Música

La seductora tradición de Mashrabiya

El conjunto sevillano presentó en los jardines su particular visión entre historicista y actualizada del eco musical de la antigua Rumelia del Imperio Otomano

Mshrabiya. / Actidea

Juan José Roldán

A estas alturas y con veinticinco años a sus espaldas, las propuestas de estas noches estivales en el Alcázar siempre o casi siempre ofrecen calidad. Sus llenos absolutos noche tras noche lo corrobora, ya sea por el atractivo del programa, la riqueza de su contenido o el magisterio de sus intérpretes, sea cual sea el género. Mashrabiya son veteranos en este llamemos festival de verano, siempre asociados al género de músicas del mundo, de Europa en este caso, cuando muchos podrían pensar que su dedicación e investigación les debería llevar al apartado de música antigua interpretada con criterios históricamente informados.

Sin embargo es cierto que, dejando de lado esa labor que sus integrantes sin duda realizan, lo que ofrecen con su propuesta es un viaje sensorial y desprejuiciado a las entrañas de la música de otros espacios y tiempos que sin embargo no nos parecen ajenos y nos ayudan a identificarnos con su particular idiosincrasia y sentirnos un poco más residentes de este mundo tan plural y diverso.

Mashrabiya Trío nos trajo músicas de los países que conformaron la antigua Rumelia, espacio acotado por países de los Balcanes que pertenecieron al Imperio Otomano, fundamentalmente entre los siglos XIII y XV, aunque en realidad la referencia no fue sino un pretexto para destilar músicas del orden tradicional de aquellos países que formaron parte de la región, Turquía y Grecia fundamentalmente.

Tamizados por una lectura netamente contemporánea de las partituras, la experiencia acabó siendo un evocador viaje por sensibilidades de carácter folclórico, sumamente sensuales, de piezas de raíces orientales, posiblemente destinadas tanto a festejos palaciegos como otros de carácter más mundano y verbenero. Música rebétika como las danzas griegas que el trío acompasó con energía y dinamismo, o un precioso Nihavent turco de composición moderna que paladearon con gusto exquisito y una generosa dosis de sentimiento.

Carmen Fernández aportó cuerpo y músculo a la propuesta con su roce majestuoso y perfectamente entonado del violonchelo, regalándonos un solo en un Nigun u oración judía de origen askenazy de enorme intensidad emocional. Óscar Acedo evidenció una clara flexibilidad aportando con su clarinete toda la profusa ornamentación de la que es capaz un buen jazzista, haciendo gala de un control perfecto de la respiración y un legato impecable.

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Chiqui García ejerció de perfecto maestro de ceremonias, con elocuentes ilustraciones y generosas palabras sobre sus compañeros de viaje, mientras en lo musical demostró dominio del bouzouki, instrumento cordófono griego que sustituyó por la guitarra clásica en un vibrante Por qué llorax blanca niña tradicional de Sarajevo. Compenetración, energía y sentido de la musicalidad acompañaron para que la experiencia resultara en términos globales considerablemente relajante.

MASHRABIYA TRÍO ***

XXV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Óscar Acedo, clarinete; Carmen Fernández, violonchelo; Chiqui García, bouzuki y percusión.Programa: Aires de Rüm-èli. Un recorrido por las músicas de la Europa Otomana. Miércoles 17 de julio de 2024

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