Libros de Semana Santa para pedir a los Reyes Magos

Un año más las librerías se llenan de títulos cofrades para regalar el 6 de enero. Los hay para todos los gustos; desde la biografía de un imaginero a un manual de liturgia, pasando por una historia general de la celebración religiosa, una guía de cuaresma y un homenaje al Vía Crucis. Cinco obras que harán las delicias de los apasionados del incienso

02 ene 2020 / 22:27 h - Actualizado: 02 ene 2020 / 23:28 h.
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La de 2019 ha sido una buena cosecha en lo que a literatura cofrade se refiere. En unos tiempos en que los escritores se esfuerzan por encontrar la piedra filosofal que les garantice el favor de los lectores, la Semana Santa se ha convertido en un refugio casi inexpugnable. No en vano, Sevilla es una de las ciudades que más consume libros sobre sí misma; algo que puede comprobarse anualmente en la Feria del Libro Antiguo, donde no solo las librerías hispalenses exponen su mercancía local en un hueco destacado de las casetas, sino que también lo hacen las gaditanas, madrileñas o leonesas —algo llamativo, sin duda—. Así podemos hallar joyas descatalogadas sobre los monumentos de la ciudad, coleccionables de los diarios, y hasta aquellas postales ‘escudo de oro’ que tanto contribuyeron a divulgar nuestras fiestas mayores. Y por supuesto, obras del Padre Cué, de Carrero, Burgos, Colón o Hermosilla, autores de cabecera para cientos de sevillanos. Nuestro artículo, sin embargo, trata de exponer las obras de nuevo cuño que pueblan las estanterías de librerías y grandes almacenes en fechas tan señaladas. No están todas las que son —es probable que en los próximos meses se incremente la nómina—, pero tienen en común el ofrecernos una mirada contemporánea, distinta y original sobre una celebración que hace años trascendió los límites de nuestra urbe y de nuestros sentimientos. Queridos Reyes Magos, este año desearía que me regalaseis...

Libros de Semana Santa para pedir a los Reyes Magos

«Historia general de la Semana Santa de Sevilla», de Álvaro Pastor, Francisco Robles y Manuel Jesús Roldán (El Paseo)

«La Semana Santa de Sevilla es una fiesta que se celebra en un escenario concreto que no puede cambiarse por ningún otro lugar del mundo: la ciudad». Así comienza esta obra dedicada a la celebración religiosa por antonomasia, que, bajo el sello de El Paseo Editorial, pretende convertirse en una obra de referencia para las generaciones presentes y futuras, como ya lo hicieran Bermejo y Carballo en 1882, Eugenio Noel en 1912, o Chaves Nogales en la década de 1920. Como no podía ser de otra forma, estos autores están presentes en Historia general de la Semana Santa de Sevilla, como también los están Núñez de Herrera, Ortiz Muñoz, Rafael Laffón o Fernando Villalón, de quienes Pastor, Robles y Roldán, creadores de este magnífico trabajo, pueden considerarse dignos herederos. Dotada de una prosa rica y erudita, pero también amena y directa, sus más de 350 páginas son, al mismo tiempo, un acercamiento ideal para el lector que se inicia y un manual completísimo para el cofrade consumado. Para ello, el trío de intelectuales, popular en la ciudad gracias a su presencia en los medios, ha apostado por una estructura de diez capítulos que se inicia con los antecedentes de la fiesta —desde los orígenes en la Edad Media a la llegada del primer Renacimiento a la imaginería—, y donde se analizan aspectos primordiales como la devoción a la Vera Cruz o al Santo Crucifijo de San Agustín. Más adelante, la obra, que está editada con gusto y acompañada de un buen número de fotografías (muchas de ellas inéditas), pone el foco de atención en el Concilio de Trento, decisivo para el nuevo rumbo que tomará la Semana Santa en el Barroco, y, en consecuencia, en algunas de sus imágenes más icónicas, como el Gran Poder o el Cachorro. Tampoco falta el necesario recorrido por la Ilustración —de Pablo de Olavide y José I a la desamortización de Mendizábal—, el Romanticismo y su impronta —el apartado dedicado a la ‘mirada extranjera’ es una de sus mejores aportaciones— o el nacimiento de la Semana Santa popular. El libro se completa con un centenar de páginas dedicadas al siglo XX —no faltan Font de Anta, los sucesos de 1932 o el boom de los años ochenta—, varios epígrafes donde se ahonda en las características de la fiesta actual, y un epílogo lleno de verdad que contiene sentencias tan lúcidas como «la Semana Santa de nuestra época dura todo el año en la carrera oficial de Youtube, en las descargas y en los mensajes que traspasan las fronteras de la ciudad y llegan al resto del mundo en una décima de segundo».

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«Manual de Liturgia», de Jesús Luengo Mena (Almuzara)

Nos dice el autor nacido en Valladolid y establecido en Sevilla desde su infancia que «la formación es, hoy día, un aspecto muy demandado por los cofrades y hermanos pertenecientes al amplio y variopinto panorama de las hermandades y cofradías», de ahí que su libro pretenda, ante todo, responder a esa demanda. Y lo cierto es que, ya desde el índice —muy prolijo, por cierto—, los interesados pueden comprender la magnitud de un trabajo que no deja cabo suelto en su objetivo de «acercar al profano en la materia, como un primer encuentro, con las normas de la Iglesia», amén de indagar en aspectos como el matrimonio entre católicos, la piedad popular o los tratamientos eclesiásticos y civiles. Publicado por Almuzara y con más de cuatrocientas páginas, Manual de Liturgia arranca con un capítulo destinado a desgranar el funcionamiento de la institución presidida por el Papa. Una estructura piramidal que, bajo el nombre de Curia romana, funciona como un reloj suizo. Tras esto, Luengo centra su atención en los diferentes actos litúrgicos, las clases de culto —desde el dedicado a adorar al Santísimo Sacramento, hasta el que venera las reliquias—, o el porqué de algunas fechas del calendario. En el apartado dedicado a explicar los diversos tiempos establecidos por la liturgia, el profesor y diácono expone las claves del Adviento, la Navidad, la Cuaresma o el Miércoles de Ceniza —todos muy populares—; pero también de otros menos conocidos, como los domingos de Gaudete y Lautare o el Ciclo Eortológico. Responsable de obras como Cabildo extraordinario y Compendio de las cofradías de Sevilla, Luengo también ahonda en el culto a la Santísima Virgen, dedicando un buen número de páginas a explicar sus solemnidades, coronaciones, títulos y advocaciones, por citar algunos ejemplos. Y en cuanto a los aspectos puramente cofradieros, se detiene en el cuerpo de acólitos, exponiendo con gran acierto sus funciones y usos, y subrayando su presencia en los cultos. Otro capítulo interesantísimo es el de los requisitos para fundar una hermandad. A este respecto, el escritor, ligado a la corporación de Jesús Despojado, nos recuerda que «el fin principal y específico es la promoción del culto público». Asimismo expone qué requerimientos son necesarios para que un templo se convierta en basílica —el último declarado fue el trianero del Cachorro—, rematando su necesario y completo volumen con un práctico glosario de térmicos litúrgicos y un anexo integrado por oraciones y devociones marianas.

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«Memoria cofrade. Viacrucis en Sevilla», de Francisco Pérez Estepa (Créate)

Conocido por su incansable labor en pro de las Tradiciones Sevillanas —en febrero tendrá lugar la gala anual de entrega de premios—, sus tertulias radiofónicas y otras muchas actividades relacionadas con la esencia de la ciudad, el comunicador, presentador y pregonero Francisco Manuel Pérez Estepa vuelve a estar de actualidad por la publicación de un nuevo libro cofrade. Si hace apenas un año nos sorprendía con Sevilla Hebrea, dedicado a las dolorosas sevillanas, esta vez nos traslada a los orígenes de la Semana Santa con Memoria cofrade. Viacrucis en Sevilla (Ediciones Créate). Con una introducción firmada por el periodista Antonio Burgos, la obra continúa la senda iniciada en títulos anteriores como «Cofradías llenas de arte» y «Legado cofrade»; esto es reunir un buen número de anécdotas y curiosidades de la celebración religiosa hispalense, para trasladarlas al papel de un modo sencillo y ameno. Ya en su arranque, Pérez Estepa deja clara su intención divulgativa al hablarnos del carácter sagrado del vino y su «uso para las libaciones», citando ejemplos extraídos de la Biblia y confirmando su presencia en la religión cristiana prácticamente desde sus inicios. A este capítulo le sigue un particular recorrido por la historia del palio sevillano, donde tienen cabida sus diferentes estilos, elementos y formas («doce varales de plata cobijan como si fueran los propios apóstoles a María»). A continuación, el libro toma como leit motiv el viaje del I marqués de Tarifa, Fadrique Enríquez de Ribera, a Tierra Santa. Cuenta la tradición que, influido por su experiencia en los Santos Lugares —y más concretamente, impresionado por el Vía Crucis que se organizaba en Jerusalén—, decidió celebrarlo en Sevilla el primer viernes de marzo, partiendo de la «capilla de las flagelaciones» de su palacio y concluyendo en un pilar de la Huerta de los Ángeles (a partir de 1630 la última estación se rezaría en la Cruz del Campo). A partir de este hito, que supondrá el germen de la Semana Santa actual, el autor de El año del Indulto o Donde nace el arte, recrea un hermoso viacrucis a partir de hermandades sevillanas como Pasión, la Esperanza de Triana, las Penas de San Vicente, la Estrella o la Sagrada Mortaja, incluyendo datos sobre las mismas e ilustrándolas con un buen ramillete de fotografías. La obra concluye con un epílogo titulado «La noche de las saetas», que nos retrotrae hasta el 3 de abril de 1923 para homenajear a un personaje del que en 2020 se cumplirá un siglo de su muerte. Este no es otro que Joselito el Gallo, mito de la tauromaquia y figura legendaria ligada eternamente a la hermandad de la Macarena.

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«La Cuaresma según Sevilla», de Enrique Guevara y Jesús Romero (Alfar)

A la ingente y variada bibliografía sobre la Semana Santa de Sevilla acaba de unirse un nuevo título que, según sus responsables, «viene a cubrir un importante vacío», y que no es otro que el período litúrgico del calendario cristiano que se inicia el Miércoles de Ceniza y termina justo antes de la Misa de la Cena del Señor, en la tarde del Jueves Santo. No estamos refiriendo a los cuarenta días que bajo el nombre de «Cuaresma» nos preparan para las jornadas en las que conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, y que simbolizan el tiempo que este permaneció en el desierto de Judea previo a su misión pública. En consecuencia, La Cuaresma según Sevilla, de Enrique Guevara y Jesús Romero, trata de exponer, de un modo sumamente ilustrativo, las claves de una época señaladísima para los sevillanos, donde se multiplican los cultos y actividades previos a la Semana Mayor, y donde las calles se envuelven de un aroma inenarrable. Concebido como un recorrido emocional para el cofrade de a pie y, asimismo, como un manual enciclopédico para quien se inicia en la materia, este libro cuidadosamente editado por Alfar busca convertirse en una guía definitiva sobre la Cuaresma, y para ello nos ofrece más de trescientas páginas de papel estucado y a color, y un formato manejable que lo convierten en un regalo único y competitivo como pocos. No en vano, sus variados epígrafes, enfocados de un modo dinámico y accesible, abarcan aspectos ineludibles como los viacrucis, besamanos, traslados o exaltaciones, al tiempo que introducen apuntes históricos, gastronómicos y patrimoniales bajo el subtítulo «claves de cuarenta días para vivir como cofrades la preparación de la Semana Santa». Junto a su interesante prólogo, concebido a modo de viaje iniciático, su colección de vivencias y su retablo de personajes que pueblan el paisaje cofradiero, la guía cuenta con más de doscientas fotografías obra de Manuel Agüera, Rafael Alcázar, Elías Beltrán, Javier Cantos, Antonio Delgado-Roig, Sebas Gallardo, Manuel Gómez, Daniel Palacios, Jesús del Pozo, Domingo Pozo, Jaime Rodríguez o Jesús Romero, amén de otras procedentes de archivos privados. Tampoco faltan alusiones a algunos de los momentos más íntimos y hermosos de nuestras hermandades, como las ceremonias de subida a los pasos, algo sobre lo que apenas existen publicaciones, o los altares que, con tanto celo, preparan nuestros priostes. En cuanto a sus autores, baste decir que, aunque de ascendencia madrileña, ambos mantienen un vínculo estrecho y emocional con Sevilla, perteneciendo a corporaciones tan señeras como El Silencio o la Macarena.

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«Álvarez Duarte, el niño imaginero», de José Joaquín León (Almuzara)

«Yo recuerdo, de chico, que hacía figuritas de barro». Con esta sencillez que siempre le caracterizó, arranca su relato Luis Álvarez Duarte en una suerte de memorias plasmadas por el periodista José Joaquín León, que pueden considerarse su biografía «canónica» y definitiva, y que llega a las librerías a los pocos meses de su fallecimiento. Quien fuese el último imaginero de la escuela clásica, vio la luz en Sevilla el 22 de mayo de 1950, y desde temprana edad se inició en el manejo de la gubia y el modelado, realizando a los doce años su primera dolorosa, la Virgen de los Dolores de San José Obrero. Una imagen que sorprendió a los cofrades hispalenses y que supuso el primer paso hacia su profesionalización, lograda en 1966 con la Titular de la hermandad de las Aguas, la bellísima Guadalupe. Desde ese momento, Álvarez Duarte dio inicio a una trayectoria ascendente que le llevó a realizar, antes de los veinticinco años, imágenes de referencia como la Virgen de la Concepción de Palma del Río, la Virgen de la Amargura de Constantina, la Virgen de los Dolores de Bellavista, el Cristo de la Sed de Nervión o la Virgen de la Paloma de Málaga. No obstante, su leyenda comenzó a fraguarse en el año 1973, cuando tras el incendio del templo trianero del Cachorro, el joven escultor alumbró a la nueva Virgen del Patrocinio, inspirada en la anterior, pero con un sello personalísimo. Desde entonces su fama se incrementó más allá de nuestra región, recibiendo encargos de diversos lugares de España y América, como Estados Unidos, Venezuela o Argentina. Inserto en el grupo de artistas neobarrocos contemporáneos, según el especialista Alberto Morales Chacón, sus rasgos estilísticos «acusan un intenso naturalismo de corte realista, de un clasicismo evidente, a la manera de los grandes maestros de la escultura sevillana del siglo XVII». Una forma de trabajar que se pone de manifiesto en Álvarez Duarte, el niño imaginero, obra completísima y magníficamente editada por Almuzara, en la que José Joaquín León demuestra no solo su admiración por este maestro irrepetible, sino la gran amistad que les unía. Estructurado en nueve capítulos con sus correspondientes apartados, la obra arranca con la infancia del escultor y su formación en el taller de Francisco Buiza, y continúa repasando su carrera, labrada a base de constancia, esfuerzo e ilusión, a lo largo de cuatrocientas páginas. En suma, un volumen imprescindible para conocer y admirar (aun más si cabe) a una de las figuras más sobresalientes de nuestra Semana Santa.