ENTREVISTA | Nuria Núñez Hierro Compositora cordobesa
"En Andalucía falta trabajo de calidad"
Hablamos con la autora de una de las piezas que la ROSS interpreta los días 3 y 4 de julio en su último concierto de abono de la temporada
Retrato de Nuria Núñez Hierro. / Alberto Barrientos
Nuria Núñez Hierro es jerezana, estudió música en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba y es licenciada en veterinaria por la Universidad de Córdoba. A través de becas y premios como los que otorgan La Caixa, el Deutscher Akademischer Austausch Dienst (Servicio Alemán de Intercambio Académico), la Junta de Andalucía y la Fundación Autor, completó sus estudios en Berlín y a partir de ahí comenzó a ser reconocida y solicitada por importantes instituciones y orquestas del país, destacando su labor como divulgadora de la música de nuestra época entre los y las más pequeñas. Estos próximos miércoles y jueves una de sus piezas más destacadas en este sentido será interpretada por la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en su último concierto de abono de la temporada, completando el ciclo de cuatro estaciones con obras creadas por mujeres que ha salpicado esta temporada que ahora acaba.
P. ¿Es más difícil acceder a este tipo de oportunidades cuando se ha nacido en el sur de Europa, concretamente en Andalucía, que cuando se ha nacido en el centro del continente?
R. Desconozco la realidad para una persona joven estudiante del centro de Europa, pero es complicado para cualquiera marcharse porque necesitas tener cierto nivel de idiomas, la valentía de lanzarte sin red y luchar por un puesto fuera donde no tienes familia ni amigos que te apoyen. Más difícil resulta quizás volver cuando ya te has hecho una vida, pareja y amistades, aunque siempre quieres regresar donde naciste, donde vive tu familia, trabajar y vivir en tu tierra, aunque la falta de oportunidades te frena. En Andalucía escasea el trabajo de calidad.
P. ¿Podrías contarnos cuál fue tu trayectoria desde que terminaste tus estudios en Córdoba y diste el salto a Berlín?
R. Terminé en Córdoba a finales de 2007. Tenía claro que había que salir fuera, así que cogí unos ahorros y barajé varios sitios, París por ejemplo. Me admitieron en Malmö en un programa de masters, y tomé la decisión definitiva al recibir el premio de Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE (Sociedad General de Autores) y el CDMC (Centro para la Difusión de la Música Contemporánea), lo que me dio el impulso final para elegir Alemania, concretamente Berlín, una ciudad que es caldo de cultivo ideal para cualquier actividad artística. Sabía que estaba allí trabajando Elena Mendoza, la compositora sevillana, y decidí aprender con ella. El primer año estuve malviviendo y aprendiendo el idioma, asistiendo como oyente a sus clases, y a partir de ahí fui admitida en los estudios de Máster y todo fue mejorando considerablemente.
En el estudio de la Real Academia de España en Roma. / El Correo
P. ¿Cuáles han sido las influencias que han ejercido sobre tu música tanto Elena Mendoza como otros compositores españoles como Sánchez-Verdú o Camarero, así como compositoras de la talla de Olga Neuwirth o Rebecca Saunders?
R. Antes de emprender esta aventura de Elena Mendoza sólo conocía la música que había interpretado Taller Sonoro, que era mi único contacto con la música de vanguardia española. Pero una vez allí empecé a conocer su obra más en profundidad, su proceso de trabajo. Me di cuenta de que era una maravillosa persona y una excelente mentora, hasta el punto de que una vez acabados mis estudios allí mantuvimos el contacto y forjamos una buena amistad. Durante mis años de formación en Córdoba, además del conservatorio era muy asidua a cursillos de composición. Así conocí a José Mª Sánchez-Verdú, José Manuel López López, Mauricio Sotelo, César Camarero, que fueron esenciales en mis primeros años de formación, antes de salir para Berlín. Una vez allí pude contrastar mis referencias con compositores cuya música no llegaba a Andalucía, y empezar a amar una música que antes desconocía por falta de difusión en nuestra tierra.
P. Uno de tus compromisos esenciales es precisamente el trabajo con público infantil, lienzo virgen e ideal para cultivar las nuevas vanguardias sin que existan los prejuicios que tanto dificultan su difusión entre el público habitual de las salas de concierto. ¿Qué nos puedes contar de esta faceta?
R. Gozan de un oído abierto capaz de asimilar y aceptar las más diversas manifestaciones sonoras actuales. Supone a la vez un desafío y una diversión trabajar para ellos, entre otras cosas porque son muy sinceros a la hora de manifestar si algo no les gusta o no les llega. Poder comunicar con ellos como público actual y no meramente del futuro a través de obras con un alto valor estético que no estén reducidas a trivializaciones o recortes de obras antiguas, demuestra que lo valoran, lo entienden y lo disfrutan tanto como los mayores. Cuando trabajo para niños, lo hago también para los mayores, especialmente sus padres, para que pueda ser disfrutado en familia.
P. ¿Crees que estos proyectos que has cultivado fundamentalmente en Alemania son extrapolables a Andalucía, donde se insiste en las versiones reducidas y adaptadas de los clásicos populares de siempre, ahondando en lo de siempre, lo más trillado?
R. Seguimos anclados en ofrecer reducciones de óperas de los siglos XVIII y XIX, que no duren más de una hora. Es lo que les funciona a los teatros, lo que asegura aforos completos, porque la música del pasado sirve de alguna manera como hilo conductor. Pero desde mi punto de vista falta compromiso para asumir el riesgo, pensando no sólo en los niños como público potencial de nuevos lenguajes, sino también para brindar una oportunidad a nuevos compositores que por edad y contemporaneidad son los más cercanos precisamente a esos niños cuyos gustos conviene educar.
Retrato de Nuria Núñez Hierro. / Víctor Gracia
P. Tu música ha sonado en Sevilla en varias ocasiones, gracias a Taller Sonoro y al programa inaugural de la etapa de John Axelrod frente a la ROSS en 2015, ¿qué nos puedes contar de esas experiencias?
R. Taller Sonoro forma parte inherente de mi formación como compositora. Ellos estrenaron obras mías como Alla ricerca disperata dell Sole, Eclipse de mar o Imágenes desde el desierto. Crecí con ellos a través de la cátedra Manuel de Falla de Cádiz y los cursillos de Villafranca del Bierzo, y aunque hace tiempo que no colaboramos, siempre ocupan un lugar muy destacado en mi corazón. Respecto a la obra que estrenó en Sevilla Axelrod, Donde se forjan las quimeras, sólo puedo decir que no pude estar presente porque en ese momento residía en Los Ángeles, pero a través de correos y mensajes el maestro se mostró muy amable y profesional.
P. En aquel concierto tu música sonó junto a New Era Dance, una pieza también actual de un compositor estadounidense, Aaron Jay Kernis, ¿sientes que la música de vanguardia se entiende de forma diferente en Estados Unidos que en Europa?
R. Los americanos son más pragmáticos a la hora de escribir y presentarse como artistas, y a la hora de trabajar con grandes orquestas su gramática es más sencilla y convencional de cara a una mayor eficacia y prontitud en los ensayos. Dependiendo del festival que programe la obra o de la orquesta que la interprete, los resultados serán más distintos si la obra es más compleja, por eso la facilidad de la escritura se convierte en principal recurso para la efectividad de su transmisión. Esto es algo que debemos tener en cuenta los compositores de hoy en día, procurando sacar el máximo partido de los ensayos, a menudo muy limitados.
P. ¿Has sentido siempre la llamada de la composición o acariciaste en algún momento la posibilidad de interpretar?
R. La composición siempre estuvo ahí, desde que hice el grado medio de música. No me veía interpretando la música de otros, no lo disfrutaba. Sin embargo, siempre me ha interesado el trabajo del intérprete y su instrumento como una prolongación de su personalidad, sobre todo porque siempre he creído en la mise en scène de la música a través del concierto. La música se disfruta mejor en vivo que en grabaciones, percibiendo cómo el intérprete afronta la partitura, la tensión con la que coge el arco, con la que se prepara ante un pianissimo, una nota sobreaguda por ejemplo al clarinete… Todo eso forma parte también de la composición. Integrar esos elementos trasciende lo puramente musical y le dan un sentido teatral o de performance, lo que para mí es esencial.
P. Tu música de cámara juega con sonidos muy experimentales, mientras la orquestal sigue patrones más reconocibles, ¿te consideras más atrevida o libre a la hora de experimentar cuando escribes para conjuntos reducidos que cuando lo haces para una gran formación orquestal?
R. Cuando escribes para grupos pequeños conoces a los músicos y puedes trabajar con ellos individualmente incluso fuera de los horarios establecidos para los ensayos, y acabas creando obras como si fueran trajes a medida. Cuando trabajas para orquestas lo haces deseando que detrás de una venga otra y la vuelva a interpretar, lo que sumado a esas limitaciones de ensayos a los que hacía referencia antes, te obliga a hacer las cosas más fáciles, a buscar métodos para decir lo que quieres siendo eficaz con la escritura.
P. Hay dos puntos fundamentales de inflexión en tu carrera, el premio de la Fundación Autor y el Premio de composición Reina Sofía por la obra Enjambres, íntimamente relacionada con otra obra tuya, Caminos inconclusos, encargada por la Orquesta Nacional de España. ¿Qué aportaron estos dos logros a tu recorrido?
R. Los premios tienen esa capacidad de refrendarte en el camino que has elegido, animan para seguir trabajando, comprobar que lo estás haciendo bien y que no te equivocaste de rumbo. El premio de la SGAE me permitió salir al mundo, colocarme en el mapa y que mis padres empezaran a pensar que a lo mejor lo que hacía no era ninguna tontería. Por ellos estudié veterinaria. Es esencial tener energía y las ideas muy claras para dedicarse a esto. Si es así ya tienes la mitad del camino hecho. Recuerdo viviendo en Córdoba que Camilo Irizo, clarinetista habitual en Taller Sonoro y Zahir Ensemble, me invitó a probar unos multifónicos (ampliación de las posibilidades sonoras de los instrumentos tradicionales) que había creado y aquello me fascinó tanto que me abrió definitivamente los ojos hacia lo que realmente quería dedicarme.
P. También has colaborado con el director de escena Rafael Villalobos en 2020 en un proyecto titulado La isla para el festival de música contemporánea de Valencia, Ensems. ¿Cómo fue la experiencia?
R. Ambos tenemos una personalidad muy fuerte, lo que nos hizo experimentar mucha tensión, sin embargo eso corrió a nuestro favor y acabamos ganando incluso premios. Consistía en un trío de cuerda con piano, la voz del barítono Javier Povedano y un actor que sólo se expresaba a través del movimiento, representando a un hombre a la deriva frente al resto que navegaba en un barco. La obra giraba en torno a si los otros debían dejar al hombre subir o no al barco. Todo eso necesitaba un escenario, un vestuario, luces, una especie de ópera de cámara de aproximadamente una hora de duración.
P. Rapaukes Sommernachtstraum (Sueño de una noche de verano de Rapauke) es la obra que se interpretará este miércoles 3 y jueves 4 en el concierto de la ROSS dedicado al verano. Aparte de Elena Mendoza, ¿conoces a las autoras de las obras que han dado vida a las otras estaciones? ¿Qué nos puedes contar de tu obra? ¿Quién es Rapauke?
R. No conozco a Inmaculada Almendral pero sí a Lula Romero, con quien coincidí en mis años de formación, asistiendo a los mismos cursillos de la cátedra de Cádiz, y mantenemos igualmente una estrecha amistad. Ahora que resido en San Juan de Aznalfarache, asistiré seguro al concierto. Rapauke es la criatura protagonista del programa educativo de la Orquesta de la Radio de Berlín, Rapauke macht Musik (Rapauke hace música). Se trata de cinco interludios que se estrenaron alternándose con el Sueño de una noche de verano de Mendelssohn, desarrollando todo un entramado escénico en torno a este personaje inventado, jugando con las ideas de Mendelssohn, primando el ruido y la bruma a través de los instrumentos de percusión y elementos que generan efectos sonoros relacionados en cierta medida con el mundo de las hadas. Es una obra generada fundamentalmente por superficies sonoras con una escritura bastante sencilla que apenas requiere de directrices especiales, por lo que Darren Ang, el maestro encargado de dirigirla, parece tener ya las ideas muy claras. Es fundamental que el público acuda con los oídos bien abiertos, sin prejuicios, y se sumerjan en un mundo mágico y sensual.
La música de Núñez Hierro sonará en este último concierto de abono de la presente temporada de la ROSS junto a una selección de los Cantos de Auvergne de Joseph Canteloube en la voz de la soprano Mei Gui Zhang, y La sirenita de Zemlinsky. Un mundo mágico para saludar a nuestra orquesta hasta la temporada que viene y sumergirse en la obra de una compositora andaluza a la que los premios y los encargos han convertido en un referente muy a tener en cuenta.
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