{Habla con pasión de la historia de Inmobiliaria del Sur (Insur) y también de su presente. Reside en el sevillano barrio de San Bernardo y asegura que la ciudad más hermosa que han visto sus ojos es la capital de Italia, Roma. Ricardo Pumar cuenta con orgullo que su compañía, de enorme prestigio en el sector inmobiliario, ha pasado por los mares de la crisis navegando con solvencia y cuenta con una sonrisa en su rostro un proyecto novedoso que están llevando a cabo en Madrid con 28.000 metros cuadrados de oficinas modernas.
Ha venido a hablar del universo inmobiliario, de un mundo que conoce bien y que le hace feliz cuando cada mañana se levanta para acudir a su despacho de presidente de Insur.
—¿Se encuentra a gusto en esta hemeroteca?
—Indudablemente. Es un honor además que me llamen aunque las personas que no estamos acostumbradas a las cámaras, especialmente a las de televisión, nos preocupamos un poco.
—¿Me diría las claves del éxito de Insur?—Creo que se debe a su estrategia, encaminada siempre al largo plazo, sacrificando el corto. Fruto de esa política hemos llegado a combinar una actividad patrimonial con la de promoción. Lo primero es menos rentable pero más seguro y la otra es más rentable pero presenta mayores riesgos. Esa combinación, bien llevada, es muy importante y te permite defenderte en épocas de crisis, que en nuestro sector suelen ser dolorosas y profundas. —¿Cómo nació Inmobiliaria del Sur?
—Nació en 1945 y fueron tres empresarios que se conocían y tenían un gran espíritu emprendedor y fundaron la empresa porque querían concurrir al concurso de los terrenos del Prado de San Sebastián en Sevilla. No le adjudicaron aquel suelo y decidieron no disolver la sociedad. Mantuvieron el capital aportado para buscar otras oportunidades.
—Y aquello salió bien...—Un par de años después de aquello compraron a Urbanizadora Los Remedios todas las parcelas aledañas a lo que es hoy la Avenida de la República Argentina, desde el Parque de los Príncipes hasta la Plaza de Cuba. Con aquel capital de origen compraron todo eso y fueron desarrollando una gran bolsa de suelo. Salió bien, sí. En aquella época no había financiación a la hora de construir y todo se hizo a pulmón. Pocos años después se hizo una ampliación de capital y entraron nuevas familias. También vendían solares a cambio de locales y primeras plantas que destinaban a oficinas, y de ahí surgió esa vocación patrimonialista de Inmobiliaria del Sur. Los beneficios que se generaban se invertían en construir un patrimonio. —¿Y ese espíritu permanece?
—Sí, porque gran parte de las familias fundadoras y de las que se incorporaron algo después siguen hoy en Insur en tercera o cuarta generación vinculadas a la empresa.
—¿Qué objetivos tienen para 2018?
—Queremos ser una compañía sostenible en el tiempo. Aspiramos a una rentabilidad razonable porque no queremos incurrir en mayores riesgos. Queremos ser referentes en el sector y eso nos obliga a una gestión integral.—¿Es Andalucía el sitio ideal para este proyecto?
—Andalucía es nuestra sede y nuestro origen, además de nuestro terreno natural pero no podemos quedarnos sólo aquí y desarrollamos nuestra actividad también en otros territorios. Somos prudentes, eso sí, y nunca hemos creído del todo en la internacionalización de promociones porque creemos que hay que conocer muy bien el terreno que se pisa. Lo que hicimos fue implantarnos en Madrid, un mercado muy competitivo pero también muy transparente. Aunque los márgenes sean más pequeños, en Madrid se vende lo que se produce.—¿Cuál es la parte más bonita de su trabajo?
—Me gusta todo lo que tiene que ver con mi trabajo. Quizás la actividad patrimonial que es el alma mater de la compañía sea algo más aburrida. Yo siempre digo que la actividad de la promoción no es un ejercicio para vehementes porque siempre se desarrolla en plazos muy largos y hay que tener paciencia. —¿Me diría cuál es el mejor sitio de Sevilla capital para vivir, el mejor barrio?
—Pues donde vivo, San Bernardo, que era un barrio de toreros y ahora lo es de arquitectos. Fíjate que los cuento y me salen diez o doce arquitectos que se han hecho sus casas en San Bernardo. Por algo será. —¿Y en la provincia? ¿Sierra, Vega, Aljarafe?
—A mí me gusta mucho la sierra para descansar pero si hablamos de vivir, por aquí, cerca de la capital y con todos los servicios necesarios para vivir, infraestructuras y buenas conexiones, me iría a la zona de Entrenúcleos, que pertenece al municipio de Dos Hermanas pero está muy cerca de Sevilla y perfectamente conectado. —¿Me dice la ciudad más hermosa del mundo?
—Roma, y bastante más que París. Sí, Roma, que tiene más sabor, más historia. Es como un palacio junto a otro. —¿Roma es más bonita que Sevilla?
—Bueno, son cosas distintas. Sevilla es también una ciudad muy bella y eso no sólo lo decimos nosotros, sino que lo dicen en toda España y muchos extranjeros. —¿Qué le gustaría construir que aún no haya hecho? ¿Tiene algún sueño en ese sentido?
—Parece que todos los promotores piensan siempre en grandes edificaciones, en rascacielos, en grandes obras, pero yo pienso que se trata de cosas muy bonitas pero muy poco rentables. Está muy bien desde el plano personal, pero después no son tan provechosas desde otros puntos de vista. Muchas zonas comunes, poco aprovechamiento útil, caro de hacer, de mantener... —¿Usted entiende que muchos ciudadanos no ven con buenos ojos las construcciones enormes, los edificios muy altos y las torres que rompen la línea habitual de altura de las ciudades?
—Claro que lo entiendo, por supuesto, pero todo es una cuestión de equilibrio. Hay quien te dice que esas torres tan altas le quitan la vista de lo que antes veía, otros dicen que los edificios modernos son feos... pero todos tenemos que entender que no sólo debemos conservar las cosas antiguas, sino que hay que avanzar al mismo tiempo. Si sólo nos dedicásemos a mantener lo clásico no existirían las nuevas tendencias, los proyectos nuevos y, por tanto, tampoco habría determinados avances. Hay que buscar el equilibrio. —¿Alguien que le haya comprado a ustedes un piso le ha dicho «soy muy feliz en este lugar que les compré»?
—Muchas veces... muchas. Nosotros siempre hemos orientado nuestros esfuerzos al cliente, de ahí lo que te contaba del largo plazo. Hemos tenido a muchos clientes muy satisfechos y eso me hace muy feliz, claro. Producir hogares y estar presentes en la decisión de unas personas que consideran que están haciendo la mayor inversión de sus vidas es algo muy bonito. En esas casas se instalan los proyectos de vida de las personas y por eso somos tan exigentes con nosotros mismos. Es algo muy serio. —¿Insur estaría preparada para otra crisis?
—A la anterior hemos sobrevivido pocos porque sobrevivir implica vaciar las alforjas y no todo el mundo está preparado para eso. Las crisis en este sector nuestro suelen ser muy duras y muy largas en el tiempo, como ésta última que yo creo que ha debido ser la madre de todas las crisis, durísima. Yo creo que muchos no aguantarían otra como ésta. Nosotros lo que hicimos fue tener siempre controlado el endeudamiento, siempre a raya, y garantizar así cierta seguridad.—¿De los productos que tienen ahora en el mercado, me dice el que le gusta más, el más interesante?
—Pues ahora tenemos un proyecto muy singular. Inmobiliaria del Sur tiene la costumbre de adquirir el terreno, diseñar el producto, construir y además comercializar. O sea, que hacemos todo el proceso desde la compañía. Pues bien, ahora por primera vez en Madrid estamos desarrollando algo novedoso para nosotros y muy interesante.—A ver.
—A un kilómetro del Palacio Real, en el Madrid Imperial dando a la zona de Madrid-Río, hemos comprado unos terrenos y estamos desarrollando un Parque Empresarial de nueva generación de 28.000 metros cuadrados, en dos edificios de 14.000 metros cada uno. Se trata de edificios de oficinas y el proyecto es muy ilusionante sobre todo porque es muy novedoso.
—¿Llevan ustedes con orgullo llamarse y ser del Sur?
—Claro que sí, muy orgullosos de serlo además. Nuestra sede está aquí y aunque estemos obligados a diversificar porque así lo requiere el mercado, nuestro eje principal de negocios y como digo nuestra sede principal está en esta tierra, que es la nuestra. Hay que explorar fuera, qué duda cabe, porque además es necesario. La compañía tiene que estar en el lugar donde esté la demanda. Así hay que hacer las cosas.
—¿Insur es, después de este tiempo, una compañía que ofrece muchas garantías al cliente, verdad?
—Claro, y crear esa imagen nos ha llevado tiempo. Por eso no queremos nunca beneficios a corto plazo sino pensar siempre en el cliente, que es lo más serio y lo que nos convierte en una empresa de confianza. Pero además de la solvencia, está nuestra responsabilidad social, y cuidar siempre la marca. Mira, hemos pasado la crisis haciendo algo que era necesario. No estábamos dispuestos a echar a ningún miembro de la plantilla y para ello lo que hicimos fue bajar todos los salarios, desde el primero al último. Y mantener a todo el mundo. Hemos cumplido escrupulosamente con clientes, proveedores... con todo el mundo, pero tenemos una responsabilidad y hay que cumplir siempre en todos los frentes. Los esfuerzos se han hecho además manteniendo nuestra responsabilidad social pensando siempre en generar riqueza y empresas para que mejore el emprendimiento en Andalucía. Hemos cedido 1.000 metros cuadrados de oficinas para ayudar a emprendedores que se encuentran en esa situación crítica de arrancar algún negocio. Y ahí seguimos ayudando en lo que podemos. —A usted se le ve feliz con lo que hace, con su trabajo.
—Mucho. Lo principal de un trabajo es que te guste. Me dan mucha pena las personas que van a trabajar en algo que no les gusta. El día se tiene que hacer muy largo. —Y a usted se le hace corto.
—Muy corto.