Mi vida como hombre

Philip Roth arma un texto con una trama inverosímil que deja entrever que si el lector es capaz de seguir adelante es por incluir elementos que arriman a la realidad más absoluta.

19 nov 2016 / 12:00 h - Actualizado: 16 nov 2016 / 17:21 h.
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  • Portada de la novela ‘Mi vida como hombre’. / El Correo
    Portada de la novela ‘Mi vida como hombre’. / El Correo

De una crudeza implacable y una sinceridad desgarradora, las variaciones sobre el mismo tema que Philip Roth presenta en Mi vida como hombre suponen cada vez una nueva vuelta de tuerca alrededor de cómo un hombre puede echar a perder su propia vida sabiendo bien lo que hace y cómo lo hace. Una historia contada de una forma totalmente inverosímil, y a la vez de una autenticidad tan descarnada que por fuerza tiene que contener elementos autobiográficos reales.

El narrador-protagonista (primero Nathan Zuckerman, después Peter Tarnopol) nos cuenta con todo detalle cómo vivía una existencia completamente literaria que le hacía feliz, y cómo ese afán por la literatura le llevó a elegir una esposa como un personaje de ficción. Este narrador habla de sí mismo como de una Madame Bovary masculina y moderna, que en vez de haber llenado su imaginación de novelas románticas la había llenado de la mejor literatura universal, y a causa de ello llegó a creer que su vida tenía que responder a ciertas pautas de comportamiento transcendentes: sus acciones debían estar llenas de sentido, su pareja no podría ser una persona cualquiera sino alguien con un pasado, con una experiencia vital significativa. Para, finalmente y siempre en sus propias palabras, acabar siendo el protagonista de escenas dignas de un culebrón.

Las narraciones «ficticias» de Nathan Zuckerman del principio son bastante superiores desde el punto de vista literario a las narraciones «reales» de Peter Tarnopol de la segunda parte. La elaboración literaria de los hechos vitales les va a dar una dimensión artística de la que va a carecer la confesión, por muy sincera que sea y muy bien escrita que esté Pero la fascinación continúa en cualquier caso hasta el final, Peter Tarnopol es una figura tan magnética como sin duda lo es su propio autor.

Calificación: Extraordinario.

Tipo de lector: Que no necesite una historia con planteamiento, nudo y desenlace.

Tipo de lectura: Exigente, confontante, muy satisfactoria.

Engancha desde el principio.

No le sobra ni una página.

Argumento: Variaciones sobre cómo un hombre y una mujer pueden convertir sus respectivas vidas en un infierno, primero en la literatura y después en la vida del autor.

Personajes: Extremos, intensos, muy reales y complejos.

¿Dónde puede leerse? En un café, con música clásica de fondo.