Artefactum cumple veinticinco años desde su fundación, algo que José Manuel Vaquero con su proverbial sentido del humor nos recordó varias veces a lo largo de la función con la que hicieron su habitual intervención en el Femás. Hasta algún espectador voluntarioso se hizo eco de la efemérides entonando espontáneamente un Cumpleaños feliz que nadie le secundamos; ya se sabe, nuestro incómodo complejo del ridículo. Ya va siendo hora de que en los programas de mano se incluyan los chistes como habilidades de este alma mater del grupo, junto al organetto, la zanfoña y los coros. La verdad es que nos hizo pasar muy buen rato con su humor surrealista, tanto como el resto y él mismo con su particular ruta medieval por el Camino de Santiago.

A estas alturas a nadie sorprende que estos seis colegas pongan la directa y afronten su programa con igual desenfado y estética que cualquier otro de los programas que han diseñado este cuarto de siglo sobre las tablas. Por cierto, que tablas, una buena tarima, es lo que faltó en el Retablo Mayor de la inigualable Iglesia de San Luis de los Franceses para que más público pudiera seguir al conjunto mientras lo escuchaba. En una quinta fila ya resultaba difícil verlos y deleitarnos con su impagable colección de instrumentos antiguos. Tampoco la acústica fue la mejor; un sonido disperso que malogró la proyección de instrumentos como el laúd que tanto controla y con tanto mimo tañe el especialista Aníbal Soriano, o la percusión de Álvaro Garrido, frecuentemente sutil y delicada pero esta vez incluso ocasionalmente imperceptible. Pero Artefactum tiene un público fiel y entregado y conoce ya cuáles son sus virtudes, mientras las limitaciones las perdona por tanto placer acumulado a lo largo de todo este tiempo.

El programa que el Centro Nacional de Difusión Musical les ha propuesto realizar en Sevilla es el mismo que presentaron en febrero en León, una de las plazas evocadas en este particular paseo por el tan frecuentado Camino de Santiago. Así, tras un Gentis Hispaniae dedicado a San Isidoro que marcó el punto de partida del viaje en nuestra ciudad, y que Alberto Barea entonó con entrega y delicadeza, unas Cantigas de Alfonso X, que Artefactum interpreta a su modo particularmente tabernero, nos llevaron al milagro de la Catedral de León, para a continuación desviarnos hacia Burgos y visitar a las monjas cistercienses del Monasterio de Las Huelgas, una de las fuentes más importantes de la polifonía del Ars Antiqua, aunque el grupo prefirió recurrir al contrafactum para cantar su poemario al ritmo de una cantiga, como hicieran más veces a lo largo del recital. Sus aires trovadores iluminaron otras piezas galeico-portuguesas de Airas Nunes o Pero Meogo, unas cantigas de amigo que entonaron con gracia y flexibilidad, hasta que Barea y Carazo nos endulzaron con sus exquisitas vocalizaciones de Ai amor, amore de Pero Cantone, de Soares de Quiñones, y Mia ermana fremosa, de Martín Codax, con Garrido recreando las olas del mar. Con el Laudario di Cortona dando pie a uno de los momentos más cómicos de la velada, llegamos al final del camino, un Santiago coronado con el Codice Calixtino y su insólito Congaudeant catholici a tres voces y el imprescindible himno Dum pater familias, todo al estilo particular no del todo ortodoxo del jubiloso Artefactum.

ARTEFACTUM ***

36º FeMÁS. Artefactum: Alberto Barea, canto y cromornos; César Carazo, canto y viola; Aníbal Soriano, laúd medieval; José Manuel Vaquero, organetto, zanfoña y coros; Ignacio Gil, flautas de pico, gaita y coros; Álvaro Garrido, percusión y coros. Programa: Sevilla, León, Santiago: Rutas sonoras del medievo hispánico. Iglesia San Luis de los Franceses, viernes 29 de marzo de 2019