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La puerta de Alcalá, abierta las 24 horas

Madrid se ha erigido como una de las ciudades de moda de Europa, tanto para visitar como para residir y trabajar. Un éxito que tiene también ciertos riesgos 

La Puerta de Alcalá, símbolo de Madrid, al atardecer.

La Puerta de Alcalá, símbolo de Madrid, al atardecer. / Roberto Rizzi

Al poco de instalarme en Nueva York, en mayo de 1992, una española expatriada en esa ciudad me alertó de los peligros que acechaban. Unos 2.500 homicidios al año justificaban arriegarse lo mínimo posible para pasear en según qué zonas y a qué horas. Cruzar el Central Park a partir del atardecer (trabajaba en el este y vivía en el oeste de Manhattan) era lanzarse a la boca del lobo. Incluso en el Lincoln Center, sede de los grandes teatros neoyorquinos, había que estar atento a todo. Agradecí tales recomendaciones, pero si hubiera hecho caso a muchas de ellas apenas habría salido del apartamento en que residía. Nunca, ni en Nueva York ni en Estados Unidos, me asaltaron, como si pasó (revólver y navajas mediante) en un restaurante de Buenos Aires y a la salida de la Bombonera del Boca Juniors.

Gracias a la gestión de la criminalidad realizada por los gobiernos municipales y al desarrollo económico, Nueva York es hoy una ciudad muy segura, cosa que no se puede decir de la capital argentina. La seguridad y un ambiente económico adecuado para generar negocios son también denominador común de las ciudades que encabezan los mejores ránkings para vivir del mundo. Factores absolutamente imprescindibles para que funcionen los servicios básicos y haya un buen sistema educativo y sanitario. A mayor seguridad y mayor nivel de vida, más capacidad para que una población pueda atraer una estupenda oferta cultural y deportiva, buenos restaurantes y un espacio público acogedor y limpio. 

Viena, Copenhague, Zúrich, Melbourne, Calgary, Ginebra, Sídney, Vancouver, Osaka y Auckland lideran la clasificación de las mejores ciudades para vivir del mundo según The Economist Intelligence Unit. La consultora Resonance sitúa a Londres, Nueva York, París, Tokio, Singapur, Roma, Madrid, Barcelona, Berlín y Sídney en las 10 primeras posiciones. El índice Global Residence coloca a Singapur, Nueva York, Boston, Londres y Hong Kong. Para establecer start-ups en Europa, The Knowledge Company cita a París, Madrid, Barcelona, Londres y Lyon. Podríamos seguir. Siempre acaban apareciendo los mismos nombres. Entre las españolas, Valencia, Málaga e incluso Bilbao y Alicante han ido escalando peldaños en el barómetro mundial

La evolución de muchas ciudades ha sido considerable desde todos los puntos de vista. Hay barrios del centro de Madrid que también llegaron a ser sórdidos en las décadas de los 80 y los 90 y que hoy se han convertido en zonas muy deseables (quien pueda pagarlo) para vivir y pasear a cualquier hora. Un conocido me contó que cuando decidió comprar su piso a finales de siglo pasado en el barrio de las Salesas, cerca del Tribunal Supremo, la zona dejaba mucho que desear. Hoy, el precio de su propiedad vale 10 veces más.

Madrid -ciudad y comunidad- se ha erigido en una de las grandes capitales europeas porque ha sido bien gestionada, ha usado los instrumentos fiscales con autonomía, ha sido ambiciosa, ha aprovechado sus atributos y ha sabido esconder sus defectos. También ha sabido venderse al exterior de una forma que no han hecho otras urbes. Durante la pandemia, lo recordamos quienes íbamos con salvoconducto todas las semanas, se mantuvo parcialmente abierta asumiendo riesgos de los que hoy nos hemos olvidado.

El crecimiento al infinito del Boletín Oficial del Estado (BOE) ha sido una bendición para Madrid. Las empresas más reguladas dependen de la última ocurrencia del Gobierno de turno y estar cerca del poder ayuda. Madrid es la capital de los grupos de presión, empresas de de servicios profesionales y todo el entramado financiero que agita el mercado. ¿Y el uso del español? También ha influido. Una ventaja más, junto al resto de la oferta, que ha ayudado a que la capital de España se haya convertido en centro de llegada de la migración latinoamericana de todos los estratos socioeconómicos.

Las grandes fortunas latinoamericanas han convertido Madrid en su segunda o tercera residencia, a la par o por delante de la ciudad estadounidense que había sido habitual hasta la fecha: Miami. La inseguridad a todos los niveles y la falta de oportunidades en dictaduras como la venezolana y en países asolados por el narcotráfico convierten Madrid, y España en su conjunto, en un paraíso para estos desplazados.

Gabriel Santamarina analiza en este número de ‘activos’ este Madrid. Los pros y contras de quienes temen que se esté creando una burbuja de precios -desde la vivienda hasta la restauración- que acabe por explotar. Son las consecuencias laterales del éxito.

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