Lole Montoya en su mejor momento.

Lole Montoya está en su mejor momento, y así lo dejó bien sentado ayer en el concierto que ofreció en la Fundación 3 Culturas del Mediterráneo, en el que hizo un delicioso repaso a los temas más emblemáticos del repertorio de los discos que en su día grabara con la guitarra de Manuel Molina, autor también junto con Juan Manuel Flores de las letras.

Comenzó con las bulerías ‘Todo es de color’, que deberían cantarse en todo el mundo, a ver si tomaban nota todos esos gobernantes que solo ven la solución a sus problemas en las guerras.

Lole comenzó a cantar un poco tímida, parecía que no acababa de entenderse con la sonanta de José del Valle, pero no tardó en hacerse con los tonos, que ella subía y bajaba con la libertad creativa que la caracteriza, gracias a esa garganta suya privilegiada y a su hermosa voz, que lo mismo sube que baja hasta cotas insospechadas.

En cuanto la cantante comenzaba a entonar cada tema se hacía el silencio más absoluto en el patio de butacas, pero la emoción se palpaba en el ambiente y se expandía en los cálidos aplausos que se desataban al final de cada una de las canciones. No en vano el público estaba lleno de seguidores emocionados por poder ver y oír en directo a su artista. Y ella, conocedora del potencial emotivo de aquellas canciones que en su día la elevaran a la categoría de auténtica estrella de la música, nos brindó un repertorio que nos hizo viajar en el tiempo, aunque más que nostalgia lo que nos despertó fue el placer del reconocimiento, que nos pellizcó el corazón de principio a fin.

Y es que, temas como ‘Dime’, ‘La Lola’ (la que canta saetas), ‘Los Tangos Canasteros’ o ‘Alquivira’, uno tangos que el mítico dúo se atrevió a grabar en árabe con encomiable valentía, teniendo en cuenta la época (1973). Y qué decir de ‘Erase una vez’ o ‘Romero verde’, que ayer Lole Montoya preñó de emoción y creatividad, dando buena cuenta de su dominio del compás.

Cabe destacar como todos esos temas del mítico dúo ‘Lole y Manuel’ se han convertido en unos clásicos portadores de un mensaje universal, que se vuelca tanto en la música como en la poesía.