MIGRACIONES

De Mali a Guillena, la historia de Kader ante el racismo: "A cualquiera le puede ocurrir que tenga que irse de su país"

Este maliense de 30 años, solicitante de asilo, lleva año y medio en España y en la actualidad vive en uno centro de acogida en el municipio sevillano de Guillena

Kader, solicitante de protección internacional maliense, en el huerto municipal de Guillena, a donde va muchas tardes.

Kader, solicitante de protección internacional maliense, en el huerto municipal de Guillena, a donde va muchas tardes. / CEAR

Ana Carretero

Ana Carretero

Kader (nombre ficticio) es un solicitante de protección internacional de Mali que decidió abandonar su país hace año y medio y enfrentarse a la peligrosa ruta canaria en cayuco, que ya se ha cobrado este año la vida de 4.808 personas, según el último monitorio de Caminando Fronteras.

De las Islas Canarias, fue trasladado a Córdoba a un dispositivo de acogida humanitaria para, posteriormente, vivir unos meses en Dos Hermanas (Sevilla). "A cualquier persona le puede ocurrir que tenga que irse de su país", afirma mientras recuerda entusiasmado lo que le gustó conocer la historia cordobesa, su pasado musulmán, la diversidad de culturas que han vivido en la ciudad califal.

"Lo que más me sorprendió era la cantidad de gente que había en todos sitios y de todas las partes del mundo. Al principio no entendía qué hacían allí, luego ya supe lo que es hacer turismo", asegura. Eso sí, confiesa que tiene una asignatura pendiente: probar el salmorejo, algo que no llegó a probar en su corta etapa cordobesa.

Lo que más me sorprendió de Córdoba era la cantidad de gente que había en todos sitios y de todas las partes del mundo

Kader

Finalmente, recaló un centro de refugiados en la localidad sevillana de Guillena en el que reside hace ya más de ocho meses. Unas instalaciones similares a las del nuevo centro de Alcalá de Guadaíra, que este lunes acaparó muchos titulares y publicaciones de redes sociales.

A la proliferación de publicaciones en Internet de todo tipo, que propiciaron incluso una protesta vecinal contra el dispositivo de acogida por el traslado de 85 inmigrantes, en su mayoría malienses también solicitantes de refugio, le siguieron los reproches entre administraciones por la falta de información oficial y la falta de coordinación entre ellas sobre su apertura, lo que acrecentó la incertidumbre y la inquietud de muchos alcalareños.

Kader se anima a hablar con El Correo de Andalucía para que sus vecinos conozcan historias como la suya. Historias en las que chicos con toda la vida por delante, se ven abocados a arriesgarla en travesías migratorias muy peligrosas para huir de las guerras y conflictos bélicos.

A la espera de que le reconozcan el asilo

Como él, al que le gustaría retomar su antigua profesión de electricista, los inmigrantes que se acaban de instalar en Alcalá decidieron huir de un país envuelto en una cruenta guerra fratricida desde 2012. Tal como tuvieron que hacer hace casi dos años los ucranianos, los afganos cuando los talibanes tomaron el poder, y cada vez más venezolanos, la nacionalidad que cuenta con más asilados (40.000 personas en 2023) en España, muy lejos de otras como la maliense (casi 2.400) o la senegalesa (1.300), por citar dos de origen africano.

Kader, que se esfuerza cada día por mejorar un español ya avanzado, por lo que podría acudir al médico o a la entrevista de trabajo sin ningún problema de comprensión y respondiendo con fluidez, espera que se resuelva pronto su situación burocrática para, por fin, tener un primer permiso de trabajo y poder formarse aquí para contar con alguna titulación válida en España. En su país de origen conviven más de 80 lenguas, dependiendo la zona, y su lengua materna es el bambara, por lo que su nivel de español en tiempo récord también muestra su interés por integrarse.

Kader abandonó Mali hacer año y medio y actualmente reside en un centro de refugiados de Guillena (Sevilla).

Kader abandonó Mali hacer año y medio y actualmente reside en un centro de refugiados de Guillena (Sevilla). / Ana Carretero

Si no puede volver a ser electricista, quiere probar con fontanería o en el mundo de las reformas en general. "Me gustaría poder conocer otros lugares. Querría vivir en un pueblo, pero cerca de la ciudad para poder hacer más cosas", sostiene. Tampoco sabe si quiere quedarse o probar suerte en el norte de Europa.

Kader asegura que no ha percibido ninguna actitud racista entre sus vecinos en los ochos meses que lleva viviendo en la localidad sevillana de Guillena

Cuenta que suele leer los periódicos y ver los informativos a diario; se interesa mucho por lo que se publica de su país, y este lunes le sorprendió que "le saltara en el móvil" noticias sobre el nuevo centro de Alcalá. No entendía bien lo que ocurría porque, además, sostiene que no ha percibido ninguna actitud racista entre sus vecinos en los ocho meses que lleva viviendo en Guillena.

Su día a día más allá del centro de acogida

Como cualquier joven, mientras llega el ansiado estatuto de refugiado o la protección internacional –las entidades sociales denuncian la falta de citas, la lentitud de los procesos y el descenso del número de solicitudes positivas–, pasa sus días entre clases, pachangas de futbol con compañeros del centro y jóvenes del pueblo, y las visitas al huerto municipal

También disfruta mucho colaborando el programa de radio en la emisora municipal, que tiene CEAR, la ONG que gestiona este centro del sistema estatal del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.