Las hogueras del solsticio marcan un punto de inflexión en el devenir de la temporada. La campaña se adentra en su curso medio a la vez que las cosechas saludan esas ferias que se bendicen con el nombre de San Juan, San Pedro y San Pablo. Son los santos del cereal, venerados en las ferias de las cosechas que marcan el arranque definitivo del verano taurino. Hablamos de un estío que, seguramente, ha mudado las líneas de frente del toreo. Ya lo hemos mencionado estas últimas semanas: hay ciertos carteles que huelen a naftalina. El personal quiere ver a Roca Rey; también a Aguado y a otros matadores que aún tienen pendiente su fortaleza en ventanilla. El primero ya ha adoptado un rol de figura indiscutible y renegocia su caché por encima de las aspiraciones dinerarias de ese trío de ases que empieza a flaquear en las taquillas. Casualidad o no, el peruano se ha quitado ya de algunas plazas por una lesión que no pasará a mayores. El hueco no ha tardado en ser cubierto por el propio Aguado que ha pasado por Algeciras sembrando apuntes de calidad mientras ve construirse una temporada que podría convertirle en figura indiscutible. En medio de la auténtica guerra del toreo hubo pase único de José Tomás en la granadina Monumental de Frascuelo. Sus fieles están contentos pero el bolo del madrileño no cuenta en esta larga contienda. Algunas voces habían querido ver anunciado su nombre en Málaga y en la moderna –y decadente- plaza de San Sebastián. No habrá milagro para unos ni otros. En la contratación de José Tomás hay una máxima convertida en ley: basta que se rumoree su presencia en un escenario concreto para que su encarnación quede en suspenso. Las apariciones de Algeciras, Granada o Jerez –bajo el papel catalizador de la casa Matilla primero y de José María Garzón después- se resolvieron sin que mediase ni el más mínimo comentario. Tomen nota los pretendientes.

Madrid es también un recuerdo. Pero sus rescoldos siguen humeantes. Con la clausura de San Isidro llegan a Las Ventas carteles de todo pelaje para cumplir ese pliego desmesurado que, en cualquier caso, sí permite foguear a un buen número de novilleros que han visto desaparecer su mercado natural. Pero nos interesa ahora la feria de Otoño. El ínclito productor francés Simón Casas, responsable de la programación del embudo madrileño, ya ha aclarado que las bolas quedarán guardadas en los desvanes de Las Ventas por ahora. Mejor así. El locuaz empresario ha mostrado su lado más coherente al recordar que los notables resultados del ciclo isidril le permiten montar el ciclo otoñal con mimbres renovados. “Lo que hay que hacer es tomar en cuenta a los toreros nuevos que han emergido y a los que tienen muchos años de alternativa y se han reposicionado en este San Isidro” ha declarado recientemente en una entrevista en la que también advertía que el famoso bombo, lejos de ser un fin en sí mismo, era sólo un medio para crear espectáculo. Esta vez hay que darle la razón al parlanchín empresario galo, que podría programar una de las otoñadas más atractivas de los últimos años. Para ello también tiene que conseguir que ciertos toreros emergentes vuelvan a Madrid a jugarse lo ganado en unas fechas a contrapelo.

Por cierto, Ponce vuelve a la palestra. Lo hará cinco meses después de ese tremendo percance sufrido en la feria de Fallas que destrozó su ya maltrecha rodilla y hasta puso en peligro su continuidad como torero. El maestro valenciano se había puesto en manos del doctor Villamor, que reconstruyó esa “rodilla catastrófica” y marcó las pautas de una rehabilitación que ha dado sus frutos antes de lo previsto. Pero aún queda trabajo por delante. Enrique Ponce volverá a enfundarse el vestido de torear el 10 de agosto en El Puerto o el 14 en Málaga. El dato, eso sí, confirma que habrá toros en El Puerto este verano después de las alarmantes noticias de esas obras de urgencia que hacían peligrar la temporada estival. Y sin movernos de océano hay que recordar que la gestación de la próxima feria de Colombinas no está siendo un camino de rosas. Las cuitas de las facciones enfrentadas de la familia Pereda –propietaria y empresaria del coso de La Merced- son públicas y notorias. El último capítulo del culebrón –en el que ni entramos ni salimos- ha sido el ingreso hospitalario del patriarca de la saga, José Luis Pereda, que ha llevado a los tribunales a parte de su rastra –los actuales gestores de la plaza- para recuperar el control. Mientras tanto, la empresa ha ganado tiempo presentando algunos avances de las combinaciones agosteñas y un único cartel cerrado: el de la vuelta de los ‘cuadris’ a la capital choquera para ser estoqueados por El Cid, Escribano y Rafa Serna. El elenco de matadores contaría con los nombres de Roca Rey, Pablo Aguado, David de Miranda, Miguel Ángel Perera o El Juli. Los carteles, que este año incluirían una tercera corrida de toros, no tardarán en salir. La guerra en los despachos y los tribunales, eso parece, continuará. Nos hablamos en una semana.