Las pruebas médicas a las que ha sido sometido este lunes Andrés Guardado han confirmado lo que ya se intuía el domingo por la tarde en el Villamarín después de que el mexicano, en una pugna con Vrsaljko, se llevase la mano al aductor derecho y pidiese el cambio inmediatamente. El ‘cerebro’ del Betis sufre una rotura fibrilar de grado I-II y estará entre tres y cuatro semanas de baja, según el parte que ha emitido el club verdiblanco.

Así pues, Guardado no volverá a jugar hasta 2018. Como mínimo se pierde los dos próximos compromisos ligueros, contra el Málaga y el Athletic, y es duda bastante seria para el primer choque oficial del próximo año, que es el derbi en el Sánchez-Pizjuán. Ese encuentro se jugará el 6 o el 7 de enero, así que faltan veintiséis o veintisiete días. Si se recupera a tiempo, lo hará con el tiempo justo y con el mínimo margen posible para entrenarse.

La ausencia de Guardado se antoja importante para un equipo cada vez más previsible en ataque, como se ha demostrado en estas últimas jornadas. La buena noticia desde el punto de vista verdiblanco es que en Málaga, si no hay sorpresas, sí podrá jugar otro elemento insustituible del centro del campo, Javi García, que se perdió la visita del Atlético por una lumbalgia. En La Rosaleda, dicho sea de paso, Guardado habría sido baja sí o sí porque el domingo vio su quinta tarjeta amarilla de la campaña.