toca empezar a soñar.