Cementerio de Sinera, Salvador Espriu

Sinera es el símbolo de un mundo perdido, destrozado por la muerte y la lucha fratricida de la guerra civil. Salvador Espriu fue un hombre conciliador, defendió la cooficialidad del castellano y catalán y por ello fue recriminado por los más radicales. En estos momentos la crispación se deja ver en las calles.

26 feb 2019 / 11:07 h - Actualizado: 26 feb 2019 / 11:44 h.
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  • Cementerio de Sinera, Salvador Espriu

Ante el cementerio de Sinera, evoco al poeta catalán Salvador Espriu (1913-1985), donde está enterrado. Situado sobre una loma, junto a unos edificios modestos donde se puede ver la ropa tendida oreando al viento, otorgando una luz que deja el mar de color azul pálido hasta que se funde con el cielo en el horizonte. Son dos azules que se complementan donde una parte se mueve y la otra cambia con el paso de las últimas nubes antes de que el cielo se llene de estrellas. El lugar es apacible. Aquí paseaba el poeta y meditaba bajo los cipreses. Sus padres y antepasados habían nacido en Arenys de Mar. Los cementerios son lugares para meditar. Recuerdo los poemas de El caminant i el mur. Aquellos versos meditativos, sin llegar a ser religiosos, traspasaban el umbral del yo y abrían paso a reflexiones metafísicas. Me transmitían serenidad cuando era joven y aunque no acababa de comprenderlos, tampoco sabía , entonces, que la vida iba en serio, como ya dijo otro poeta catalán, Jaime Gil de Biedma.

Cementerio de Sinera, Salvador Espriu
Azulejos en los que se puede leer uno de los poemas de Salvador Espriu. / Concha García

Notario infeliz durante veinte años –dejaría dicha profesión- fue hombre de delgada apariencia, algunos lo recuerdan subiendo el Paseo de Gracia barcelonés, ahora convertido en un escaparate de tiendas de lujo. El poeta huía de los fastos literarios y se refugiaba en su escritura. Autor de un poemario mítico La pell de brau (La piel de toro, 1960) Alegoría de la tierra española que parte de la idea escolar de la piel de toro curtida y transformándola en una realidad dolorosa y viva, recuerdo de sangre derramada. La arena donde el toro lucha para continuar viviendo es Sepharad, la tierra donde llegó el pueblo judío a España en su diáspora, el poeta catalán utilizó la palabra hebrea con la intención de pedir libertad para las lenguas.

Por consenso político fue elegido poeta oficial después de la muerte de Carles Riba, según cuenta Jordi Amat en su interesante ensayo Largo proceso, amargo sueño.

Arenys es una pequeña población situada en el Maresme barcelonés. La especulación inmobiliaria afeó, como en la mayoría de las costas españolas, la geografía urbana donde se esparcían las casas de pescadores y el puerto, uno de los más importantes de la zona. Los rascacielos emergen de las rocas y hay barrios literalmente construidos en las laderas montañosas. Sinera es el símbolo de un mundo perdido, destrozado por la muerte y la lucha fratricida de la guerra civil. Salvador Espriu fue un hombre conciliador, defendió la cooficialidad del castellano y catalán y por ello fue recriminado por los más radicales. En estos momentos la crispación se deja ver en las calles.

Cementerio de Sinera, Salvador Espriu
Espriu fue agnóstico aunque se le enterró cristianamente para respetar el deseo de la familia. / Concha García

Los fragmentos de poemas esparcidos por el cementerio junto a diversas esculturas están a ras de suelo y hay que agacharse para leerlos. Espriu era agnóstico. Fue enterrado cristianamente para respetar las creencias de su familia. Para encontrar su lápida hay que entrar en Internet y buscar la foto ya que no está señalada. Ostentosas esculturas y lápidas de mármol que exhiben grabados los nombres de las familias ricas que pudieron pagarse tales monumentos. Sobre el nicho del poeta hay dos reservadas a las hermanas de la caridad. La mezcla de apellidos que recorro mientras camino por el cementerio es una muestra de nuestro mestizaje desde el principio de los tiempos. Los apellidos se mezclan entre las mismas familias.

A veces es necesario y forzoso
que un hombre muera por un pueblo,
pero jamás ha de morir todo un pueblo
por un hombre solo:
recuerda siempre esto, Sepharad.
Haz que sean seguros los puentes del diálogo
y trata de comprender y de amar
las diversas razones y hablas de tus hijos.
Que la lluvia caiga poco a poco en los sembrados
y el aire pase, como una mano extendida,
suave y muy benigna sobre los anchos campos.
Que Sepharad viva eternamente
en el orden y en la paz, en el trabajo,
en la difícil y merecida
libertad.

(traducción de José A. Goytisolo)

Cementerio de Sinera, Salvador Espriu
Puerta del cementerio de Sinera. / Concha García

Atardecer en Sinera. / Concha García