El folclore que viene

Tras el éxito de su primera obra, Mucha Muchacha representa en el Teatro Central su último trabajo, donde el folclore dialoga con el audiovisual experimental de Los Volubles

El folclore que viene

El folclore que viene / Dolores Guerrero

Dolores Guerrero

Un curioso diálogo entre las danzas folclóricas y el universo audiovisual experimental de Los Volubles que intenta perfilar cómo será el folclore del futuro. Es el punto de partida de esta obra, con la que la compañía madrileña, Mucha Muchacha, reivindica la importancia cultural y el poder catártico de las músicas y danzas folclóricas, que parecen estar en riesgo de extinción.

“Mañana, cuando sea demasiado tarde y todo el mundo se aburra con la música automatizada distribuida de forma masiva, nuestros descendientes nos despreciarán por haber tirado a la basura lo mejor de nuestra cultura”. En esta frase del etnomusicólogo Alan Lomax, que vemos proyectadas en la pantalla y oímos en la voz su hija, Anna Lomax, se resume la motivación de este espectáculo, en el que una vez más la compañía madrileña hace alarde de un derroche de energía, con una danza desbordante de fisicidad al servicio de una reflexión que nos sitúa de lleno en la polémica sobre el poder de alienación de la cultura de masas.

Para ello, la obra se divide en tres partes claramente diferenciadas. En la primera la danza se eleva a primer plano con un brutal número que va de la jota al aurresku, pasando por los verdiales y otras danzas populares con un ritmo frenético en el que se cuelan los sones de la música electrónica de Los Volubles. Desarrollan así un baile que aúna el pasado con el presente y el futuro inmediato. De ahí la desnudez de sus cuerpos, que supone una hermosa alegoría de la desnudez de la danza.

Se trata sin duda de un número tan impactante como impresionante que al principio nos deja sin aliento, aunque abusa un tanto de la duración y nos acaba saturando. Tal vez por ello en la segunda parte las bailarinas deciden parar el baile para representar una suerte de programa de radio en el que se cuenta la historia de Catalina, una mallorquina que enseña, nada menos que a John Lennon y Yoko Ono los secretos del canto folclórico de su tierra, el Cant Redoblat, e incluso se atreven a demostrar que es Catalina quien compuso la célebre canción ‘Imagen’. Es la nota de humor, tan presente también en la cultura popular, que aquí adquiere una impronta un tanto naif, tal vez por aquello de criticar la pobreza creativa que nos impone la cultura de masas. Aunque dicha denuncia se queda un tanto soterrada y la escena supone un considerable bajón del ritmo del espectáculo. Por fortuna, acaba con un número genial, una singular “Batalla de gallos” que cambia el rap por los bailes folclóricos.

En la tercera parte las bailarinas de Mucha Muchacha se entregan a una suerte de ritual dionisíaco alrededor de un gran pandero, mientras las imágenes y el espacio sonoro de Los Volubles nos demuestran que el poder catártico del rito pervive en la música electrónica y las danzas urbanas. Y para demostrarlo, al final la pantalla situada al fondo insta al público a bajar al escenario. Y el espectáculo termina con los espectadores bailando junto a las bailarinas como si no hubiera un mañana.

Obra: Para cuatro jinetes

Lugar: Teatro Central, 24 de noviembre

Compañía: Mucha Muchacha

En escena: Ana Botía, Marta Mármol, Belén Martí Lluch, Marina de Remedios y Los Volubles

Fuera de escena: Celso Giménez

Audivisuales y espacio sonoro: Los Volubles

Diseño de iluminación: Carlos Marquerie

Diseño de vestuario: Rafa Garhes

Conexión folklórica: Kike Arias

Pandero: Ángela Calvo y Arian Yahyaee

Cante de trabajo: Maria Rodés

Cant Redoblat: Francesca Joan

Diseño sonoro: Adolfo García

Calificación: 3 estrellas