El ecologista jornalero

La biografía de Paco Casero, líder jornalero y uno de los padres del movimiento ecologista andaluz, retrata la evolución del mundo rural de Andalucía en el último medio siglo y revela la fuerza de la sociedad civil organizada como motor de cambio

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
16 ene 2016 / 23:47 h - Actualizado: 16 ene 2016 / 23:48 h.
"Ecoperiodismo"
  • El ecologista y líder sindical Paco Casero, en una foto de archivo. / Juan Carlos Cazalla
    El ecologista y líder sindical Paco Casero, en una foto de archivo. / Juan Carlos Cazalla

{«Sin Paco Casero Andalucía habría sido diferente», afirma su biógrafo, el periodista Raúl Limón, que ha escrito una crónica de la Andalucía rural desde los últimos tiempos de la dictadura franquista hasta la actualidad, a través de un protagonista de esa historia. Medio centenar de huelgas de hambre, detenciones, marchas sociales, encierros, ocupación de fincas... acciones pacíficas lideradas por Paco Casero para luchar por la dignidad de los trabajadores del campo que le han permitido ocupar un lugar en la historia de Andalucía como protagonista y no como mero testigo.

Tras su regreso de Menorca, donde emigró su familia, este marchenero universal recorrió Andalucía viviendo los problemas de los colonos y los jornaleros, visitó Barcelona y descubrió la esencia del movimiento obrero. Armado con una voluntad inquebrantable y unos deseos irreductibles de cambiar una realidad social injusta, Casero promovió el gran movimiento jornalero de los años 70 en Andalucía que desembocó en la creación del Sindicato de Obreros del Campo, en el que hombres y mujeres no dudaban en seguirle en acciones como la ocupación de fincas de grandes terratenientes para lograr un efecto mediático que no se hizo esperar: su lucha fue recogida por publicaciones internacionales como The New York Times, Le Monde y Newsweek, entre otras, y puso en jaque a todos los gobiernos de la Transición con demandas de trabajo, dignidad y tierras para los más desfavorecidos del mundo rural. Más de 5.000 artículos de prensa que le han servido de materia prima al periodista Raúl Limón para escribir Pasado rojo, futuro verde .

En la década de los 80 se produjo «una evolución natural», según explicaba Paco Casero en la presentación de su biografía, y el líder jornalero se volcó en la creación del movimiento ecologista en Andalucía que se materializaría en acuerdos tan cruciales como el Pacto Andaluz por la Naturaleza, germen del primer Plan Forestal Andaluz, el proyecto de mayor participación y consenso de la historia política andaluza para recuperar dos millones de hectáreas forestales en unos años en los que nadie hablaba aún del cambio climático. Casero estaba convencido de que recuperar los bosques andaluces no era sólo una obligación para defender la naturaleza, sino también el empleo y la riqueza del mundo rural.

Casero logró movilizar a la sociedad civil a través del ecologismo igual que antes lo había hecho con el movimiento jornalero. Las ocupaciones de fincas dieron paso a los encierros y las huelgas de hambre para evitar desmanes ambientales. Ecologistas y ciudadanos lograron imposibles de la mano de Casero, como frenar las aspiraciones de grandes fortunas como la de Hohenlohe, dispuesto a sacrificar Doñana por crear campos de golf en el malogrado proyecto Costa Doñana, o recuperar vías pecuarias usurpadas; a la vez que se plantó cara a proyectos gubernativos como el cementerio nuclear de El Cabril en Hornachuelos (Córdoba) o el vertedero de residuos tóxicos y peligrosos de Nerva (Huelva).

El pacifismo y la lucha mediante la no violencia marcó siempre la acción reivindicativa de Casero. Esa forma de actuar le valió el respeto de sus adversarios en el mundo político y económico, impregnó hasta las siglas de la primera gran organización ecologista andaluza, la Confederación Ecologista Pacifista de Andalucía (CEPA), y llevó a Casero, en plena vorágine terrorista, a protagonizar una huelga de hambre en el corazón de Euskadi, junto al árbol de Guernika, desafiando las amenazas e incluso los desplantes de algunos excompañeros. «Su valentía fue reconocida hasta por el propio Gobierno vasco», apunta Raúl Limón en el libro.

Siempre reivindicativo, este revolucionario sexagenario siguió dando pasos de gigante y logró a través del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE) primero, y de Ecovalia después, que Andalucía sea la región productora líder de Europa en agricultura ecológica. Tras lograr alcanzar esa meta, Casero ha cedido de nuevo el testigo «a un equipo más joven», pero ha proseguido su lucha ahora en una nueva fundación, Savia, desde donde sigue haciendo preguntas incómodas a los dirigentes: «¿Cómo quieren que sea Andalucía en el año 2030? ¿Por qué Andalucía en sus mejores momentos no ha logrado bajar del 15 por ciento de paro?».

A Casero ahora le preocupa que ante estas preguntas cruciales los actuales líderes políticos no den respuesta. «En Baviera, a la entrada de la fábrica de BMW, hay un listado de los mejores trabajadores de la empresa... está plagada de andaluces; en ecológico hemos demostrado que podemos ser los primeros y somos la única comunidad autónoma con un sello certificador propio», recalca Casero y sentencia: «Me preocupa que no haya iniciativa y que Andalucía no juegue el papel protagonista que le corresponde».