Elecciones catalanas
Salvador Illa gana y barre la mayoría independentista, pero la gobernabilidad queda en el aire
ERC se hunde, Cs desaparece y la extrema derecha independentista entra en el Parlament
Júlia Regué
Cataluña se aboca a un escenario incierto, pero con una victoria clara. Las elecciones de este domingo otorgan a Salvador Illa un triunfo que cumple con sus expectativas al ganar por primera vez en votos y en escaños con 42 diputados y barrer una mayoría independentista, pero depende del concurso de Junts o ERC para gobernar. La opción más viable, por la mínima, es un tripartito de izquierdas que incluya a Esquerra y los Comuns, aunque la alianza mayoritaria en suma es la del PSC y Junts. Así que no se puede descartar que Illa logre la investidura, pero gobierne en minoría con apoyos parlamentarios puntuales. Sea como sea, él ya ha dejado claro que se presentará.
Carles Puigdemont queda muy lejos de poder ser reelegido como president, al tener que conformarse con el segundo puesto y una subida de tres escaños (35 en total), pero se propone intentar que el PSC facilite su investidura en una suerte de intercambio de cromos con Pedro Sánchez: el apoyo del PSC en el Parlament, a cambio de los votos de Junts en el Congreso. Para que sea una realidad necesitará también de la complicidad de Esquerra, que asume su descalabro, una pérdida de 13 parlamentarios, intentando salir de las dos ecuaciones y poniendo el foco en la responsabilidad de Illa y Puigdemont de liderar sus opciones, a tenor de los resultados.
Esquerra se despeña
Los republicanos registran un resultado demoledor. Pere Aragonès no logra rentabilizar su obra de gobierno y queda atrapado en la polarización entre sus dos rivales. Pero no solo eso, los catalanes le reservancon la posición más incómoda, la que les implica tener que elegir entre apoyar a Illa, unir fuerzas con Puigdemont o forzar una repetición electoral, aunque el riesgo de la caída pueda ser todavía peor. "Estaremos en la oposición", trató de despejar el candidato de ERC, y con un gesto de claro de asumir la derrota.
Aragonès puede abandonar la partida, pero Oriol Junqueras todavía no puede jugarla porque sigue inhabilitado hasta que se le aplique la amnistía. Así que la crisis que se abre en las filas republicanas deberá pasar por una renovación de liderazgos que favorezca un cambio de rumbo.
Pero las suyas no serán las únicas filas que pueden entrar en convulsión. Y es que Puigdemont prometió en campaña que si no se convertía en president, dejaría la primera línea, y eso, indudablemente, volverá a remover las aguas posconvergentes. La presidenta del partido, Laura Borràs, ha perdido fuelle, pero el secretario general del partido, Jordi Turull, no ha logrado la ventaja prevista ni una mayoría que catapulte a Puigdemont. Así que espadas en alto.
La formación que anuncia que retomará cuanto antes su proceso de refundación es la CUP, que pierde cinco escaños (tenían nueve) y que ve cómo los Comuns le adelantan, aunque también se dejan dos escaños por el camino (han obtenido seis). En el caso de los morados, fían su papel a condicionar el futuro Govern, y presionarán a Esquerra para que incline por una alianza progresista, y no por Puigdemont. Sea como sea, su papel en el Consell Executiu deberá ser autorizado por el PSC y, según los resultados, tendrá poco peso. Antes, pero, deberán acordar una hoja de ruta pese a partir de modelos de país muy dispares.
El PP adelanta a Vox y Cs desaparece
Y es que en las elecciones menos ‘procesistas’ del ‘procés’, gana el socialismo, pero también el PP, que es el partido que más crece al sumar 12 diputados (consigue 15) y adelanta a la extrema derecha de Vox, haciéndose con el cuarto puesto. Los populares logran capitanear el rechazo a la exoneración de las causas del 'procés' y al 'sanchismo', absorbiendo a Cs y arañando a una ultraderecha que aguanta en escaños (11). Un Alejandro Fernández exultante, al que le costó que Alberto Núñez Feijóo le mantuviera como candidato, consigue multiplicar por cinco su representación y allana el camino a su líder para la disputa europea haciendo gala de su auge en Cataluña, también después como trampolín indispensable para alcanzar la Moncloa.
Los populares beben de la desaparición de Cs, que firma su defunción institucional en la comunidad que les vio nacer, con la aprobación de la amnistía, y tras ganar las elecciones de 2017, convocadas bajo la suspensión de la autonomía con el artículo 155 de la Constitución. Incluso el PACMA le saca 11.545 votos de ventaja.
Quien entra por primera vez en la Cámara catalana, con dos representantes, es Aliança Catalana, la extrema derecha independentista, que finalmente no condiciona el devenir del futuro Govern, como apuntaba la demoscopia. La formación de la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols, irrumpe con representación en Girona y Lleida; pero no en la capital catalana.
El Parlament que sale de las urnas de este 12 de mayo contrasta, y mucho, con el de la pasada legislatura. El hemiciclo que nació en 2021 era el más independentista y de izquierdas; mientras que en esta contienda electoral vercira a la derecha por el descalabro de ERC, Comuns y CUP y la entrada de Aliança Catalana; al tiempo que la suma soberanista está en un 43,18% de los votos, cuando partía del 52%, y con 59 diputados independentistas, 61 si se cuenta a Aliança Catalana, frente a los 74 anteriores.
El caos de Rodalies
La de este domingo ha sido una jornada electoral marcada por un nuevo caos en Rodalies, a cuenta de un sabotaje que dejó todas las líneas cortadas, que ha puesto en vilo a varios integrantes de las mesas electorales porque ERC y Junts han recurrido sin éxito a las juntas electorales para alargar el plazo para la votación. La participación ha sido baja, similar a la de 2021 en plena pandemia de coronavirus, rondando el 58%, lo que implica que la campaña electoral no ha logrado revertir la desafección.
La primera prueba de fuego para detectar posibles fórmulas de Govern será la constitución de la Mesa del Parlament. Esto, a más tardar, debe suceder un día después de las elecciones europeas del próximo 9 de junio. Si finalmente se constituye la Cámara catalana el día 10, hasta el 25 de julio habrá tiempo para pactar y celebrar una primera investidura, que puede ser fallida al requerirse mayoría absoluta. La definitiva deberá ser dos meses después de la primera, eso es, en el margen de plazos más alto, el 25 de agosto. Está por ver si los partidos se arremangan para lograr las sumas requeridas y superar todos los vetos, o si los catalanes volverán a ser citados a las urnas en octubre.
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