LGTBIQ+
Deporte y mujeres trans: un debate que se decanta hacia su exclusión
Las federaciones internacionales están adoptando la decisión de vetar las categorías femeninas a quienes hayan transicionado después de la pubertad
La forma de integrar a las mujeres trans en las competiciones es uno de los grandes retos del deporte mundial en esta década. Se trata de un debate que las autoridades deportivas estuvieron postergando durante muchos años hasta que la aceptación como mujeres y la normalización social de las mujeres trans se ha extendido en algunas de las sociedades más avanzadas del planeta en derechos LGTBI+, como puede ser la española y buena parte de las democracias occidentales.
En España, este debate no resuelto ha vuelto al primer plano tras el congreso federal del PSOE celebrado este fin de semana en Sevilla. El nuevo ideario del partido recoge que el partido que seguirá liderando Pedro Sánchez seguirá "auspiciando el liderazgo femenino en el deporte y la creación artística", matizando, tras una enmienda, "sin que ninguna persona de sexo masculino pueda participar en las categorías destinadas a mujeres".
La postura del PSOE
Se trata de una redacción ambigua e inconcreta en lo relativo a las mujeres trans que, sin embargo, ha devuelto el foco al debate. "Esto no afecta a las personas trans que tienen hecho correctamente su cambio registral de sexo. Una mujer trans es una mujer, por tanto, puede participar en su categoría, como ya se hace y se reconoce en la ley del deporte y la ley LGTBI", ha matizado este lunes Víctor Gutiérrez, secretario de Políticas LGTBI del PSOE. No obstante, la exclusión del veto de las mujeres trans convierte la enmienda en una matización a todas luces innecesaria, por cuanto la no participación de hombres en competiciones femeninas ya está más que blindada, tanto legal como socialmente.
Pero más allá de la propuesta política del PSOE, se concrete como se concrete, el debate está sobre la mesa, en especial en la de las instituciones deportivas. Y es lógico que así sea. Porque el problema que tiene el deporte es que tiene que integrar en dos compartimentos estancos, la categoría masculina y la femenina, a una inmensa horquilla de identidades de género diferentes. Y que la razón de ser de la categoría femenina en algunos deportes es, precisamente, permitir que las mujeres participen en competiciones al máximo nivel, sin las brechas que pueden existir con los hombres por su diferente desarrollo biológico.
Con las personas cis, aquellas que cuyo sexo asignado al nacer se corresponde con su género sentido, no existen problemas acerca de su asignación a las categorías masculina y femenina. Pero sí surgen con otras identidades LGTBI+, principalmente con las personas transexuales e intersexuales. Dos identidades diferentes, pero cuya regulación ha recorrido hasta hace poco la misma senda.
El baremo de la testosterona
Ocurría así porque, durante años, el nivel de testosterona de un deportista fue el baremo para acotar la participación de los deportistas en categoría femenina. Y ahí se incluía a deportistas intersexuales, mujeres que nacieron como tales y que se sienten como tales, pero con alteraciones genéticas naturales (como presencia de testículos internos) que podían reportarles ventajas biológicas en algunos contextos o competiciones. Caster Semenya, y su veto para participar en algunas pruebas de atletismo, fue el ejemplo más paradigmático de esta casuística.
Casos como el de Semenya o el de las dos boxeadores intersexuales que participaron en los Juegos Olímpicos de París 2024 no deben ser en ningún caso confundidos con el de deportistas trans, el de personas nacidas biológicamente hombres cuyo sexo sentido es femenino. Sobre ellas, el Comité Olímpico Internacional (COI) asumió hace algunos años la tarea de fijar un criterio común. En lugar de hacerlo, sin embargo, en 2021 le pasó la pelota a las respectivas federaciones internacionales, a partir del laxo criterio de evitar "desventajas desproporcionadas".
La decisión, en manos de cada deporte
Desde entonces, queda a criterio de cada una de ellas la normativa para aceptar o no a las mujeres trans en sus competiciones femeninas, incluso yendo al detalle de cada una de ellas. Quienes han recogido el guante y han desarrollado ya sus propios criterios, como las federaciones internacionales de natación, rugby, atletismo y ciclismo, han optado por cerrar el paso a las mujeres trans hayan hecho la transición después de la pubertad.
La halterofilia también se sumó a ese criterio y su decisión tuvo una especial carga simbólica, puesto que la haltera Lauren Hubbard fue la primera mujer trans en competir en unos Juegos Olímpicos, en Tokio 2020. En París 2024, ninguna mujer trans compitió. Sí lo hizo un hombre trans, nacido biológicamente mujer, el púgil filipino Hergie Bacyadan.
Muchas federaciones internacionales, no obstante, todavía no han fijado una posición al respecto de este debate. La FIFA anunció en junio de 2022 que estaba en proceso de revisar sus normas de elegibilidad de género, sin que hasta la fecha se hayan conocido novedades.
Lo que dicen las leyes españolas
Pero como sucede siempre en el mundo del deporte de alta competición, hay una doble regulación que en ocasiones entra en colisión: la propia del ámbito deportivo internacional y las del cuerpo legislativo de cada país y entidad regional. En este sentido, en España, la Ley Trans blinda en su artículo 26 que "la práctica deportiva y la actividad física se realicen con pleno respeto al principio de igualdad de trato y no discriminación por orientación sexual, identidad sexual, expresión de género y características sexuales".
La Ley del Deporte, por su parte, solo hace mención a las personas trans del siguiente modo: "Los poderes públicos y las entidades deportivas garantizarán el acceso de la infancia y adolescencia LGTBI+ a la práctica deportiva en un marco de protección y seguridad que garantice el libre desarrollo de su personalidad y de su bienestar psicológico y emocional y que, a la par, preserve su derecho a la intimidad, en especial de la infancia y adolescencia trans e intersex".
En España, el PSOE modula ahora su postura sin entrar a aclarar del todo los numerosos grises que la acompañan. El PP, por su parte, recogió en su programa electoral de las últimas generales que "el sexo biológico ordene las categorías deportivas", excluyendo por tantos a las mujeres trans de la categoría femenina, postura similar a la de Vox. Tanto Sumar como Podemos se decantan, por su parte, por la integración de las mujeres trans en el deporte femenino.
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