El presente y el futuro de la jardinería en Andalucía atisban nubarrones. Lo sabe bien Juan Manuel Ruiz Cobos, presidente de la Asociación Multisectorial de la Jardinería Andaluza (AMJA) y vicepresidente de la Federación Española de Empresas de Jardinería (FEEJ), que aglutina a todas las pymes de un sector en franca regresión en los últimos años: «Las estamos pasando canutas por la debacle que se ha producido con el leit motiv de la crisis. No hay un sector más desgraciado que la jardinería: se han perdido cuatro de cada cinco jardines en Andalucía y se ha actuado en uno de cada 20 árboles que precisaban ayuda, ha sido brutal».
Ruiz Cobos alude con estas aseveraciones a los jardines «residenciales y los vinculados a nuevas infraestructuras y al desarrollo urbanístico a partir del año 2000 y hasta 2011, cuando se produce la hecatombe y el abandono absoluto». Excluye, por tanto, al jardín «historicista, acoplado a todo lo que es el patrimonio andaluz, como el caso de los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla, los del Generalife y la Alhambra de Granada o los de la Alcazaba de Málaga. Por cuestiones de asistencia y celebración de eventos están bien mantenidos y presentan una buena imagen, han podido aguantar el tirón», añade este experto de Antequera.
«Hay que entender que una planta no es lo mismo que un semáforo, un paso de peatones o una barandilla. Se trata de un ser vivo y si le dejas de prestar atención, no crece o se muere, y eso ya es para siempre, no se puede reparar. En estos años los recursos para la jardinería han sido denostados, se han primado otras áreas que la ciudadanía y la política entienden más importantes», reprocha el presidente de AMJA en alusión a los ayuntamientos, aunque también a la ciudadanía, pues a su juicio «no existe una conciencia ciudadana, salvo en determinadas comunidades autónomas de la cornisa cantábrica (Cataluña, País Vasco, Navarra...), donde sí tienen claro que los jardines son calidad de vida y que es importante tener buenas plazas y arbolado. Conforme vamos bajando, de Despeñaperros para abajo pasa lo que pasa: se ponen las plantas y al minuto desaparecen. No se entiende que con los recursos minimizados que tenemos, la ciudadanía le dé la espalda a sus jardines y se produzcan tantos robos y actos vandálicos», lamenta Ruiz Cobos.
Disparidad de criterios
Por si fuera poco, el sector vive dividido en dos grandes bloques de intereses divergentes: «En España manda la gran patronal, que son unas pocas macroempresas en manos de siete familias y que están englobadas en la Asociación Española de Empresas de Parques y Jardines (Aseja), mientras los pequeños y medianos empresarios (en FEEJ) no pintamos nada. Ese el principal problema que tenemos los jardineros, que estamos sujetos a un convenio laboral hecho por estas macroempresas que prestan servicio a la Administración Pública, un convenio en el que no se nos reconoce y en el que no estamos, porque aunque somos más empresas, al final ellos tienen más empleados porque aglutinan los de otro tipo de servicios que no tienen nada que ver con la jardinería pero que cuentan debido a la normativa actual», se queja Ruiz Cobos.
Y así las cosas, «el resto nos dedicamos como podemos al segmento turístico, residencial, etc. teniendo que asumir los costes laborales de las empresas externas que trabajan en lo público».
Al margen de esos problemas de representatividad, el presidente de AMJA aclara que «tenemos otro que es la competencia desleal brutal que ejercen personas que se buscan la vida haciendo trabajos de jardinería sin estar cualificados porque entienden que es un trabajo fácil cuando eso no es cierto; y no sólo eso, sino que también tenemos que competir con toda esa gente que ha entrado en el sector a cuento de la economía social. No se quieren dar cuenta de que la jardinería, como otros sectores, exige profesionalidad».
Disparidad de criterios
En el ámbito empresarial de la jardinería, pues, «la cosa es muy compleja. Las pymes sólo podemos acceder a algún trabajo muy de vez en cuando, de manera que sólo encontramos salida en localidades muy pequeñas o que tengan una sensibilidad especial y quieran dejar la jardinería en manos especializadas», mientras «en las grandes ciudades se reparten el pastel entre 11 ó 12 empresas y no sólo lo concerniente a la jardinería, también en lo relativo a vigilancia, tratamiento de aguas residuales... estamos sumidos en un problema de narices», expresa Juan Manuel Ruiz Cobos antes de concluir que «todo esto nos lleva a una situación de improductividad por lo que son muchísimos los cierres y el resto se mueve entre la utopía y el romanticismo».