Un templo gastronómico en el Aljarafe sevillano

Casa Rufino, en Umbrete, se convierte en referente culinario por méritos propios

Un templo gastronómico en el Aljarafe sevillano

Un templo gastronómico en el Aljarafe sevillano / Carlos M. Montero

Carlos M. Montero

Rufino es un tipo peculiar con ese don de gentes, que ahora le llaman relaciones públicas, que le ha dado el estar detrás de una barra toda la vida. Conoce a los parroquianos habituales que, en busca de sus viandas, acuden a diario y, a los que no son habituales, tarda medio minuto en hacerles sentir como en casa. Es un tipo afable, campechano y con la habilidad hostelera del siglo pasado de venderle hielo a un esquimal, consiguiendo que te vayas feliz por cómo has comido y por lo que has comido, haciendo hueco en tu agenda mental para una próxima escapada al pueblo del mosto. A su estilo y profesionalidad se suma la de sus trabajadores, pero él quiere estar presente en todo momento participando en el servicio, en muchas ocasiones porque es el propio cliente quien lo demanda. El caso es que Rufino, en Umbrete, es toda una institución.

Ubicado en pleno centro del pueblo, la definición de la cocina de Casa Rufino sería «la de toda la vida». A una buena chacina, se le unen pescados fritos o frescos como corvina, dorada, lenguado, lubina salvaje, pez espada e incluso sardinas asadas en temporada; mariscos como gambas de Huelva, langostinos de Sanlúcar, ortiguillas, almejas finas o una carrillada de merluza con gambas que quita el hipo; carnes como chuletitas de cordero lechal, chuletón de vaca, entrecot de ternera, solomillo de buey o el clásico de la cocina asturiana, el cachopo; desde los guisos más clásicos como el menudo con garbanzos, la urta a la roteña, la cola de toro o el bacalao con tomate, a los más actuales como las albóndigas de mero con langostinos; ahumados, huevos revueltos y fritos... y unos postres caseros que no pueden faltar en ninguna mesa que se precie. Todo, manteniendo una relación calidad-precio sencillamente increíble.

Tenemos producto, cocina, atención al cliente, servicio de sala. ¿Se puede pedir algo más? ¡Unos salones! Pues aquí los tiene también. Distintos espacios distribuidos en salones de diferentes capacidades para una pequeña reunión o para grandes comidas familiares o de empresas, pero la barra también está disponible y el formato tapas es otra opción.

A las obligadas visitas culturales que esta villa nos obliga como el Palacio Arzobispal o la Iglesia de Nuestra Señora de Consolación, se une la de Bodegas Salado, que se ha convertido en un referente vitivinícola sevillano y, como no, uno de los templos gastronómicos del Aljarafe: Casa Rufino.