CONSECUENCIAS EN ESPAÑA DEL 9J

Las elecciones europeas no alteran la legislatura de Sánchez y refuerzan la oposición de Feijóo

El 9 de junio se planteaba como un plebiscito para los dos grandes líderes y, sin embargo, los dos han confirmado su resistencia: Sánchez aguanta y se fortalece en Europa, pero Feijóo vuelve a ganar unas elecciones y ve respaldada su acción contra el Gobierno

Alberto Núñez Feijóo y Dolors Montserrat, durante sus declaraciones después de los resultados de las elecciones europeas.

Alberto Núñez Feijóo y Dolors Montserrat, durante sus declaraciones después de los resultados de las elecciones europeas. / José Luis Roca

Las elecciones europeas se habían convertido en un plebiscito para los dos grandes líderes en España. Daba la sensación de que tras el 9 de junio solo podía quedar uno. Que las urnas del Parlamento Europeo tendrían consecuencias sobre uno de los dos liderazgos y que uno sería el claro perdedor. Y, sin embargo, la resaca de la noche electoral europea confirma que ambos tienen motivos para celebrar su resultado al mantener las posiciones.

Alberto Núñez Feijóo quería un castigo claro para el presidente del Gobierno y enviar el mensaje de que la legislatura se acortaría. No fue así. El PSOE aguantó con 20 eurodiputados (uno menos que en 2019) y superando el 30% del voto. Si la gobernabilidad de Pedro Sánchez se tambalea no será, en principio, por lo ocurrido en Europa. Al contrario: el socialista se consolida además como el gran líder de la socialdemocracia en el continente tras el batacazo del alemán Olaf Scholz. Otra cosa será el desenlace en Cataluña, aún pendiente, y que sí podría tener otras repercusiones.

En cuanto al PP, ganó con claridad las elecciones de este domingo. Obtuvo 22 eurodiputados, dos más que el PSOE y nueve más de los que consiguió hace cinco años. La diferencia en escaños con los socialistas es pequeña, pero en votos la brecha se amplía: cuatro puntos por encima (en las generales apenas le sacó 1,38 puntos) que se traduce en 700.000 votos más que el partido de Sánchez. Y precisamente esa holgura, que antes de conocerse el escrutinio estuvo tan en duda, es lo que hace a los conservadores ver avalada su fuerte oposición al presidente, a sus alianzas, la ley de amnistía e incluso las noticias sobre su esposa, Begoña Gómez, imputada por corrupción en el sector privado y tráfico de influencias.

El PP fue además la fuerza más votada en todas las comunidades autónomas con la excepción de Cataluña, Navarra y Canarias (los socialistas se impusieron) y Euskadi (donde EH Bildu tuvo el mayor respaldo). 

La posibilidad de que el PSOE se acercara mucho al PP -los propios conservadores hablaban de “empate” durante la campaña y los socialistas se lanzaron a anticipar la “remontada” considerando incluso la victoria- desató los nervios en los territorios, donde algunos dirigentes reconocían que si Sánchez lograba su objetivo, el ruido interno en torno a la figura del gallego sería inevitable. En Génova también existía ese temor, aunque no estuvo en duda la convicción de una victoria. Con esos cuatro puntos de ventaja no habrá una sola voz que cuestione a Feijóo

De hecho, en el partido insisten en repetir los éxitos electorales del líder desde que llegó a la sede nacional: ganó las autonómicas y municipales del año pasado y las generales (con el trauma que implicó no poder gobernar); en Galicia obtuvieron la mayoría absoluta, en Euskadi y Cataluña crecieron y ahora vuelven a ganar las europeas. El propio Feijóo compareció este domingo por la noche -algo poco habitual en jornada electoral- para demostrar la importancia de su éxito: “Todos los partidos que han ganado las europeas luego ganaron las generales. Lo volveremos a hacer. Estamos ante el nuevo ciclo político”.

En la lectura europea, el PP también tiene motivos para la celebración. Junto a Alemania -donde también resultó victorioso el partido de Ursula von der Leyen- se corona como la principal fuerza de los conservadores. También el centroderecha resistió en Polonia, dejando en segundo lugar a la ultraderecha en un continente en el que ha conseguido avanzar con claridad. Especialmente en Francia (Marine Le Pen fue primera fuerza y provocó el adelanto electoral de las legislativas para finales de mes) y Alemania (la extrema derecha quedó segunda). En Italia el partido de Giorgia Meloni fue la primera fuerza en la misma línea.

Con este panorama, en España Vox firmó el avance previsto con 6 eurodiputados y 1,6 millones de votos (9,6% del voto) y la otra formación de ultraderecha, en manos del polémico y excéntrico Alvise Pérez, también irrumpió con 3 escaños en el Parlamento Europeo. No son cifras menores, pero se alejan bastante de lo ocurrido en la mayoría de los países del continente. El PP también se congratula de ejercer de freno a la ultraderecha.

En la izquierda, Sumar también sacó 3 escaños, los mismos que Alvise a pesar de estar dentro del Gobierno; y Podemos, con Irene Montero a la cabeza, demostró que vuelve a entrar en escena con dos eurodiputados. 

Los resultados europeos, por tanto, arrojan una posición de fuerza para los dos grandes partidos políticos. El plebiscito de Feijóo contra Sánchez no se vio cumplido por la resistencia de los socialistas pero, al mismo tiempo, el líder del PP ha encontrado amplio respaldo a su oposición frontal al socialista. Y con los votos en la mano, en Génova tienen motivos para seguir por el mismo camino.

Nada hace pensar que puedan producirse movimientos en la legislatura por lo ocurrido en estas elecciones. Feijóo anticipa un fin de ciclo que no tiene por qué verse alterado por ahora, y Sánchez tampoco consigue el aval que buscaba para dejar a un lado los problemas que le siguen acechando: la dificultad de contentar a todos sus socios, la debilidad extrema de Sumar, la situación judicial de su mujer o los avances que se produzcan en la trama Koldo.

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