Son muchos los eventos culturales que desde hoy viernes y hasta fin del mes de marzo se han cancelado o aplazado con motivo de la crisis sanitaria que estamos padeciendo a nivel mundial. La pandemia del coronavirus ha obligado a cerrar museos, teatros, auditorios y demás instituciones culturales. En lo que se refiere estrictamente a la música clásica las óperas más prestigiosas de Europa y el resto del mundo han cerrado sus puertas, decantándose algunas por la emisión virtual y otras, las más, por la cancelación definitiva o provisional. Entre los primeros el Teatro Real anuncia la representación a puerta cerrada de la ópera Aquiles en Esciros, un ambicioso proyecto de recuperación de un título del compositor barroco Francesco Corselli, y una decisión que celebramos especialmente por cuanto nos afecta, ya que supone un escalafón más en la Orquesta Barroca de Sevilla, invitada de nuevo a un foso que ya conoce bien.
FeMàs, el gran perjudicado
En lo que respecta a la cancelación de eventos de música clásica en nuestra ciudad, haremos un repaso a lo más estacado que no tendremos ocasión de disfrutar como respuesta responsable y sensata a una situación que exige de nuestra parte el mayor grado de solidaridad y compromiso, no solo para que no se extienda aún más el virus, sino también como medida de apoyo a un personal sanitario desbordado ante los acontecimientos. El más perjudicado es el Festival de Música Antigua, FeMàs, tras meses de trabajo exhaustivo en la elaboración de uno de los programas más brillantes que se recordaban. Antes de cancelarse, o según sus organizadores aplazarse, naturalmente en tal caso con una nueva programación que se adaptase a los artistas convocados, el primer conjunto en darse de baja fue el prestigioso Il Giardino Armonico, lógico tratándose de un grupo especializado con sede en Milán, foco principal de la dramática situación registrada en Italia como consecuencia de esta enfermedad. La cancelación definitiva del certamen, decidida unos días después, deja a la ciudad sin disfrutar de su artista residente, Juan Pérez Floristán, que aparcaría provisionalmente su piano habitual para enfrentarse en un fortepiano a lieder de Beethoven (A mi amada lejana) y Schubert (El canto del cisne) entonados por el célebre tenor inglés Ian Bostridge, después de acompañar a la Hofkapelle de Munich en obras de Mozart, Beethoven y el más desconocido Christian Cannabich, y antes de enfrentarse en el mismo instrumento a varias de las magistrales sonatas del compositor que este año cumple doscientos cincuenta años.
El siempre efectivo Eduardo López Banzo nos habría de traer junto a Al Ayre Español villancicos recuperados de José de Torres y Juan Francés de Iribarren, mientras otras citas incluían al conjunto de Antonio Florio Capella Napolitana abordando la pasión de la Semana Santa con estéticas del sur de Italia. Y no podía faltar un invitado habitual en este festival que celebraba su trigésimo séptima edición, Johann Sebastian Bach, de la mano ni más ni menos que de Ton Koopman y la Barroca de Amsterdam para abordar su Ofrenda Musical, y de nuestra Barroca con su monumental Misa en si menor ya en la clausura en el Maestranza.
El Maestranza cierra sus puertas
Precisamente allí en el centro neurálgico de la música clásica y la lírica de la ciudad, la suspensión de la programación afecta a la única zarzuela que programa anualmente, en este caso El barberillo de Lavapiés de Francisco Asenjo Barbieri, en una producción remozada del Teatro de la Zarzuela dirigida por Alfredo Sanzol y con José Miguel Pérez-Sierra dirigiendo a la Real Sinfónica de Sevilla en el foso. Otras citas importantes afectadas son la del pianista húngaro Dezso Ranki, o la del Promenade Piano Duo en colaboración con Juventudes Musicales de Sevilla, integrado por Pilar Martín y Álvaro Saldaña y en el que no faltará la Fantasía de Schubert. Tampoco la ROSS podrá ofrecer su séptimo concierto de abono, que bajo el título de La Dolce Vita integraba obras de Paganini, Respighi, Rossini y Verdi.
Otros escenarios que cierran puertas son el de FIBES, que este mismo domingo anunciaba la segunda edición del que ya ofreció la Film Symphony Orchestra en noviembre. Ya su carismático director Constantino Martínez-Orts anunció hace unos días el aplazamiento de este concierto. O el Auditorio de Ingenieros, donde hoy mismo tendría que haberse enfrentado la Orquesta Sinfónica Conjunta de la Universidad y el Conservatorio Manuel Castillo a un atractivo programa que incluía a Britten y sus atmosféricos interludios extraídos de la ópera Peter Grimes, el rara vez programado y considerablemente espectacular Concierto para viola de William Walton, y una versión muy diferente de la Sinfonía nº 40 de Mozart a la que este mismo día podríamos disfrutar de la mano de Hofkapelle München en el Lope de Vega en la inauguración del FeMàs. Tampoco tendremos seguramente ocasión de disfrutar en el Central, aunque todavía no sea oficial, del emblemático Cuarteto Arditi, un imprescindible de la música contemporánea que recorrería obras de Hosokawa, Ferneyhough, Paredes y Lanchemann. Como puede apreciarse un sinfín de citas antológicas afectadas mortalmente por un virus al que solo podemos hacer frente de momento desde la responsabilidad y el sentido común. Al melómano le queda el consuelo de disfrutar gratuitamente de los conciertos que se emitirán en streaming desde algunos de los escenarios más prestigiosos del mundo.