Empresas cercanas y globales
Del 'crack' inmobiliario a crear una empresa en Aznalcóllar que exporta estaciones de energía portátiles
Cuatro profesionales de la distribución de material eléctrico perdieron su empleo por la crisis inmobiliaria en España y se atrevieron a crear juntos Proinsener, una empresa que envía a cualquier lugar del mundo sus modelos de salas eléctricas en contenedores transformados para ser estaciones portátiles de gestión energética
“Creamos una empresa en plena crisis. Nos habíamos quedado sin trabajo, era necesario reinventarse, la fundamos con el dinero recibido para capitalizar el desempleo y tenía que salir bien sí o sí, no había plan B”. Proinsener nació de este modo en Sevilla en 2012, como testimonia José María Molina García, uno de sus cuatro socios fundadores y al frente de su equipo de dirección. Doce años después, los cuatro siguen juntos y capitaneando el muy meritorio desarrollo de una empresa especializada en idear y fabricar sistemas de integración eléctrica en contenedores habilitados a tal fin que se exportan a cualquier lugar del mundo para ser instalados en lugares como centrales de energía fotovoltaica, instalaciones de tratamiento de aguas, centros de datos, etcétera. Por ejemplo, en Chile hay instalados 150 y en Australia 200.
Proinsener está radicada en Aznalcóllar y tiene una plantilla de 60 trabajadores, que en momentos de máxima demanda de pedidos ha llegado a ser de 70 u 80. Su facturación anual está oscilando entre los 7 y los 13 millones de euros en función de a qué anualidad se le van computando proyectos de larga duración que tienen de presupuesto 2 o 3 millones y comportan más de un año de dedicación entre la fase de ingeniería y la de producción.
José Carlos Pérez García, Ramón Ortiz Vargas-Machuca, José Amador Ballestero y José María Molina García son los cuatro socios, y a partes iguales, tal como la constituyeron. Los cuatro se conocieron como profesionales en la empresa granadina Degrá, de distribución de material eléctrico, que tuvo gran expansión por Andalucía durante los primeros años de este siglo, con el boom'de la construcción, y también actividad en Galicia, Marruecos y Argentina. “Era una empresa bien dirigida, pero cuando estalló la crisis económica en España no pudo sobrevivir a la tremenda reducción de las ventas y a la asfixia financiera, y acabó siendo liquidada”, recuerda José María Molina.
Los 30.000 euros del paro para montar Proisener
Cuando en 2012 perdieron su empleo y en un contexto económico y laboral muy adverso apenas veían opciones para ser contratados por otras empresas, decidieron atreverse a crear la suya. “Cada uno de los cuatro puso los 30.000 euros del paro, más otros 1.000 euros, y se fundó Proinsener Energía con un capital social de 124.000 euros. Además, conseguimos un préstamo de 200.000 euros solicitado a la Junta de Andalucía, que avalamos con nuestro patrimonio personal. Y a partir de ahí logramos que Enisa (Empresa Nacional de Innovación) nos concediera un préstamo participativo de 160.000 euros”.
Los cuatro habían asumido en Degrá funciones directivas en lo que hace 20 años era una nueva línea de negocio: la aplicación de material eléctrico a los parques de generación de energía fotovoltaica que empezaron a hacerse en España a gran escala. “Desarrollamos mucho conocimiento para aportar soluciones tanto en media tensión como en baja tensión para ese tipo de producción de energías renovables”.
Orientaron sus conocimientos y experiencias a crear un producto fácilmente exportable a cualquier lugar del mundo. “En aquel momento, en los parques solares, se montaban edificios de hormigón como centros de transformación, como los que hay en cualquier urbanización o en cualquier polígono industrial. Edificios donde se montaban las celdas, los cuadros eléctricos, los transformadores, todas las protecciones del inversor fotovoltaico. Son edificios cuyo coste es bajo pero la logística y el transporte son complicados. Nosotros decidimos diseñar centros de transformación en contenedores marítimos y paquetizar así una solución mucho más barata para el cliente, que se puede transportar como cualquier contenedor de mercancías al uso, tanto en barco como en tren o en camión”.
Cada uno de los cuatro puso los 30.000 euros del paro, más otros 1.000 euros, y se fundó Proinsener Energía con un capital social de 124.000 euros
Para ello, adquieren contenedores de primer viaje, que llegan a España desde China cargados de mercancía (casi todas las fábricas de contenedores están en ciudades chinas) y los compran ya vacíos y con un coste de transporte muy inferior. José María Molina indica que “los transformamos mecánicamente, los tuneamos, les abrimos puertas, y huecos para ventilación, les reforzamos estructuras para albergar equipos, se les hacen aislamientos térmicos, proyecciones para evitar condensaciones, tratamientos de pinturas, etcétera. Creamos en ellos una sala eléctrica de tal manera que pueda mantener la concesión de un certificado de navegabilidad. Los enviamos a nuestros clientes a través del Puerto de Algeciras o del de Sevilla”. Los primeros fueron a Reino Unido, Rumanía y Chile.
Creación de empleo en Aznalcóllar
Eligieron ubicar su fabrica en Aznalcóllar porque la empresa Degrá, en la que trabajaron, tenía en el área industrial de ese municipio sevillano una fábrica de edificios de hormigón como centros de transformación eléctrica. “Como entró en concurso de acreedores y dejó de tener actividad, llegamos a un acuerdo para arrendar las instalaciones y adecuarlas para montar un taller metalmecánico de transformación de contenedores, y también un taller de cuadros eléctricos para la interconexión de los equipos que van en su interior. En 2016 ya adquirimos la propiedad de las instalaciones. Abarcan 12.000 metros cuadrados, hay 8.000 construidos”.
El socio director de Proinsener, de 47 años de edad, nacido en El Mármol, pequeño pueblo jiennense cercano a Úbeda, precisa que “en Aznalcóllar ha habido históricamente cantera de personas formadas en soldadura, en funciones eléctricas relacionadas con la actividad minera. Y su instituto de secundaria tiene un módulo de formación en soldadura. Es un buen entorno industrial para nosotros. Y estamos lo suficientemente cerca de Sevilla para que otros profesionales se desplacen en coche para ir al trabajo”.
Para los proyectos que requieren instalaciones con medidas especiales, o para los que necesitan un número mayor de transformaciones, les resulta más eficiente construir directamente ellos los contenedores en su fábrica. En su cadena de fabricación y ensamblaje de salas eléctricas, pueden estar trabajando en 14 o 15 contenedores a la vez. Tienen capacidad para fabricar y entregar un contenedor cada día.
En su cadena de fabricación y ensamblaje de salas eléctricas, pueden estar trabajando en 14 o 15 contenedores a la vez
A partir de su modelo inicial de solución contenerizada para sala eléctrica completamente equipada, han desarrollado 13 variantes. Desde aplicaciones para estaciones de potencia en centrales de energía solar fotovoltaica, conectando placas de campo al contenedor y ya evacuando energía de media tensión; a las aplicaciones de almacenamiento de energía, donde van todas las baterías, los sistemas de control, de extinción, de refrigeración. O, también aplicaciones para instalaciones militares, o para emergencias, o para el sector ferroviario, o para plantas depuradoras de agua, etcétera.
Grandes clientes españoles y extranjeros
En sus inicios, buscaron como clientes a grandes empresas españolas que también necesitaban desarrollar más su actividad fuera del país. “Poco a poco, empezamos a relacionarnos directamente con clientes extranjeros. Hoy en día, muchos de nuestros principales clientes son japoneses, franceses o ingleses. Y sigue habiendo grandes clientes españolas con los que se ha forjado una relación de mucha confianza recíproca. Les hemos industrializado su producto. Sobre todo fabricantes de equipos eléctricos, y ahora comercializan soluciones contenerizadas a partir de su equipamiento eléctrico”.
Entre las empresas españolas con las que tienen más relación están Arteche, Gamesa Electric y Jema Energy. Las tres vascas, no en vano en Euskadi hay un fuerte núcleo de empresas del sector eléctrico. También tienen relaciones con empresas sevillanas como Ametel, de infraestructuras e instalaciones eléctricas; Inerco, para la producción de hidrogeno; Arsinger, en autoconsumo fotovoltaico; Hispacold, que climatiza vagones de trenes, tranvías y metros.
Uno de sus clientes internacionales más relevante es la empresa japonesa Tmeic, creada como 'joint venture' entre Toshiba y Mitsubishi para nuevos desarrollos en el sector de electrónica de potencia y almacenamiento de energía. “Hemos hecho con Tmeic uno de los proyectos de almacenamiento de energía más grandes en Reino Unido, son 100 megavatios a la hora”, señala José María Molina. Otro hito es su trabajo para EDF, la gran empresa pública francesa de la electricidad, “hemos creado conjuntamente soluciones de almacenamiento de energía para aplicar en Francia”.
Proinsener participa todos los años en la ciudad alemana de Munich en el Intersolar, la feria más importante en Europa de la industria energética. Es su principal escaparate para dar a conocer que son una pyme tecnológica que cada año dedica unos 300.000 euros a investigación. “En 2018 intensificamos el desarrollo de innovación en almacenamiento de energía y hoy es nuestra principal línea de negocio. Con actividad en países como Reino Unido, Francia y Alemania, y en otros como Islas Mauricio, donde tenemos en marcha tres proyectos de almacenamiento de energía”.
Proinsener participa todos los años en la ciudad alemana de Munich en el Intersolar, la feria más importante en Europa de la industria energética
En esa estrategia, han creado la filial Proinsener Storage, y denominan Besscube a su solución para almacenamiento. “Dentro de nuestra evolución, ya no solo podemos tener como clientes a las empresas tecnológicas, sino que también somos capaces de ofrecer directamente al cliente industrial nuestro producto como una solución integral llave en mano, que incluye todos los mecanismos de control y puesta en marcha”.
Contenedores diseñados para cultivos agrícolas
En su afán por diversificar su actividad y abrir nuevas líneas de negocio en ámbitos donde aportar innovación, han constituido la filial Proinsener Agritech, para estructurar un modelo de producción vertical de cultivos agrícolas en contenedores habilitados para que las plantas tengan todo lo que necesitan. “El objetivo es aportar una alternativa para deslocalizar cultivos estacionales cerca de áreas de consumo donde no existen sobre el terreno. No se van a cultivar así lechugas en Murcia, pero sí en Arabia Saudí. Nos hemos enfocado sobre todo en la fresa, el azafrán, el cáñamo y los brotes verdes tanto para consumo humano como para alimentación de ganado”.
José María Molina explica “las ventajas de cultivar algunos tipos de plantas en un espacio controlado, sin patógenos, sin sufrir inclemencias metereológicas. Controlando temperatura, humedad, nutrientes. Dándole lo que necesitan en cada momento. Estamos experimentando con la fabricación de un contenedor-laboratorio de cultivo, con sala de germinación, con sala de desarrollo vegetativo, con sistemas de iluminación, de fertirriego, de climatización. Actualmente, nos hallamos inmersos en concluir la fase de investigación para definir la receta digital de cada cultivo. Y ahorrando entre un 80 y un 90 por ciento del consumo de agua. Nuestro objetivo es que en 2025 ya esté disponible a nivel comercial”.
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