Paseos por Córdoba

Una vuelta por Córdoba nos lleva hasta la Andalucía más bella y más entrañable. La autora nos enseña algunas imágenes de la ciudad en esta crónica deliciosa

Paseos por Córdoba

Paseos por Córdoba / Concha García

Concha García

Me gusta el barroquismo que encuentro en el interior de las iglesias de Córdoba. He pasado muchas veces por la puerta de la de San Hipólito, situada en pleno centro. La puerta siempre estaba cerrada, no así los bares que inundan con sus mesas la plaza de San Ignacio de Loyola. Un día laborable tuve la fortuna de pasar a la hora de misa, once de la mañana, y la encontré abierta. Entré y vi pocas personas. Sonaba por los altavoces una música muy agradable. Atravesé el templo por el pasillo central mientras miraba las imágenes de la Virgen del Pilar, la del Cristo clavado en la cruz, otro Cristo aureolado con expresión seria y señalando con el dedo de la mano derecha hacia adelante. La nave con crucero está reformada, lucía impoluta, la cabecera gótica también estaba muy limpia. Tras el altar no hay retablo sino unos ventanales góticos que se cubren con cristaleras contemporáneas que representan a diversos santos jesuitas. Los sepulcros de Fernando IV y Alfonso XI. Sobre el arco de su sepulcro había una inscripción donde ponía que Alfonso XI ganó a los moros la ciudad de Algeciras.

La verticalidad de sus sombras hace juego con la altura del templo. Estaba allí como podría estar en Quito, México o Nápoles. Los templos católicos son un espacio creado de tal manera que estés donde estés al entrar en ellos sientes algo familiar. Me entretuve mirando el exceso de esculturas y las capillas albergando vírgenes o santos. Me detuve en una porque me llamó la atención su largo nombre: Capilla de la buena muerte Nuestra Señora de los Mártires de Córdoba. Era del año 1950, la virgen estaba vestida con un ampuloso ropaje y el cuello envuelto en un pañuelo, una enorme corona dorada sobre su cabeza que debía se sostenía sin que el rostro de la virgen pareciera afectado por el peso, estaba rodeada de cirios apagados. Tras ella, en el retablo barroco, me fijé en una hornacina que tenía la virgen de los Dolores dentro, acristalada. Era una talla del s. XVIII, la capilla estaba llena de otras esculturas como un Ecce Homo que apenas se veía ocultado por el ropaje de la virgen. Iban entrando más personas para escuchar la misa y vi al párroco situarse ante el altar. Salí con discreción y respeto.

Me encaminé hacia la Avenida del Gran Capitán, aquí le llaman bulevar, y no deja de ser razonable ya que un bulevar es un paseo arbolado donde se encuentran edificios importantes como el de Hacienda, el Gran Teatro o el edificio de los Sindicatos. Un trozo de la muralla que rodeaba la antigua ciudad de Córdoba puede verse en la cristalera de CajaSur, la muralla rodeaba la ciudad. Ahora solo puedes hacerte una idea si bajas por el paseo de la Victoria hasta la puerta de Almodóvar y continúas caminando hasta que llegas al Alcázar. Una de la posibilidades del origen de la palabra Córdoba proviene del hebreo kortz, oro, y duba, lugar o ciudad, es decir, ciudad con oro, aunque en realidad la tradición ha sostenido una actividad platera hasta hoy, solo que ahora es una actividad precaria. Quedan visibles algunos talleres artesanos, sobre todo en la judería, a la que solo se puede ir por las mañanas ya que a medida que pasa el día se va llenando de turistas. Las naranjas aun penden de los árboles en el mes de febrero, algunas se han recogido para que no inunden las calles de sus frutos.Hay más de 30.000 naranjos en Córdoba, en primavera el olor es sencillamente embriagador.

Me senté en la terraza de un bar junto a la Puerta de Almodóvar. Hacía sol y a la una ya estaban llenas de gente que hablaba sin parar. Apenas se ven mujeres solas paseando o tomando un vino. La gente va en grupo. Casi todos son grupos familiares o de jóvenes adolescentes. Veía muchas parejas hombre y mujer. Me sorprendió una de ellas, pasaban hablando con su móvil y al niño, dentro del cochecito, le habían colocado otro móvil enfrente, de tal manera que no podía ver lo que tenía alrededor, sino que estaba ensimismado en unos dibujos animados chillones. Sentí pena porque ese niño llegaría con sus facultades sensitivas mermadas por la atención a las pantallas digitales. Llegará un mundo nuevo donde mirar tenga que ejercitarse como nadar o aprender un idioma. Mientras tanto termino mi cerveza y siento que pronto llegará la primavera.