Tal día como hoy, 14 de noviembre, hace justo una década que se empezó a dedicar esta fecha al Día Mundial de la Diabetes por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas, que reconocía ya entonces (2007) esta enfermedad como «crónica, debilitante y costosa», con «graves complicaciones» y «grandes riesgos para las familias y el mundo entero». En suma, admitía la ONU que se trataba de un serio problema de salud y un problema en franca progresión, que años después ponía en evidencia la magnitud del mismo: si en 1980 padecían la enfermedad 108 millones de adultos en el mundo, un cuarto de siglo después (2014) la cifra se había cuatriplicado hasta los 422 millones de afectados.

La diabetes mellitus, que es su nombre científico, consiste en una afección crónica que aparece cuando los niveles de azúcar (o glucosa, que es el combustible que utilizan las células para dotar al organismo de la energía necesaria) en sangre están elevados [entre 70 y 110 mg./dl es considerado normal], como resultado de problemas en la producción y/o funcionamiento de la insulina por parte del organismo. Esa elevada concentración de glucosa o azúcar en sangre se denomina hiperglucemia, y puede provocar complicaciones a corto y largo plazo, en especial en corazón, riñones, ojos y pies, pudiendo llegar a tener consecuencias fatales si no se previene o es tratada de forma adecuada.

La diabetes afecta en torno al 15 por ciento de la población adulta en Andalucía, unas 250.000 personas en la provincia de Sevilla, lo que da una idea de la incidencia de esta enfermedad, una de las más frecuentes en el mundo de tipo crónico: «Se trata de un problema de salud muy relevante porque afecta a un número muy importante de ciudadanos», reconoce María Asunción Martínez Brocca, directora del Plan Integral de Diabetes de Andalucía (Pidma) y jefa del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen Macarena. Con todo, como sucede con tantas patologías, lo más inquietante es casi ese amplio sector de enfermos que no son conscientes de que lo son, si bien en Andalucía se estima que es una de cada tres personas y en otros países sería una de cada dos. Lo cual se pueda explicar quizás por los «mecanismos de cribado oportunista que se utilizan para detectar casos aprovechando que el paciente va a su centro de salud para otra cosa y se observa que reúne algunos de los factores de riesgo, como la edad, la obesidad, los antecedentes familiares, etcétera)», subraya la doctora Martínez.

Ese Plan Integral que dirige fue puesto en marcha ya en el año 2003 y hace justo un año (noviembre de 2016) se aprobó su tercera versión, que «toma las líneas de los anteriores que han funcionado bien y las mejora al tiempo que incorpora otras líneas en áreas donde se ha visto que hay carencias».

En este sentido, los resultados hasta la fecha han sido satisfactorios. Así, por ejemplo, en el periodo 1990-2013 la mortalidad por diabetes en Andalucía ha experimentado una reducción progresiva hasta el 66 por ciento frente al 48 por ciento en España. Este fenómeno podría relacionarse con el abordaje integral específico de este problema de salud puesto en marcha desde el año 2003.

Por otro lado, también en comparación con España, la tasa de ingresos hospitalarios por diabetes ha experimentado en Andalucía una evolución más favorable (reducción del 36 por ciento frente al 21 por ciento nacional), situándose ya por debajo de la media española a partir del bienio 2005-2006 y en tendencia descendente hasta la actualidad.

Además, el riesgo de desarrollar complicaciones de la diabetes, estimado a partir de las tasas de ingresos por dichas complicaciones en población con diabetes, se ha reducido en el periodo 2008-2014 para las complicaciones cardiovasculares como ictus (reducción del 23 por ciento) e infarto agudo de miocardio (reducción del 20 por ciento). Lo mismo sucede con las complicaciones agudas, que muestran una tendencia descendente clara (reducción del 41 por ciento para la cetoacidosis y del 46 por ciento para la descompensación hiperosmolar).

PUNTOS CLAVE DEL PIDMA

No obstante estos resultados esperanzadores, hay mucho trabajo por hacer y este III Pidma apunta hacia algunos de los puntos que conviene corregir y/o reforzar. María Asunción Martínez apunta como prioridad «la atención compartida en situaciones de complejidad, que exige una excelente coordinación entre Atención Primaria y la hospitalaria y un manejo adecuado de la información de este paciente».

En segundo lugar cabe resaltar la implantación de los Hospitales de Día de Diabetes –ya en 13 centros andaluces–, «unos dispositivos que permiten la atención en régimen ambulatorio de las personas con diabetes en situaciones de especial complejidad (paciente que debuta en el tipo 1, mujer diabética embarazada...)» con el objetivo de «garantizar que la cartera de servicios y la accesibilidad sean homogéneas».

Otra de las facetas en las que se está trabajando a conciencia es las llamadas unidades multidisciplinares de atención al pie diabético, para que «cuando llega un paciente con una úlcera se le pueda atender rápido y por un equipo experto para que se pueda evitar la tan temida amputación del pie», explica Martínez. En ese sentido, el Servicio Andaluz de Salud tiene previsto habilitar estas unidades en las ocho provincias: «La prevención y atención al pie diabético es una prioridad», señaló la consejera de Salud, Marina Álvarez, en su comparecencia en la última Comisión de Salud del Parlamento. Por el momento funcionan estas unidades en Sevilla (Virgen del Rocío y Macarena), Málaga (Hospital Regional), Almería (Torrecárdenas), Córdoba (Reina Sofía), Cádiz (Puerta del Mar) y Jaén (Complejo Hospitalario) y se ha iniciado el proyecto en Granada.

Al margen de los pacientes de diabetes tipo 2, que constituyen entre el 90 y el 95 por ciento del total, hay otros grupos que preocupan, como es la infancia: «Los casos son pocos (unos 2.500 en la comunidad andaluza) pero muy sensibles por el alto impacto familiar y porque requieren acciones muy concretas», explica Martínez, que también pone el foco sobre las gestantes: «Las mujeres que tienen complicaciones durante el embarazo por culpa de la diabetes precisan un seguimiento especial. Si este es el correcto y pone en práctica una serie de cuidados se puede sobrellevar».

SIN TREGUA CON LA RETINOPATÍA

Un aspecto que se está potenciando es el programa de detección precoz de retinopatía diabética, una afección de la retina que puede llegar incluso a provocar ceguera, que se puso en marcha en 2013. Los primeros síntomas de esta enfermedad, cuando aparecen, suele ser en fases avanzadas, cuando ya es demasiado tarde para su curación, y de ahí la importancia de detectarla de forma precoz. Se estima que entre un 15 y un 30 por ciento de las personas con diabetes padecen retinopatía y que se puede llegar a reducir en más del 60 por ciento el riesgo de ceguera si se diagnostica pronto.

A mediados de 2017, había incluidos en este programa 412.945 pacientes y se habían realizado más de 671.000 retinografías desde 2013 a la actualidad: la mayoría de ellas han sido no patológicas, mientras se han detectado lesiones de retinopatía diabética (en un grado leve-moderado) en 42.265 casos.

Este programa se ha desarrollado a través de la implantación de equipos de retinografía digital en todos los distritos sanitarios de la sanidad pública andaluza así como en los servicios de Endocrinología de los hospitales. El personal de enfermería de los centros de salud realiza las retinografías y el médico de familia se encarga de leer los resultados con la supervisión del oftalmólogo, que recibe las fotografías dudosas y las que muestren la presencia de retinopatía. En un periodo de 48-72 horas, este oftalmólogo emite un informe con el diagnóstico y, en función de éste, el paciente será remitido al especialista para un estudio más completo o para iniciar el tratamiento.

TECNOLOGÍA AVANZADA

El Plan Integral de Diabetes recoge entre sus líneas de acción la incorporación de tecnología avanzada para el control glucémico de la diabetes siempre que exista evidencia sólida de eficacia y seguridad. En este sentido, se está potenciando el uso de sistemas de infusión continua de insulina en la población con diabetes tipo 1 que reúne las condiciones clínicas para ello, con especial interés en la población pediátrica, y se está evaluando la incorporación de diferentes sistemas de monitorización de la glucosa.

Todo avance es válido para atacar un problema que, como tantos otros, se gana sobre todo desde la prevención: dieta mediterránea, actividad física y evitar la obesidad y el tabaco son las claves, como casi siempre.