DANZA CONTEMPORÁNEA

Marcat Dance estrena 'Afines': un dueto sobre su historia, desde Nueva York hasta Vilches pasando por Israel

La multipremiada compañía con sede en Jaén presenta en Sevilla la primera obra que ha partido de la dramaturgia mientras preparan el arranque de su propio centro de danza

Mario Bermúdez y Catherine Corey, de la compaía Marcat Dance, en una imagen de 'Afines', que estrenan el 29 de noviembre en Sevilla.

Mario Bermúdez y Catherine Corey, de la compaía Marcat Dance, en una imagen de 'Afines', que estrenan el 29 de noviembre en Sevilla. / Jorge Ortiz

Ángeles Castellano

"Ha sido duro, porque es un duet, pero también porque escenificar nuestra historia no es fácil". Mario Bermúdez (Vilches, Jaén, 1987), bailarín y coreógrafo de danza contemporánea, prepara el estreno de la nueva obra de su compañía, Marcat Dance. Se titula Afines y en ella desarrolla un dueto junto a su compañera de vida y de trabajo, Catherine Coury (Detroit, Michigan, 1987). La de Bermúdez es una historia singular, también lo es la de Marcat Dance, cuya sede está entre olivos en la provincia de Jaén y por último, también es diferente la historia de esta pareja, que se conoció en Nueva York, donde ambos trabajaban y se formaban como bailarines y coreógrafos y pasó por Israel antes de recalar en Vilches. "Tenemos 37 años y sentíamos la necesidad de trabajar en este formato de dúo para explorar qué significa nuestra historia de amor, de relación familiar, artística... Pero en el fondo es una historia universal, con la que todo el mundo puede conectar", explica por videollamada desde Vilches el bailarín.

Bermúdez iba para atleta y una lesión, con 18 años, le hizo descubrir la danza: primero, el hip hop, después, casi por casualidad, la contemporánea, en la Escuela de Artes Escénicas de Málaga, y de ahí, al Centro Andaluz de Danza, bajo la dirección de Blanca Li. Con 22 años salió de España por primera vez para instalarse en Nueva York. Allí sólo estuvo de paso, pero le dio no sólo para formarse entre la élite; también para conocer a Catherine Coury y comenzar una relación que dura hasta hoy.

Su siguiente destino fue Israel, a donde se marchó sólo. Desde la compañía Batsheva Dance Company, como primer bailarín, recorrió el mundo durante cuatro años. Coury se le uniría después de un tiempo y allí lograría acreditarse como profesora de una técnica dancística originaria de aquel país, gaga. Pero tampoco sería su destino final: después de un tiempo, y ya con una hija, decidieron instalarse en el pueblo de él, Vilches, crear su compañía (Marcat Dance es la unión de las dos primeras sílabas de ambos nombres, Mario y Catherine). Su primera obra como compañía fue un dueto. Era 2016.

Emociones personales y universales

Afines, que podrá verse en el Teatro Central de Sevilla por primera vez los días 29 y 30 de noviembre, y que ya en 2025 visitará Madrid, sigue el hilo narrativo de su propia historia: "están todas nuestras vivencias personales, pero también como creadores y todo lo hemos intentado llevar a unas emociones que son fácilmente reconocibles a partir de nuestro lenguaje corporal y artístico, de movimiento", explica Bermúdez. "La afinidad que nos unió, vivir en Nueva York, la separación, el miedo en Israel por vivir entre las bombas, tener familia en ese ambiente, la sensación de sentirse perdido en un país que no es el tuyo, con un idioma que no conoces... No está escenificado como tal, sino a partir de las emociones".

Para conseguirlo, han trabajado con una dramaturga desde cero por primera vez. El de Marcat Dance es un lenguaje muy físico, influido por el trabajo de ambos en Israel, con un estilo muy personal en el que prima la velocidad y la fuerza. Sin necesidad de recurrir a argumentos lineales, en sus obras anteriores El Bosque (2022) y Averno (2023) recorrían las emociones buscadas sin necesidad de recurrir a elementos ajenos a la propia coreografía. Afines sigue ese modelo pero, por primera vez, la construyen a partir del trabajo con Isabel Vázquez, la dramaturga de la obra. "Lo hemos hecho un poco por indagar más allá del movimiento, y creo que nos ha servido también un poco como terapia", explica el coreógrafo. "Hemos hecho un trabajo de búsqueda individual para encontrar esos momentos clave con los que componer la obra". El hecho de que ella hubiese sido con anterioridad dramaturga les empujó a contar con ella de nuevo, después de la experiencia en El Bosque, donde más que construir una dramaturgia, les ofreció una mirada externa para encajar las escenas creadas desde el movimiento.

Para la música y el espacio sonoro vuelven a contar con José Pablo Polo, compositor de música electrónica con el que ya han trabajado en ocasiones anteriores y que les ha diseñado una banda sonora a la carta. Bermúdez admite, pocos días antes del estreno, estar aún perfilando las últimas pistas sonoras. "Es la primera vez que estamos estirando tanto la goma", dice con una sonrisa. "Esa es la ventaja de trabajar con alguien conocido, que puedes ir creando en paralelo".

El infierno de dedicarse a la danza

Cuando nació Marcat Dance, ni Coury ni Bermúdez conocían las dificultades burocráticas y de falta de apoyos que encontrarían para su proyecto. Bermúdez ha confesado en varias ocasiones que estuvo a punto de tirar la toalla y de aquella etapa de frustración y malas experiencias nació Averno, un espectáculo que recorre las emociones de vivir un infierno en el día a día. Ahora se siente más estabilizado (en medio de la conversación recibe la llamada con el ok a la apertura de su centro de danza por parte del ayuntamiento de Vilches, un espacio para la formación y residencias artísticas con el que Bermúdez quería ampliar su proyecto).

Sin embargo, sigue quejándose de las dificultades. "En este país es casi imposible recibir ayudas a la danza si no haces flamenco", se queja. Los presupuestos se centran en pocas programaciones; falta trabajo de base. "Cada vez hay menos plataformas, y no hay espacio para la creación, no hay tiempo ni desarrollo para poder evolucionar. Lo que se hace es hundir lo que hay, meterlo en un hoyo y taparlo", afirma. "Todo el presupuesto se concentra en lo mismo y siempre se programa a los mismos. Estamos muy lejos de lo que se hace en otros países, si no se apoya la creación y el desarrollo de las carreras, no pueden surgir nuevas voces en la danza".

En otros países, explica, es requerido a menudo, y esto le ayuda a equilibrar el trabajo que desarrolla desde Vilches -donde, además de su centro de danza, mantiene un festival anual de danza contemporánea, Vildanza-. En enero pasará cinco semanas en Turín como coreógrafo invitado del programa Nuova X, en el que un grupo de bailarines internacionales seleccionados trabajan con dos coreógrafos contemporáneos y desarrollan creaciones nuevas. "Es una especie de escuela-compañía cuyo objetivo es apoyar la creación. Voy a estar sin necesidad de mostrar el resultado y eso permite explorar y experimentar sin presión", explica. Después, pasará seis semanas en la Universidad de Michigan (EE UU), donde colaboran en un programa de intercambio. "Ahí sí que estamos creando una pieza nueva que se estrenará en 2026", aclara.

Mientras tanto, Marcat Dance echa a rodar Afines: la obra viajará a Pamplona en enero y a Madrid más adelante. Además, siguen de gira con Averno, un espectáculo con el que se hicieron con el Premio Talía a Mejor Coreografía y que todavía tiene recorrido.

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