Unos premios envueltos en misterio

Jerónimo Tristante, premio Ateneo de Sevilla 2017, y Tania Padilla, Ateneo Joven, triunfan con sendas ficciones en clave de thriller, ‘Nunca es tarde’ y ‘La torre invertida’

15 nov 2017 / 08:43 h - Actualizado: 15 nov 2017 / 16:58 h.
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  • Jerónimo Tristante y Tania Padilla, últimos premios Ateneo, ayer en la sede de esta institución. / Manuel Gómez
    Jerónimo Tristante y Tania Padilla, últimos premios Ateneo, ayer en la sede de esta institución. / Manuel Gómez

Algo inquietante sucede con los premios Ateneo de Sevilla. Y no, no es que se oigan voces de ultratumba en la sede de la calle Orfila o que algún miembro del jurado haya desaparecido sin dejar rastro. Hablamos de las novelas ganadoras de la última edición de estos galardones, obra de Jerónimo Tristante y Tania Padilla: dos soberbios thrillers que harán las delicias de los amantes del misterio.

La novela de Tristante, Nunca es tarde, XLIX premio Ateneo, es una historia «ambientada en El Pirineo y protagonizada por una mujer de 42 años a la que le sobran diez kilos, y que acusa la marcha del hogar de sus tres hijos y las dudas sobre la fidelidad de su marido», explica el autor. «Un buen día empieza a hacer un álbum de recortes en la hemeroteca de su pueblo, y descubre que allí mismo hubo hace 40 años un crimen horrendo, el asesinato de tres niñas».

«Además», prosigue Tristante, «aparece una extraña niña a la que nadie conoce en medio de una fiesta infantil de Halloween. Isabel, la protagonista, empieza a buscar una explicación y tiene la sensación de que los crímenes del pasado van a repetirse, pero la toman como una maruja pre-menopáusica».

Conocido sobre todo por las novelas protagonizadas por el inspector de policía Víctor Ros, ambientadas a finales del siglo XIX y adaptadas con éxito a la televisión, Tristante (Murcia, 1969) se atreve por una vez a ambientar una de sus ficciones en la época actual. Algo que, afirma, «me resulta más fácil, de modo que me suelto y me divierto más. Así, de paso, quien lee también se divierte y vive una aventura tremenda», explica. «Tengo un par de novelas primerizas ambientadas en el presente, pero como todo el mundo sabe uno va encontrando su caminico, y yo empecé muy pronto a hacer misterio con ambientación histórica. Reconozco que eso me tensa un poco, te obliga a repasar datos, personajes, que no haya ningún error...»

La fuerza visual de Nunca es tarde se explica en parte por la experiencia televisiva de Tristante. Tanto, que ve perfectamente que «de esta novela sale una serie de ocho capítulos fantástica. Ya estoy hablando con productores, pero las cosas del audiovisual van siempre lentas». De hecho, él mismo asegura que «esta historia empezó como guión, pero al ir volcándola sobre el papel cada vez más la veía como novela», dice.

«Después del premio, me pregunté por qué me gusta tanto ese ambiente cuasi nórdico, siendo como soy del Sur. Quizá justo por eso me pone tanto ese ambiente del Pirineo, y en concreto de un pueblo donde todo el mundo se conoce. Hasta que descubrí que todo viene de Twin Peaks, una serie que me causó impresión en mi juventud, y que llevo dentro. En todo caso, se nota mucho la forma de narrar común que tenemos quienes hemos crecido con la televisión».

Sobre el elemento del terror, que figura marginalmente en la novela, Tristante asume que «es un recurso holmesiano. Me gusta el misterio, lo he hecho en la radio también, en La rosa de los vientos, pero esa falta de respuestas, sumada a la posibilidad de que haya algo paranormal o no, que aprendimos de El sabueso de los Baskerville, me encanta».

Por último, cuando se le pregunta por el significado de ganar un premio como el Ateneo, afirma que «es sin duda uno de los premios más prestigiosos de la literatura española, así que me siento muy reconocido. Llevo 17 años escribiendo y, para qué negarlo, da mucho gusto esto, es un aldabonazo y hace que se te trate más en serio. Además, es el único premio al que me he presentado, así que estoy encantado», concluye.

Tania Padilla (Córdoba, 1985), por su parte, obtuvo el XXII premio Ateneo Joven con La torre invertida, «una novela histórica con tintes policiales o de thriller», explica la autora. «Cuenta la historia de una bibliotecaria que decide escribir su primera novela, contando la historia de la construcción de la Quinta da Regaleira, en Sintra. A partir de ahí descubre ciertos indicios inquietantes, y va atando cabos, pero es también una novela metaliteraria, sobre el proceso de escritura».

Por las páginas de La torre invertida deambula el arquitecto de la famosa finca, pero también el escritor Fernando Pessoa, muy conectado como se sabe con el esoterismo y la masonería. «Todo eso lo mezclo, además, con aspectos de la vida personal de Sofía, la protagonista, con su fracaso sentimental y otros asuntos».

Por otro lado, sorprende que nadie antes –que se sepa– se haya propuesto escribir una novela sobre la fabulosa Quinta da Regaleira, un lugar literario como pocos. «Es curiosísimo, yo fui por primera vez hace años, y pensé eso. Luego volví y me pregunté de nuevo, ¿cómo no hay una novela sobre este lugar? Esa obra neo-manuelina, esos jardines, la torre invertida, es todo muy simbólico. Es una oda a la belleza, y es de veras extraño que no exista otra historia así».

En cambio, a Pessoa sí se le ha contado de muchas maneras. «A mí me interesó sobre todo por lo esotérico. Pensé que en un pasado posible, podría haber conocido al arquitecto de la Quinta, eso me permitió introducirlo como personaje».

Sobre la falta de novelas españolas ambientadas en Portugal –con honrosas excepciones–, Padilla cree que «no nos fijamos en este país por razones económicas. Si Portugal fuera una potencia mundial como en el siglo XVI, sí miraríamos hacia allí. Es nuestro país hermano, y hay quien ni siquiera lo ha visitado, o se burla. Y es una pena, porque tiene unas potencialidades tremendas».