Su voz denota un punto de cansancio y sus reflexiones una madurez trabajada a fuerza de asimétricas, barra de equilibrios, saltos y ejercicios en un tapiz donde se ha convertido en la segunda sevillana de la historia en lograr la condición de olímpica en gimnasia, justo 40 años después de que la alcalareña Elisa Cabello compitiera en Montreal. «Aún no soy consciente, me digo: ¿en serio lo he hecho? Cuando sueñas tanto tiempo con algo y lo consigues parece un poco surrealista», explicaba a este periódico unas horas después de llegar a Sevilla, donde le esperaba una sorpresa.

En Santa Justa no solo aguardaba su familia, también sus amigas, sus antiguas compañeras de Hytasa. «Ha sido muy sorprendente, al principio no sabía qué hacer o decir, pero muy contenta», contaba un tanto abrumada. Luego fue recibida por el concejal de Deportes, David Guevara, en el Ayuntamiento. El último paso hacia la consecución de la plaza ha sido otra demostración de temple y carácter. «Después del Mundial no contaba con estar en el preolímpico, pero los acontecimientos se han ido dando. Era difícil pero nunca me he venido abajo, he seguido trabajando. Por mi mente pensaba que si no iba a los Juegos no se acababa la gimnasia, pensaba en Tokio 2020, en el Europeo de mayo...». La lesión de Roxana Popa le abrió la puerta a una lucha con su compañera Claudia Colom. «El fallo en la barra de equilibrios nos descolocó, había una décima de diferencia entre nosotras y el ejercicio de suelo lo hice muy bien». En ese aparato Ana logró la 16ª nota de la competición. La 18ª en las asimétricas. «Cuando ya supe que la plaza era mía realmente no pensé en nada, me abracé al fisio. ¡Iba a volver a Río a competir de verdad, en unos Juegos! En el hotel, después de hablar con una de las entrenadoras y la familia, sí me dio un bajón. Ha sido mucha tensión estos últimos meses».

Esa capacidad para seguir adelante y dar lo mejor en el momento necesario tiene detrás un entrenamiento psicológico que admite decisivo. «Antes del preolímpico he estado trabajando con una psicóloga, por un lado el control de la autoexigencia, y por otro el control de los nervios. Me autoexijo demasiado, más incluso de lo que me piden los demás, y ese exceso no es bueno. En Brasil he logrado disfrutar de la competición y se ha notado». Serán apenas dos días de asueto porque Ana vuelve a Madrid el lunes, a seguir trabajando. «Tengo que limpiar los ejercicios, y seguir mejorando». Sólo así se logran sueños tan elevados como los de Ana.