Los jóvenes y la literatura de hoy

Los jóvenes leen poco. Una tragedia como otra cualquiera. ¿Son las nuevas tecnologías las culpables? ¿Hay algo que invite a la lectura, al descubrimiento de la literatura o cualquier manifestación artística? El caso es que los jóvenes reciben un libro, en muchas ocasiones, a regañadientes. Y eso es un problema.

10 sep 2016 / 12:08 h - Actualizado: 08 sep 2016 / 10:37 h.
"Tribuna Aladar"
  • Nighthawks by Edward Hopper, 1942. / El Correo
    Nighthawks by Edward Hopper, 1942. / El Correo

Tengo dieciocho años y he tenido la suerte de que un interesado por esta juventud tan perdida me pregunte: ¿de qué manera recibís los jóvenes la literatura?

Al principio no sabía muy bien qué responder porque sencillamente no entendía a qué se refería en concreto. Si por el aire, por internet, por amor al arte, por lo que nos parece una vez la palpamos, por vocación o por un tocino que nos la haga tragar en el colegio. Y lo cierto es que al parecer me estaba preguntando por un conjunto de todas ellas. Y aquí estoy yo para responder, críticamente (porque no se puede estar más indignada y, sencillamente, triste al comprobar «cómo reciben» los jóvenes la literatura hoy en día.

En mi caso particular, y perdonen el egocentrismo por empezar con yo, me, mi, o conmigo, tuve la gran suerte de ir a un buen colegio donde existía una asignatura llamada «creación literaria» y la gran suerte de tener un profesor, además de escritor y otras cosas, que me hizo amar, entre otras artes, la literatura.

Una primera toma de contacto con la literatura nunca es fácil, sobre todo si ésta es de la buena. Es como pedirle a un bebé que chupe un limón y después sonría.

El grupo de alumnos que le tocó a este profesor del que hablo no estaba formado por bebés; tendrían doce o trece años (que para el caso vale lo mismo), no se nos exigió que chupáramos ningún ácido sino todo lo contrario. Que escucháramos y que encima después diéramos dos cosas: la primera, nuestra opinión; la segunda, lo que habíamos entendido de un texto que quizás no tenía nada que ver. Gracias a una buena educación, minutos después, se nos reconocía por la realidad con varios segundos de sorpresa sobre las pupilas.

Pues así es como considero yo que los jóvenes perciben hoy en día la literatura, pero sin esa fase de reconducción. Hay una horrible falta de educación, de admiración y sobre todo de mera apreciación por lo que son obras de arte tan simples como pueden ser los artículos de periódico. Porque algunos también lo son. La juventud no lee. Y el mayor problema no es que no lea, es que aquella que no lee, está perdida y se la da por perdida. Aquella otra que lee, no entiende y lee sin ton ni son haciendo apreciaciones a veces innecesarias o incluso lee por suerte. Con leer por suerte me refiero a que los cuatro últimos libros que he comprado no me han costado menos de treinta euros que para el bolsillo de un joven es el equivalente a tres noches de juerga. Con leer por suerte me refiero a que, aquel chico o chica joven que vemos en el vagón del metro, por llevar un libro en la mano y no un iPhone, es el rarito de turno. Y con leer por suerte me refiero a que hoy en día no existe algún tipo de aliciente que invite a leer o a tocar un tipo de hoja de papel que incite a la cultura. La culpa de todo ello no es de las tecnologías, por cierto. Se critica enormemente al daño que han hecho los ebooks cuando, a pesar de parecer una tontería, no menos de unas cuantas veces hemos abandonado la lectura porque un libro pesaba aproximadamente kilo y medio y era insoportable de sostener. La razón fundamental por la que no se lee es otra: la mala literatura que se escribe hoy en día. Hay mucha de calidad, sí, pero no se descubre o es inalcanzable por el motivo que sea. Los clásicos siguen donde están, lo sé, pero llegar a ellos es un camino desconocido y, muchas veces, obligado en los centros de estudios, lo que les convierte en algo distinto. Lo obligado siempre funciona regular.

Hay mucho escritor malo tomando posiciones y eso es peligroso. ¿Qué quiero decir con escritor malo? Escritor que no lee. Gente que llega y piensa que su novela será un éxito porque es única e irrepetible cuando en realidad es una historia ya contada o que sencillamente no aporta nada a la sociedad; igual que el que escribe para desahogarse y lo publica en una red social (que para eso están las redes sociales y no las editoriales). Tampoco se suele tener cerca a una autoridad en la materia que sepa recomendarte un buen libro. Y, por si era poco, los críticos aciertan menos de lo deseado.

Vivimos en una sociedad con prisa en la que nuestros padres seguramente no tengan un buen descanso diario que puedan dedicar a algo como la literatura. Por el simple motivo de que la literatura es un arte, y como tal, necesita tiempo, exige tiempo y dedicación. Por ello, si nuestros padres no lo hacen, por qué lo iba a hacer yo que ni si quiera me leo los que me exige el sistema educativo tan maravilloso que tenemos en España.

Me siento Mariano José de Larra escribiendo estas palabras, pero a la vez tengo la sensación de que la situación no ha cambiado mucho. Ni las autoridades, que creo que son hoy en día más corruptas y mediocres si cabe (¿cómo puede alguien invitar a la lectura si, al mismo tiempo, no apuesta por la cultura y la está destrozando?), ni esa clase media que prefiere llevar la manicura bien hecha antes que tener un buen libro entre unas humildes uñas sin pintar.

Y bueno, a fin de cuentas, mientras la gente en España (país teóricamente europeo y desarrollado) no llegue a fin de mes, no tenga un especial interés por las artes y más concretamente por la lectura que es algo básico y necesario para el desarrollo del cerebro desde la infancia; hasta que leer siendo adolescente no sea un taboo y hasta que un libro ordinario no deje de costar más de nueve euros y de pesar un kilo y medio, la gente, efectiva y tristemente, no leerá. Y en menor medida de este desfavorecido y desdichado público al que se ha hecho referencia, se encuentran los jóvenes en primer plano.