La «visión del flamenco» de Pedro G. Romero

La Bienal de Flamenco ha dado a conocer hoy el cartel «expansivo» de su XX edición. Su autor espera que no se produzcan «polémicas estériles».

07 mar 2018 / 15:55 h - Actualizado: 07 mar 2018 / 19:28 h.
"Bienal de Flamenco"
  • Detalle del cartel.
    Detalle del cartel.

«Es una obra casi populista, me preocupaba que no se entendiera bien el concepto o que pusiera en entredicho el conjunto de mi trabajo, que es más conceptual», dijo ayer el autor del cartel anunciador de la XX Bienal de Flamenco, Pedro G. Romero (Aracena, 1964) en la presentación del mismo. «He querido hacer un retrato de aficionados muy diversos para hablar, entre otras cosas, de la pluralidad del género», comentó al respecto de un «cartel expansivo» en el que aparecen retratados artistas como la bailaora inglesa Yinka Esi Graves, el bailaor húngaro Rudolf, la actriz de teatro de El Vacie, Rocío Montero, el palmero Bobote y el poeta David Pielfort, entre otros. «Cada uno de ellos porta en la foto un animal para generar extrañamiento en la mirada», argumenta. «Es algo que ya había hecho anteriormente», añade.

El cartel forma parte de una obra más ambiciosa de Romero, titulada Las sabias, que hace relación a «todas esas personas que saben mucho y se expresan con una verborrea imparable». Pero también alude «al caldo vegetal que alimenta al gran árbol del flamenco». «Espero que no haya polémicas y que, sí las hay, sean enriquecedoras y no estériles», ha comentado. El creador está acostumbrado a las sacudidas. «Incluso disparan contra mí en críticas de espectáculos en los que yo no he intervenido solo porque el concepto se pueda parecer a lo que hago», reconoció.

Escenas, actos y cuadros irán desarrollándose a lo largo de este 2018, hasta el comienzo de la Bienal de Flamenco en septiembre. Durante ese tiempo, los actores, desgranan los textos que, en forma de bocadillo, como en un tebeo o una fotonovela, van colocándose a la altura de sus cabezas o de las cabezas de los animales con quienes conversan. «Llevo toda mi vida hablando y teorizando sobre qué cosa es o puede ser el flamenco», asegura Romero. En ese sentido, su nuevo trabajo se inserta plenamente en su trayectoria.

«...Y sí, seguramente, habrá quien se sienta muy contrariado por la creación pero las polémicas y los debates agrios surgen porque de pronto una creación hace que afloren los fantasmas de quien la mira, y eso es bueno», reflexiona. El cineasta Gonzalo García Pelayo, el poeta David Pielfort –autor del poemario El gitanito eZquizofrénico–, la bailaora Javier de la Fuente y la abogada gitana Pastora Filigrana son otros de los protagonistas seleccionados por Romero. «No sé por qué estoy fotografiada con un cerdo, a mí me llamaron y me dijeron que me iban a retratar. Me tuvieron una hora, me dijeron que pusiera cara de estar enfadada y me pusieron el cochino encima, que se portó muy bien, por cierto», contó la actriz Rocío Montero, protagonista de La casa de Bernarda Alba que Atalaya-TNT puso en escena con actores y actrices de El Vacie.

Algunos de los fotografiados se sienten encantados y desconcertados. «El flamenco no existe, el rey va desnudo, yo soy más gitano que los gitanos, elegí a una galera como animal de compañía, luego nos la comimos, Pedro G. Romero es mi amigo artista y yo estoy ahí cuando me invita a algo», decía el poeta y performer David Pielfort, trufando su discurso de aseveraciones inconexas. «No me cansa que digan de mí que hago obras rompedoras, este es mi trabajo. Pero sí quiero decir una cosa, no he cobrado más que otros, el cartel más caro que ha pagado en su historia la Bienal fue el de Guillermo Pérez Villalta». Pedro G. Romero se ha embolsado, como sus antecesores, 6.000 euros por un collage que ya es la imagen de la XX Bienal de Flamenco de Sevilla.

La opinión de Ismael González Cabral: Fantasmas y fantasmadas

Defiende Pedro G. Romero, autor del cartel de la Bienal de Flamenco de este año, que «la polémica y los debates agrios surgen cuando una obra hace aflorar los fantasmas de quien la mira». Fantasmas, incomodidad, miedo, controversia... términos todos ellos que enriquecen el debarte artístico y que forman casi una segunda piel de una parte de la historia del arte contemporáneo. Cuando el artista conceptual Piero Manzoni expuso en 1962 en la Galleria Pescetto su Mierda de artista disparó con rotunda clarividencia sobre las peores inercias del arte actual, contra sus mercaderes y los snobs.

Las sabias, título del cartel –«obra de teatro expandido» según el autor–, de Pedro G. Romero es, antes que una visión del futuro, antes que un fantasma tenebroso en la retina de quien mira con desdén o extrañeza la obra, una fantasmada. Un trabajo en las antípodas de la creación conceptual y rotunda de ilustres predecesores como Antoni Tàpies y Luis Gordillo. Romero, se dirá, es otra cosa. Un artista pop que resuelve el entuerto retratando al palmero Bobote en pijama y babuchas frente a un montón de basura en las Tres Mil. Puede que el flamenco necesitara a alguien como él, capaz de decirle a un bailaor de la talla de Israel Galván que baile una hora en silencio o que lo haga sobre un ataúd. Sus ocurrencias llevan años incomodando a los custodios de la pureza jonda. Y eso está bien. Aunque otros, como Andrés Marín, lo hagan igual o mejor. Pero su cartel es para descambiarlo, cutre, pueril y con animales esclavizados de por medio. Otro despropósito pagado con dinero público, calibren ustedes si mayor o menor que el «sueño ocular» que tuvo María Cañas plagiando a Walter Popp en el Festival de Cine Europeo