El dinero no te dará la felicidad, pero los libros tal vez sí

Pensamiento. Desde el origen del pensamiento occidental, filósofos y escritores se han preguntado por el bien más preciado para el hombre. Hoy la materia vive un nuevo auge

20 mar 2018 / 08:10 h - Actualizado: 20 mar 2018 / 06:11 h.
"El derecho a ser feliz"
  • Nerón escucha los consejos de Séneca, autor de un texto titulado ‘Sobre la vida feliz’, en una conocida escultura de Eduardo Barrón. / El Correo
    Nerón escucha los consejos de Séneca, autor de un texto titulado ‘Sobre la vida feliz’, en una conocida escultura de Eduardo Barrón. / El Correo
  • Luis Rojas Marcos, un superventas especializado en el tema de la felicidad. / Javier Díaz
    Luis Rojas Marcos, un superventas especializado en el tema de la felicidad. / Javier Díaz
  • Eduard Punset, autor de ‘El viaje a la felicidad’. / Gregorio Barrera
    Eduard Punset, autor de ‘El viaje a la felicidad’. / Gregorio Barrera

«No hay un camino a la felicidad: la felicidad es el camino». Lo dijo Buda Gautama hacia el siglo V antes de Cristo, pero seguimos buscando ese camino. La búsqueda de la felicidad, el bien más preciado para el hombre, ha sido un imperecedero motivo de reflexión para filósofos y escritores de todos los tiempos, y curiosamente hoy vive un renovado auge de la mano de todo tipo de gurús.

Curiosamente, de un tiempo a esta parte se está volviendo a revisar el pensamiento de la Grecia clásica desde el punto de vista de la necesidad actual de huir de las cosas que nos quitan el sueño y alcanzar la tan ansiada felicidad. Lo hizo el superventas Lou Marinoff, catedrático del City Collage de Nueva York, con un título tan impagable como Más Platón y menos Prozac, donde proponía aplicar la Filosofía –desde Platón y Sócrates a Kant– para encarar las principales cuestiones de la vida, como el amor, la ética, los otros, la muerte y los cambios.

Algo parecido intentan varios de los libros publicados en los últimos tiempos por el sello Errata Naturae, como El combate por la felicidad, donde se confrontan las ideas de Séneca con el de Julien Offray de la Mettrie: mientras que para éste la felicidad consiste en una disposición estrictamente corporal para el bienestar –ni alma, ni intelecto, ni educación, ni cultivo de uno mismo: todo depende de la vida, a veces tan secreta, de nuestros órganos–, para Séneca, autor de Sobre la vida feliz, la felicidad consiste en vivir tranquilo, sin ambición, sin mayores deseos; en utilizar el dinero sin deleitarse en él, conservándolo sin inquietud y perdiéndolo sin lamentos, en gobernar las propias pasiones en lugar de ser su esclavo, y en no tener miedo, en guiarse siempre por la razón y no llevar a cabo ninguna acción que nos cause remordimiento.

La misma editorial publicó la Filosofía para la felicidad de Epicuro, con textos de Carlos García Gual, Emilio Lledó y Pierre Hadot. Un pensamiento que supuso toda una revolución al afirmar que sólo es posible filosofar con el cuerpo, desde el cuerpo, enfrentándose a la hipocresía de los líderes políticos y económicos, que se apropiaban del placer y la riqueza mientras pregonaban la tristeza y la resignación.

Y no podemos olvidar el Manual para la vida feliz de Epicteto, comentado por el citado Hadot. «Párate un instante, por todos los dioses. Piensa. ¿Cómo es en realidad tu vida? ¿Cómo querrías que fuera? ¿Qué es lo que de verdad te importa? ¿Qué es lo que te haría verdaderamente feliz? ¿Actúas para conseguirlo? ¿O te alejas cada día más de ello?», se pregunta el maestro de los estoicos.

Por la misma senda discurre Cómo ser un estoico (Ariel), donde, basándose en esa escuela, Massimo Pigliucci ofrece algunos ejercicios espirituales prácticos para «alcanzar la sabiduría y la serenidad», así como «mantenernos fieles a nosotros mismos, con el objetivo de conducirnos correctamente por la vida a través del control racional de las pasiones y los impulsos más mundanos», afirma.

Por su parte, en La felicidad según Spinoza, Maite Larrauri bucea en el pensamiento del filósofo neerlandés para tratar de ser felices por la vía de la alegría desbordante y de la acción, y apostando siempre por el buen humor. También se ocuparon del tema Aristóteles, Kant –que consideraba la felicidad, más que un deseo o una elección, «un deber»–, Leibniz, Nietzsche, John Stuart Mill y Bertrand Russell, quien en La conquista de la felicidad se explica cómo el ser humano se debe mostrar activo en la eliminación de las trabas al despliegue de la dicha, comenzando por eliminar esas pasiones egocéntricas que son la envidia, el miedo o la conciencia de pecado y reforzando las que impulsan hacia fuera de sí mismo, que invitan a sentirse parte de la corriente de la vida: «Cuantas más cosas interesen a alguien, más oportunidades de felicidad tendrá», afirma el filósofo, para concluir que el ser feliz es el que se siente ciudadano del universo «y goza libremente del espectáculo que le ofrece y de las alegrías que le brinda», concluye.

La filosofía no da la felicidad... ni falta que hace es el llamativo título de Roger-Pol Droit donde se proponía desmontar muchos de los mitos que rodean a ese fenómeno, mientras que Charles Fourier intentaba demostrar que hay que preparar a la gente para ser feliz desde la más temprana edad en Cómo educar para la libertad y la felicidad... un libro escrito en 1825, pero plenamente vigente.

En los últimos tiempos, especialmente desde la irrupción de que el estadounidense Martin Seligman fundara la piscología positiva, la búsqueda de la felicidad se ha desplazado hacia el terreno de la terapia clínica... y de la lista de superventas en las librerías.

Autores de amplio predicamento como Luis Rojas Marcos o Enrique Rojas han logrado hacer de la felicidad casi un subgénero literario, junto con nombres con tanta influencia como Angel Rielo (El pequeño libro de la felicidad) o los best-sellers de la nueva ola mindfullness Jorge Bucay y Walter Riso, entre muchos otros.

Otra corriente de indiscutible éxito es la que se ha dedicado a explorar la felicidad desde el punto de vista de ramas como la neurociencia afectiva o la psicología transpersonal. Entre ellos, destaca otros superventas como Mario Alonso Puig, autor de El cociente agallas. Si cambia tu mente, cambia tu vida, que fue premio Espasa de ensayo. En dicho volumen se trata de apoyar la búsqueda de la felicidad a partir de los últimos descubrimientos científicos en torno a la composición del cerebro y su funcionamiento, algo que también ensaya Francisco Moro en su estudio ¿Está el cerebro diseñado para la felicidad?

Y no podemos olvidar en este repaso de urgencia a nombres fundamentales como el filósofo Javier Sádaba, autor de títulos como La vida buena: cómo conquistar nuestra felicidad, o No sufras más; la felicidad en la vida cotidiana; o Eduard Punset, que logró un arrollador éxito con Viaje a la felicidad, un filón que hoy sigue explotando su hija, Elsa Punset, con Felices: la felicidad a tu manera.

Hoy las librerías acogen títulos tan heterodoxos como La felicidad simple y barata, Conéctate a la felicidad. El porqué cuántico de tu vida, La felicidad a la vuelta de la esquina, Las gafas de la felicidad, neurociencia de la felicidad... No sabemos si los lectores llegarán a encontrar el camino, pero todo parece indicar que los autores y los editores sí, a la vista de la cuenta de resultados...