«Mussolini fue un antiguo dirigente socialista»
El profesor José Luis Orella, uno de los mayores expertos en totalitarismos en Europa, publica Historia del Fascismo, de la editorial andaluza Sekoitia (Almuzara). También se habla de VOX, Franco, Hungría o Polonia
Ezequiel García
Estamos en jornada de reflexión. Hemos oído hablar de populismos, ultraderecha, compra de votos o filoetarras. Dos semanas de cruces de apelativos entre los que, sobre todo en las redes, se ha colado el tan recurrente facha. Pero hablar con propiedad del fascismo exige conocer sus orígenes intelectuales y políticos. El auge del fascismo no llegaría a entenderse sin saber por qué Benito Mussolini acumuló tal número de seguidores y cómo supo aprovechar el descontento de todo un país con una potente mezcla de nacionalismo y populismo.
Sus mejores herramientas: la inestabilidad política de la Italia de posguerra; su discurso de unidad nacional; el hábil manejo de la propaganda, el deporte y la cultura; la utilización del mito de la mujer-madre como símbolo de seguridad e impulsora de la regeneración del país; y la apelación a los jóvenes como valerosos forjadores de una Nueva Italia.
“Existe un consenso general para identificar a los progresistas sociales con la izquierda y a los conservadores con la derecha. El nacionalismo, el cambio revolucionario, la protesta antisistema son cualidades esgrimidas por ambos extremos políticos provocando la confusión en la asignación de los términos”, nos indica su autor, José Luis Orella. Y hemos charlado con él.
-Profesor, ¿por qué es indispensable una historia sobre el fascismo en pleno siglo XXI?
Porque el termino de fascismo ha quedado desvirtuado de su contenido ideológico, se ha reducido a un insulto que engloba a todo el mundo, perdiendo su carácter descriptivo y por tanto imposibilitando un periodo de la historia que hace ahora cien años de su llegada al poder.
-Vayamos al origen de todo. ¿Cuándo y dónde surge el fascismo?
Nace el 23 de marzo de 1919 en Milán (Italia) por parte de Benito Mussolini, un antiguo dirigente socialista que encabeza una escisión de signo patriótico, y engloba en su seno a diferentes corrientes que tienen en común su sentido nacionalista, revolucionario y modernizador. Después de la Primera Guerra Mundial, y la movilización entera de la sociedad, entra en crisis un régimen liberal basado en el elitismo, y se abre a la nueva sociedad de masas, donde el socialismo revolucionario, el catolicismo social y el fascismo encuentran su protagonismo. El fascismo entronca con una nueva mentalidad vinculada a una nueva generación rupturista con el pasado, con ganas de regenerar su país e integrar a todos los sectores sociales.
-Todos esos que indican que fascismo y catolicismo van de la mano, se equivocan, ¿cierto?
El fascismo italiano nace del socialismo, e inicialmente tiene un carácter plenamente anticlerical, en sintonía con su fundador. Posteriormente se irá neutralizando con la integración de sectores conservadores y finalmente adoptará un modus vivendi con el catolicismo, muy a tener en cuenta, cuando Italia había nacido de una unificación llevada a cabo por liberales, pero muy influidos por la masonería anticlerical del momento; y el combate había sido desarraigar el catolicismo de la vida pública italiana.
-Mussolini logra que su ideología invada todo el continente y parte del orbe. ¿Qué le hizo ser tan globalizador?
Es el momento de aparición de numerosos nacionalismos que ven en Italia un modelo a seguir, especialmente, porque el intervencionismo del estado en la economía, desde la crisis de 1929, favorece un modelo de desarrollo y de Estado de bienestar que a través de la propaganda atrae a muchos admiradores para sus países.
-¿Qué pensaba Mussolini de la homosexualidad?
No era favorable, más para un hombre que exponía una imagen pública de virilidad, pero los casos conocidos, como en el resto de Europa, lo vivían en su intimidad, aunque en Italia nunca existió una ley que lo prohibiese como en la sociedad británica. La Italia fascista, dentro de su autoritarismo, no fue un totalitarismo que invadiese el interior del hogar como la URSS o el Tercer Reich.
-¿Y sobre el aborto?
Claramente contrario. El gobierno mussoliniano apoyará una política natalicia fuerte, porque la demografía es poder. El estado proporcionara servicios sociales para facilitar a las familias su crecimiento. El modelo de estado de bienestar que implanta Mussolini será adoptado por el resto de Europa occidental después de la funesta Segunda Guerra Mundial.
-¿Qué papel tenía la mujer en este movimiento fascista?
Controvertido en sus primeros años, el fascismo es claramente feminista, pues muchas de sus pioneras se convertirán en las primeras militantes de un movimiento nuevo que pide por primera vez el voto para ellas y los jóvenes. Es el primer movimiento político que incluye entre sus caídos a Ines Donatti, una de sus primeras afiliadas, como ejemplo de militante fascista. Sin embargo, el fascismo del gobierno, más moderado y en manos de elementos conservadores y católicos llegados a última hora, proyectarán una imagen tradicional de la mujer como esposa y madre. No obstante, en el periodo final de la República Social Italiana, el fascismo retomó el papel de la mujer como militante activa, y Piera Gatteschi fue la primera mujer en alcanzar el grado de general del ejército italiano en el mundo, como máxima autoridad de Servicio Auxiliar Femenino.
-Del deporte hay libros y libros sobre ello. Hasta dos mundiales de fútbol fueron comprados por il Duce...
El deporte hasta aquel momento era una excentricidad practicada por la alta sociedad. El fascismo utiliza el deporte como elemento formativo atractivo para la juventud, y a nivel propagandístico para vender la imagen de Italia en el mundo. El fútbol y el boxeo, deportes de masas en aquel momento proporcionan una elemento masivo de la entrada del fascismo en la sociedad italiana.
-¿Había masones dentro del Partido Fascista Italiano?
Sí, provenientes del mundo nacionalista italiano, representativo de la extrema derecha, antiguos enemigos del fascismo por su carácter revolucionario, pero quienes por su lealtad a la casa real de Saboya, se integran en el fascismo, aunque siempre mantuvieron su lealtad al monarca. También numerosos liberales y republicanos que encontraron su futuro político en el transfuguismo, mantuvieron una membresía discreta, aunque la masonería fue perseguida por el fascismo.
-Hablemos de España. ¿Por qué ha calado tanto el calificativo de facha a todo aquel que no piense como una persona de izquierdas?
El fascismo perdió la guerra y el comunismo creó toda una apología heroica de su contribución en su derrota. El anticomunismo quedó definido como “fascismo” por los medios de comunicación de izquierdas durante la guerra fría, y desde entonces se ha calificado a todo el mundo que no se plegase a las directivas de la izquierda como fascista.
-Sin embargo el fascismo no fue exclusivamente de derechas en nuestro país...
No, si consideramos a FE-JONS como el equivalente español, algunos prominentes comunistas, como Enrique Matorras, secretario general del Comité Central de la Juventud Comunista; Óscar Pérez Solís, secretario general del partido Comunista Obrero Español y después miembro de la ejecutiva de la Internacional Comunista como fundador del PCE; y Manuel Mateo, miembro del Bureau Político del Comité Central del PCE, que fundó la Central Obrera Nacional-Sindicalista, se convirtieron en miembros de peso del nacionalsindicalismo español.
-¿Cómo llega a España?
A través de la organización de los italianos que vivían en España, en su mayor parte en la ciudad de Barcelona. Y por la labor de intelectuales españoles impregnados de admiración por la cultura italiana, como fue el caso de Ernesto Giménez Caballero, director de La Gaceta Literaria, intelectual vanguardista, casado con una italiana, relacionado con la embajada italiana, quien en 1930 tuvo una entrevista con el propio Benito Mussolini.
-¿Era Franco fascista?
No. Franco instauró un régimen autoritario de derechas, apoyado sobre las diferentes familias de derechas existentes (monárquicos, carlistas, democristianos, regionalistas catalanes y gallegos y falangistas). El primer periodo del régimen estará marcado por su personalismo, mientras que el segundo, bajo los gobiernos tecnocráticos, el partido único dejó su papel protagonista a las instituciones que antecedieron al estado de Derecho.
-Contaba Manuel Chaves Nogales que algunos falangistas provocaron conatos de incendios en iglesias y conventos para, después, culpar a sectores afines a la II República anarquistas. ¿Fue esto cierto?
FE-JONS apareció bastante después de la primera gran quema de conventos e iglesias a inicios de la II república. No era necesario suplantar lo que ya se estaba haciendo por una militancia revolucionaria muy activa. Por otro lado, la militancia mayoritaria falangista procedía de los bachilleres de los colegios religiosos que fueron suspendidos por la ley de educación, por lo que iría contra sus conciencias.
-¿Qué queda del fascismo en el nuevo orden mundial?
La reivindicación del Estado de Bienestar, que ya forma parte del patrimonio de otros movimientos políticos.
-¿Y en nuestro país?
Un fuerte antifascismo creado a través de la filmografía y la identificación de la cultura política de la derecha con el fascismo
-¿Es VOX, como se dice en muchos foros, un partido neofascista?
Claramente no. Carece de afinidades con el fascismo del pasado, y si lo comparamos con los populismos soberanistas postindustriales, las distancias son grandes. El fascismo es una solución nacionalista revolucionaria que quiere instaurar un estado social, mientras que VOX es un partido conservador que defiende el orden constituido en 1978, defiende la economía liberal y opta por la disminución del estado. A VOX se le puede acusar de ser derechista, incluso una derecha radical, pero no es fascista en su fundamento ideológico.
-¿Y los gobiernos de Meloni en Italia; Orban en Hungría y Duda en Polonia?
Son gobiernos conservadores de derechas, no de centroderecha. En el caso de Duda, el PiS es un conservadurismo social antiliberal por tener una relación muy estrecha con el sindicato Solidaridad; en el caso de FIDESZ de Viktor Orban, se encuentra en plena evolución de un liberalismo a ultranza a un conservadurismo social; o incluso en el caso de los Fratelli de Giorgia Meloni, su discurso es más acreedor del conservadurismo social inglés, previo a Margaret Thatcher, que al fascismo.
Una particularidad diferente es que el conservadurismo social más el nacionalismo que defienden se asemeja más al gaullismo o al peronismo como movimientos nacionalistas interclasistas, lo que provoca las lógicas similitudes.
-¿Qué eran, entonces, Bolsonaro o Trump?
Son populistas de derechas, defensores de un fuerte conservadurismo moral junto a una economía liberal radical, en una especie de neoreaganismo. Ambos apelan a un estilo emotivo, irracional, típico de los telepredicadores protestantes, los cuales son fuertemente arropados desde los EEUU en su proceso de sustitución de la Iglesia Católica en Hispanoamérica, por un cristianismo protestante fundamentalista, fragmentado y favorable a las posturas de ese nuevo conservadurismo fiel a los intereses de los EEUU y muy crítico con la herencia del hispanismo católico.
-Por último. ¿Qué le diría a los jóvenes que, sin conocer el origen del fascismo, llama facha a todo aquél que no sea de izquierdas?
Que lean diversas fuentes, que se formen, no todo está en Wikipedia. Las opiniones son respetables si están basadas en conocimientos. La imposición de una opinión por el insulto únicamente provoca que se te tema y no se tome en cuenta tu opinión.
Sobre el autor
José Luis Orella Martínez es Director de la cátedra de Historia, Memoria e Identidad. Profesor titular de Historia Contemporánea de la Universidad San Pablo CEU, en Madrid. Doctor en Historia por Deusto y en Derecho por la UNED. Historiador de la Edad contemporánea, especializado en pensamiento político en España y Europa central. Egresado de la Universidad de Deusto, tiene trabajos sobre la pluralidad política vasca actual. Otra línea dominante de su trabajo de investigación es el catolicismo social, principalmente en la primera mitad del siglo XX, centrándose en el corporativismo. Actualmente trabaja en comparativas del XX entre Polonia y España. También sobre los populismos identitarios postindustriales que cobran fuerza en Europa como nueva fuerza emergente. Autor de múltiples artículos y más de 20 libros de historia publicados.
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