Un siglo de aquel payaso que salvó a 400 niños de los nazis

Hoy es el Día Internacional del Mimo, en honor a Marcel Marceau, el más inolvidable de todos, que nació hace justamente 100 años y murió un día como hoy de 2007

Un siglo de aquel payaso que salvó a 400 niños de los nazis

Un siglo de aquel payaso que salvó a 400 niños de los nazis / Álvaro Romero

Álvaro Romero

Como en la película La vida es bella pero no con su propio hijo, sino con más de 400 niños escondidos y aterrorizados, la mayoría de ellos por haber asistido al asesinato de sus propios padres en aquellos campos de concentración de los nazis en la Francia ocupada. En aquel ambiente horrible fue capaz el mayor mimo de la historia no solamente de sacarles a todos una sonrisa, sino de salvarles la vida. Aquel joven judío ni era mimo profesional aún ni se llamaba Marcel Marceau, sino Marcel Mangel, aunque él y su hermano decidirían cambiarse el apellido para ocultar su origen. El maquillaje del apellido no era ninguna tontería después de que a su padre, un carnicero judío, lo hubiera desterrado la Gestapo para llevárselo al campo de concentración de Auschwitz.

Marcel había nacido en Estrasburgo en 1923, hace ahora justamente un siglo. Cuando cumplió los 16 años, se vio obligado junto a toda su familia a dejar su hogar porque las tropas alemanas habían invadido Francia. Huyeron a Limoges, donde habría de morir tal día como hoy, un 22 de septiembre pero de 2007, a los 84 años y después de 60 siendo considerado “el poeta del silencio” por su arte como mimo que había puesto en práctica por primera vez, al menos verdaderamente en serio, en plena II Guerra Mundial, cuando Marcel Marceau –todavía Mangel- fue capaz de entretener a unos 400 niños –cual flautista de Hamelín- en las peores circunstancias imaginables. Disfrazado de divertido guía de un movimiento juvenil, rescató a centenares de niños huérfanos judíos de los campos de concentración y les prometió llevarlos de vacaciones, en tren, hasta los Alpes... El mimo era capaz de componer doscientos gestos diferentes, no paraba de dar silenciosas volteretas y los chiquillos estaban hechizados.

La extraña fila del jefe de la unidad secreta de la Resistencia Francesa, Georges Loinger, aquel mimo con la cara pintada de blanco y una camiseta de rayas y los cientos de chiquillos detrás, imitando al mimo que los invitaba constantemente a guardar silencio con el índice cruzado sobre sus labios, sorprendió a algún que otro soldado nazi, pero la comitiva logró llegar, en tres ocasiones, a la Suiza neutral. La pantomima, que todavía no tenía intenciones artísticas para Marcel, acababa de salvarles la vida. Ya en nuestro siglo, precisamente en el año de la pandemia, en 2020, la película Resistencia, de Jonathan Jakubowicz, contó la historia de Marcel, con Jesse Eisenberg desempeñando soberbiamente su papel.

Marcel y su hermano Alain no tardarían en incorporarse a las fuerzas de liberación de Francia, lideradas por De Gaulle. Como dominaba el inglés, lo nombraron oficial de enlace con las fuerzas norteamericanas. Terminada la guerra, en 1947 Marceau creó a Bip, su álter ego, con un suéter a rayas y un maltratado sombrero decorado con una flor (una metáfora de la fragilidad de la vida). El personaje se lo había inspirado el vagabundo de Chaplin. Las desventuras de Bip, tantas veces caminando contra el viento y con sátiras de todo tipo, frente a leones, barcos y salas de baile empezaron a no tener fin. De su célebre pieza Joven, maduro, anciano y muerte se llegó a decir que “logra en menos de un minuto lo que la mayoría de los novelistas no logran en volúmenes”.

Había comenzado su carrera artística en Alemania, actuando para las tropas francesas de ocupación después de la guerra. Decidió estudiar más profundamente el mimo matriculándose en la academia del teatro Sarah Bernhardt de París. En la compañía de Charles Dullin y Étienne Decroux no tardaron en percatarse de su talento y le dieron el papel de Arlequín, lo que lo motivó para hacer sus propios mimodramas. Mucho tiempo después, en 1976, ganó celebridad mundial en la película muda La última locura de Mel Brooks, donde Marcel era el único que decía algo: “¡No!”.

Los silenciosos ejercicios de Marceau no tardaron en convertirse en clásicos del arte de la pantomima, que se hizo muy popular durante los años 80 del pasado siglo en países tan diversos como Estados Unidos, China o Japón. Casado tres veces, y con cuatro hijos, dio una lección vital de cómo combatir el horror a través del humor. Fue condecorado oficial de la Legión de Honor de Francia, reconocido como miembro de la Academia de Finas Artes de Berlin y Munich, recibió diversas condecoraciones de las universidades de Ohio, Princeton y Michigan y hasta fue embajador de la ONU.

Marcel Marceau está enterrado en el más grande de los cementerios parisinos, el de Père Lachaise, donde por cierto también descansan otros grandes de la Historia como Molière, Oscar Wilde, Jim Morrison, Chopin, Édith Piaf, Delacroix, Isadora Duncan o María Callas.