Vivir en el corazón del infierno

Manuel H. Martín filma ‘La vida en llamas’, un documental que llega mañana a la cartelera sobre las unidades de élite que luchan contra el fuego en Andalucía

03 sep 2015 / 11:24 h - Actualizado: 03 sep 2015 / 11:26 h.
"Medio ambiente","Cine español"
  • El Cine Avenida de Sevilla ofrecerá un pase del documental La vida en llamas el próximo martes 8 de septiembre a las 20.30 horas. / El Correo
    El Cine Avenida de Sevilla ofrecerá un pase del documental La vida en llamas el próximo martes 8 de septiembre a las 20.30 horas. / El Correo
  • El director del filme, Manuel H. Martín. / Pepo Herrera
    El director del filme, Manuel H. Martín. / Pepo Herrera

«¿La lección? Deberíamos centrarnos más en lo que se consigue salvar antes que en lo que se ha quemado». Es la reflexión central que hace el realizador Manuel H. Martín después de haber pasado más de un año filmando de cerca el fuego. También lo es de los operarios de las unidades de elite que luchan contra los incendios. Ellos son los protagonistas centrales de La vida en llamas, un documental producido por La Claqueta, en coproducción con 93 Metros y Canal Sur que llegará mañana a los cines andaluces.

La idea del proyecto surgió cuando el fotógrafo Sergio Caro, que conocía desde hace 20 años al líder de una de las unidades especiales de la Brigada de Refuerzo contra Incendios de Andalucía, Gustavo Vidal, quiso reflejar la intensidad del trabajo que hace junto a sus compañeros. Martín, director del documental, plantea el acercamiento dramático desde cuatro puntos de vista, «el de un novato que llega a la brigada, el del líder –Gustavo– con muchos años de experiencia y el de otro operario que está a punto de jubilarse, de apartarse de la intensidad del fuego».

«Hemos apostado por una narrativa muy cinematográfica, de tal forma que todo el mundo podrá identificarse con algunos de los personajes reales que protagonizan el documental», explica su director. La vida en llamas tiene ya asegurada una importante carrera comercial. Porque aunque el número de copias en salas sea bajo, también podrá verse bajo demanda, ha sido vendida internacionalmente y tiene como correlato una miniserie de televisión, dirigida por David Beriain, que pondrá en antena la cadena especializada Discovery. «El documental y la serie son dos productos distintos, complementarios, es posible ver los dos y disfrutar con ambos, porque uno y otro se plantean desde principios diferentes», explica Manuel H. Martín.

«Mi mayor deseo es que los espectadores acaben reconociendo el inmenso trabajo que realizan estas brigadas, que son ante todo auténticos protectores de la naturaleza. Los que somos de ciudad vemos el campo de forma idílica, lo observamos como algo lejano y que buscamos de forma puntual en nuestras vidas. Rodar el documental me ha puesto frente a personas que hacen de lo verde la razón de su existencia», detalla el director. También ha querido huir del formato «telediario»: «Nos cuentan lo que se quema, vemos algunos testimonios de personas afectadas, pero jamás conocemos a los verdaderos protagonistas, a quienes los extinguen», dice.

«También habitúa a omitirse una de las imágenes más dolorosas e impactantes, los cientos de animales calcinados que se observan en el campo cuando se consigue apagar el fuego», puntualiza. Otro de los instantes más intensos lo vivió él y el importante equipo técnico del filme «rodando de noche»: «En la oscuridad el fuego parece más terrible, todo se vuelve absolutamente hostil y rematadamente peligroso, es como trabajar en el infierno».

Precisamente por la complejidad de meter las cámaras en esos momentos de tragedia, tuvieron que vencerse «ciertas reticencias». «Pensaban que íbamos a hacer algo frívolo, pero no ha sido así, este es un relato impresionante de gente muy verdadera, mostrada de manera sincera, una historia de trabajadores nobles que arriesgan su vida», explica su responsable.

La vida en llamas ha huido del «localismo y de la lectura política». Aunque su director, Manuel H. Martín no esconde su opinión «muy negativa» al respecto del flaco favor que la actual Ley de Montes –impulsada por el PP– hace al campo permitiendo recalificar terrenos quemados y suscitando elevados intereses económicos. «Un fuego tiene una dimensión enorme, no sólo hay que medir el número de hectáreas calcinadas, también el impacto que provoca emocionalmente, el número de vidas cercenadas y la constatación de un espacio prácticamente irrecuperable», concluye.