Nevenka y nuestra arma más poderosa

Mujeres que lloran y se abrazan, se cuidan y se protegen, sin que eso les reste un ápice de fuerza y de valentía. Ese es mi equipo.

Mireia Oriol, Nevenka Fernández, Ana Pastor e Iciar Bollaín en una entrevista de 'El Objetivo'.

Mireia Oriol, Nevenka Fernández, Ana Pastor e Iciar Bollaín en una entrevista de 'El Objetivo'. / Cedida

Isabel Morillo

Isabel Morillo

Lloré viendo la entrevista de Ana Pastor a Nevenka Fernández el pasado jueves en El Objetivo. Al terminar la conversación entre ambas se oye que ella le dice: “He estado muy llorona”. No lo estuvo. Al otro lado de la pantalla, sí que había una llorona. No era pena. Ni siquiera rabia. Eran lágrimas de admiración y de frustración porque pasara lo que pasó.

Bajo la apariencia de fragilidad de aquella chica joven y demacrada de 2001 había una mujer valiente, con el arrojo que hay que tener para enfrentarse a todo lo que se enfrentó y plantarse como se plantó. Ella explica que fue una cuestión de supervivencia. Fue mucho más. Nos salvó la vida a muchas.

Eligió el camino correcto, el de defender su verdad, y solo podemos darle las gracias porque cuando 17 años más tarde, en 2018, miles de mujeres salimos a la calle a decirle a la víctima de La Manada “Hermana, yo sí te creo”, Nevenka había abierto ese camino. Siempre tratan de cuestionar a la víctima. ¿Qué hacía una chica borracha yéndose con cinco hombres? ¿Qué buscaba? Ante esa pregunta, la mayoría de la sociedad española se plantó.

Fuimos crueles

Con la concejal del PP en Ponferrada (León) fuimos mucho más crueles. Proyectaron de ella la imagen de lista, guapa y trepa. Inducían a pensar que se acostó con el alcalde y luego quiso hacerse la pobrecita. El infierno de terror, amenazas, mentiras y miedo por el que pasó Nevenka quedó oculto. Ella todavía vive fuera de España. Su acosador pagó una multa y ya.

Ana Pastor se hizo amiga de Nevenka cuando Newtral, su empresa, rodó el documental de este caso para Netflix veinte años después. “Además de su valentía, a mí lo que siempre me ha llamado la atención es su mirada luminosa sobre la vida. Que sea capaz de proyectarlo todo en positivo y no transmita odio ni amargura”, cuenta la periodista. “Siempre digo que es un poco bruja y parece que me intuye, cuando lo necesito, me llega un mensaje de Whatsapp o un audio suyo que me ayuda a resituar el foco, a nos desviar mis energías”, añade Pastor, “¿cómo se puede tener tanta luz habiendo pasado tanto sufrimiento?”.

Todavía hoy hay quienes te quieren bien y te riñen por llorar o por contarlo, como si fuera mostrar un síntoma de debilidad que da armas a tus detractores. Para mí no lo es. Tenía derecho a llorar Nevenka cuando con 26 años se convirtió en la primera mujer en denunciar por acoso a un político en España. Tenía derecho a llorar cuando aquel fiscal impresentable la trató como si ella fuera la acusada. O cuando sus vecinos vociferaban a las cámaras: “A mi nadie me acosa porque yo no me dejo”. Y tendría derecho a llorar ahora para celebrar todo lo que ha conseguido para las mujeres en España, aunque ella siga sin darse la más mínima importancia. Todo, sin que esas lágrimas resten ni un poco a su verdadera fuerza, su valentía, su luz y su triunfo.

Un papel insoportable

El papelón del PP en aquel caso fue terrible. Insoportable. En 2013 los concejales del PSOE se fueron del partido y pactaron con el exalcalde popular, condenado por acoso, para hacerse con la alcaldía. Aún hoy esa entrevista de Pastor y Nevenka tuvo que grabarse en Zamora porque Ponferrada no ha dado los permisos para el rodaje de la película de la directora Iciar Bollaín. También hubo gente buena. Hombres fundamentales para que ella saliera adelante, desde su pareja a su abogado o el psiquiatra que avaló el acoso. Hubo una rival política, la socialista Charo Velasco, que son “de esas personas que te reconcilian con el mundo”, recuerda siempre Ana Pastor.

Han cambiado muchas cosas en España y otras muchas tienen que seguir cambiando. La furia con la que el pueblo de Ponferrada gritaba a las cámaras es fácil hoy detectarla en las redes sociales. Los comentarios machistas y vejatorios, la mayoría de índole sexual, son el pan nuestro de cada día. Si son mujeres en puestos de responsabilidad o poder, la ira aumenta.

Pienso llorar este domingo cuando vaya al cine a ver la película “Soy Nevenka” sin que esas lágrimas resten ni un ápice de luz ni de fuerza a su historia. Fue precioso ese final de la entrevista emitida en La Sexta. Las manos entrelazadas de la actriz Mireia Oriol, de Nevenka Fernández, Ana Pastor e Iciar Bollaín. La red de mujeres que nos sostiene y nos respalda. Los mensajes que llegan al móvil cuando te intuyen: “¿Cómo puedo ayudarte?”. Gracias Nevenka y gracias a todas las demás. Nuestra red es nuestra arma más poderosa.