ICÓNICA FEST

‘Revival’ hormonal a medio gas

Take That cierra la tercera edición de Icónica Santa Lucía Sevilla Fest con un concierto marcado por una nostalgia generacional muy alejada de los delirios adolescentes de los años 90

Take That en el concierto celebrado en el Icónica Fest

Take That en el concierto celebrado en el Icónica Fest / Icónica Fest

Esto, como diría Paco Gandía, es verídico: estábamos nosotros en el instituto, tan panchos, tan atolondrados y felices, sin ver venir el peligro, algunos sabiendo lo que era tener novia por primera vez, cuando llegó una de ellas y le dijo a un amigo nuestro del alma: oye, que lo siento, pero tengo que dejarte. La chiquilla, que no sabía cómo salir del brete, le acabó dando la mejor razón para romper que uno recuerda. Que lo dejaba, a nuestro amigo del alma, porque se había enamorado de otro. De uno que salía en la Súper Pop, para más señas. Un tal Mark Owen.

Y así es como nos explotó en la cara, incluso a los que por nuestro autoproclamado gusto superior y por una cuestión de principios tratábamos de vivir dándole la espalda, el fenómeno de las boybands de los años 90 confeccionadas por hombres de negocios y productores con más tiros dados que un coto de caza de película de Berlanga.

El de Take That fue feroz, no había carpeta de apuntes de muchacha que no luciera retratos y fotos sin camisetas de aquellos efebos danzarines de Manchester, cada uno, como mandan los cánones, con su rol arquetípico adjudicado: Gary Barlow, con estudios de piano, era oficialmente el que gozaba de prurito creador; Robbie Williams, el golfillo rebelde y payasete; el ya mencionado Owen, nuestro favorito por razones evidentes, “chico más sexy” sine die en Bravo, el guapito del que te acabas aburriendo porque es soso pero te das cuenta tarde; y Jason Orange y Howard Donald, así en alegre comandita porque el papel de ambos consistía grosso modo en la explotación de su destreza como bailarines de breakdance; eso al margen de que era preciso llegar a cinco, la cifra estipulada en aquellos años para los grupos ultraprocesados, véanse New Kids on the Block –modelo principal al que respondía esta réplica british–, Backstreet Boys o Spice Girls.

Esta noche en Icónica Santa Lucía Sevilla Fest era el turno del nuevo regreso de Take That tras su breves reuniones de 2006 y 2010, y con los estuches recopilatorios, las reediciones y demás viejas triquiñuelas de la industria para hacer caja con el mismo material ya exangües. Sin Robbie Williams, que encontró la manera de triunfar en solitario hace mucho y ahora está en la fase pintor-en-la-apaciguada-madurez tras atravesar la etapa Carrusel de Clínicas de Desintoxicación, y con Orange retirado de la vida pública desde hace una década porque la tranquilidad es lo que más se valora, ahora Take That es un trío y, ya que ninguno de ellos va a volver a cumplir los 50, toda una manband.

Tampoco es que hiciera falta una excusa muy aparatosa para volver a montar una gira que diese vidilla a sus contables, pero de todos modos Barlow, Owen y Donald quisieron publicar el pasado año un disco con nuevas canciones, This Life, que los tres promocionaron espolvoreando referencias de consensuado prestigio adulto, desde los Wings hasta Crosby, Still & Nash pasando por Supertramp, y que definieron como "un canto a la amistad, a la reunión, al amor de tres amigos que vuelven a sentir la energía de estar haciendo lo que más les llena en este mundo". Y es muy bonito todo, solamente alguien vencido por las fuerzas de la oscuridad lo negaría, pero afortunadamente no nos lanzamos a realizar una breve encuesta entre el público presente en la Plaza de España acerca del grado de interés que suscitaban los temas de estreno. Obviamente, ayer todo el mundo quería estar de vuelta en los años 90.

Take That en el concierto celebrado en Icónica Fest

Take That en el concierto celebrado en Icónica Fest / Icónica Fest

Uniformados, pero no mucho, porque a ciertas edades eso ya pega bocados, comparecieron los tres para dar comienzo al concierto con Greatest Day, y se desataron los vítores. Llevando en todo momento la voz cantante y con Owen y Donald encargados de los coros, Barlow presentó a continuación Giants, otra canción de su etapa más o menos reciente. A Barlow le encantaría ser el nuevo Elton John, pero le salen más bien canciones de pop ligerito y coreable en la onda de unos Coldplay (más aún) echados al monte, piezas para ser coreadas en fiestas de antiguos alumnos o para hilo musical de consulta de dentista.

Everything Changes, de su segundo álbum, cantada entonces por Robbie Williams, fue la primera incursión en el pasado triunfal, pero esta vez la voz principal la puso Donald y digamos que el impacto no fue mayúsculo. Las exuberantes coreografías, por lo demás, han dado paso a una puesta en escena más tranquila y, para evitar conflictos de ego, el protagonismo se reparte como entre buenos hermanos. De modo que la voz cantante la llevó Owen en una Shine que sonó con más vida.

En los años 90 una ONG británica, Samaritans, dispuso una especie de teléfono de la esperanza para afectadas por el anuncio del cese de las actividades del grupo. Repasen, por favor, o vean por primera vez, el famoso vídeo de las fans españolas en el aeropuerto de Madrid aguardando, como Vladimir y Estragón a Godot, la llegada del grupo para la que sería su última gira tras el anuncio de separación. La noche de este martes no hubo surtido variado de jamacucos y delirios colectivos, Take That se han hecho mayores y su público también, pero era evidente que para gran parte del público era un concierto especial y emotivo, mucho más sentido, eso sí, que apoteósico.

Million love songs, con Barlow cantando y al piano, una escena que se repetiría muchas veces durante el concierto, abrió el turno de los baladones, mientras que I found heaven, un tema medio disco medio Vacaciones en el mar ofreció el primer bailecito conjunto, con los tres cantantes canalleando un poquito con sus chaquetas de cuero y repasando en clave casi spoken word los inicios del grupo, que en Pray se marcó una nueva coreografía, que escasearon y siempre fueron bien recibidas. Tras la meliflua How deep is your love, su versión de los Bee Gees, Patience espoleó y levantó de sus asientos a muchos espectadores.

The Flood, uno de los temas que cantó Robbie Williams en su fugaz regreso de 2010, añadió un toquecillo de épica, y en la misma línea le siguió Get ready for it, una de esas canciones que se escriben esperando que las coreen multitudes. Windows, de su último álbum, dejó algo frío al público, pese al ardor con que la defendieron, con Barlow trabajándose el falsete y Owen flipándose mucho y sobreactuando un poquito con la guitarra acústica. This Life, también de su trabajo más reciente, llegó precedida de unas guitarrillas así como de playa mediterránea y una entrañable performance populista que incluyó mantita de picnic, naranjas de Sevilla, bandera andaluza, brindis con botellines de Cruzcampo, abanico y bufanda de España. Con tanta carga encima, en particular Owen, casi tuvo mérito el hecho de que pudiesen cantar el tema, de airecillos Bee Gees.

Take That en el último concierto celebrado en Icónica Fest en 2024

Miles de fans llenaron el último concierto celebrado en Icónica Fest en 2024 / Icónica Fest

Más movidita, con base rítmica muy classic disco, Relight fue el momento de recreo de los músicos que acompañaban a las tres patas para un banco, que aparecieron luciendo nuevo vestuario en Relight my fire, con camisas blancas con brillos, transparencias y redecillas y pantalones a juego, un recordatorio de sus primeros tiempos, cuando comenzaron a hacerse populares en clubs de ambiente antes de reorientar el target y robarles el corazón a un porcentaje demencial de muchachas en todo el continente.

These days prolongó los derroteros festivos, que dieron paso a continuación al baño de adoración popular de Hold up a light, durante la cual los tres bajaron a la altura del público para cantarla frente a las primeras filas. Con Back for good llegó la apoteosis de la nostalgia noventera; probablemente hubo sólo cinco o seis móviles en toda la Plaza de España que no la registraran.

Never forget y Rule the world echaron el cierre de un concierto breve que mostró a unos Take That inevitablemente cambiados, funcionando a menos revoluciones, menos danzarines, más esforzado trío de pop-rock Kiss FM que boyband. Mayores, en fin, como todo el mundo.