Escalada de la violencia
Israel bombardea el corazón de Beirut por primera vez desde 1990
Entre las víctimas mortales, hay tres miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina que ha afirmado que "la sangre de los mártires será combustible" para su "firmeza frente a esta agresión"
El melodioso canto al rezo del muecín se sobrepone al sonido de las ambulancias. Las ruinas de un apartamento en el corazón de Beirut acompañan a la rotonda más transitada de la capital libanesa. La gente va y viene. No se detiene. La vida y la muerte conviven en Cola. En esta histórica estación de autobuses, donde, hasta finales de los 1960, había una fábrica de Coca-Cola, el pasado ha irrumpido en el presente en forma de bombardeo. Por primera vez desde el fin de la guerra civil libanesa en 1990, Cola ha sido objetivo de ataques israelíes. Al menos cuatro personas han muerto esta madrugada. Tres de ellas eran miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP). Con la luz del día, los beirutíes no pueden hacer otra cosa que seguir con su vida.
Algunos detienen sus motocicletas frente al edificio de 10 plantas, cuyo cuarto piso ha desaparecido, y toman una fotografía. Ese cuarto piso quedó volatilizado esta madrugada. Parece que se intentan convencer de que sí, es real, la guerra ha llegado al corazón de Beirut. “Ya no podemos hablar en condicionante sobre si habrá una guerra o no”, afirma Marwa al Yamal, empleada de la farmacia adyacente al bloque residencial atacado. “Estamos en guerra”, dice a EL PERIÓDICO. Aún con el miedo en el cuerpo y bajo dos luces colgando por el impacto de la explosión, rememora lo que sus compañeros le han contado. “Vieron tres misiles que se acercaban a ese apartamento”, narra al Yamal, que conoce a uno de los residentes del sexto piso. “Estaba aterrorizado”, confiesa.
“Pensamos que este lugar era seguro, por la naturaleza política de esta zona está lejos de los problemas que han ido sucediendo”, cuenta esta farmacéutica, en referencia al sur del Líbano, el valle oriental de la Becá, Baalbek y los suburbios sureños de Beirut, donde se han concentrado los ataques de esta última semana que han matado a más de un millar de personas en todo el país. “Nunca lo esperábamos, francamente”, reconoce. Israel no tiene freno. Esta mañana ha bombardeado el corazón de Beirut en el primer ataque fuera del suburbio de Dahiye, controlado por Hizbulá, desde la intensificación de su ofensiva. Esta zona de mayoría suní es un centro neurálgico para las movilizaciones de todo el país, ya que cuenta con una importante estación de autobuses, cercana al lugar del ataque.
Sin trabajo
Hasán y sus amigos ven la vida pasar. Escondidos bajo una sombra, dedican sus horas a charlar, fumar y beber un café tras otro. Conductores de las furgonetas que sirven de transporte público en un país que carece de él y que conectan pueblos y ciudades alrededor del diminuto territorio libanés, hace días que no trabajan. “No hay trabajo, porque hay guerra”, dice Hasán a EL PERIÓDICO sin exaltarse. Sus profundos ojos verdes, envueltos por hondas arrugas, las han visto de todos los colores. “El pueblo no quiere la guerra, pero la guerra no sucede simplemente”, afirma con sabiduría. “Mira a los países: Estados Unidos, Israel e Irán, ellos son los dueños de nuestro destino”, denuncia. Oriundo del sur del Líbano, aunque residente en la zona de Cola, sabe que nada está en sus manos.
“[Los israelíes] empiezan gradualmente, pero harán lo mismo que en Gaza, ya están atacando hospitales y han matado a [un centenar de] niños en el Líbano”, denuncia Hasán, que prefiere no compartir su nombre completo. Más allá de la relevancia que tiene que Israel decida actuar fuera de las zonas de Hizbulá, demostrando que ya no existen líneas rojas para el primer ministro, Binyamín Netanyahu, el hecho de que ataque al FPLP lo acaba de confirmar. Este grupo palestino no ha estado involucrado en la violencia transfronteriza que empezó hace siete meses. El FPLP no ha lanzado cohetes hacia territorio israelí, como sí han hecho otros grupos a lo largo de este tiempo, como Hamás, por ejemplo.
Además, la simbología del lugar del ataque vuelve a poner en el foco que Israel se siente empoderado para atacar a todos sus enemigos. Antes de la guerra civil libanesa (1975-1990), cuando las guerrillas palestinas contaban con mucho poder en territorio libanés, la zona de Cola era uno de sus principales bastiones. Igual que también lo eran la docena de campos de refugiados palestinos que hay repartidos por todo el Líbano. Este lunes Hamás ha anunciado que uno de sus comandantes ha sido asesinado junto a su mujer y sus dos hijos en un ataque israelí en el interior del campo de refugiados palestinos Bus en Tiro, al sur del Líbano. Se trata de la primera vez que Israel ataca a un objetivo en el interior del campo, lo que supone una nueva escalada.
A horas de la invasión terrestre
“No podemos hacer nada porque alguien fuera del Líbano ha decidido que haya una guerra aquí”, afirma Muhse, un soldado libanés apostado a los pies del edificio atacado. Con la vista puesta en el bloque residencial, que parece partido por la mitad, aún se sorprende de la extrañeza del ataque. “Aquí, en Cola, no suele pasar nada porque es una zona con presencia de gente de todo tipo, como suníes, chiíes, cristianos”, dice a EL PERIÓDICO. Este lunes el primer ministro interino del Líbano, Najib Mikati, ha reconocido que están dispuestos “a desplegar el Ejército al sur del río Litani”. “Yo no tengo miedo”, confiesa Muse. “Es mejor que muera yo que que mueran niños como está pasando ahora”, reconoce el soldado.
“No podemos hacer nada porque alguien fuera del Líbano ha decidido que haya una guerra aquí”, afirma Muhse, un soldado libanés apostado a los pies del edificio atacado
Aunque el Ejército israelí no ha reivindicado el ataque de Beirut pero sí el del campo de refugiados de Tiro, el FPLP ha lamentado la muerte de “los tres mártires del bombardeo de la ocupación”. Esta organización palestina de ideología marxista-leninista, creada en 1967, ha perdido al comandante Mohamed Abdel Al, miembro del Buró Político del Frente y jefe del Departamento de Seguridad Militar; el comandante Imad Odeh, miembro del Departamento Militar del Frente y comandante militar en Líbano; y Abdel Rahman Abdel Al. A medida que la guerra se instala en territorio libanés, los líderes israelíes prometen más. “Usaremos todas nuestras capacidades”, ha dicho el ministro de Defensa, Yoav Gallant, frente a soldados desplegados en la frontera norte de Israel. “Si alguien en el otro lado no entiende qué significan estas capacidades, son todas, y vosotros sois parte de este esfuerzo”, les ha recordado, indicando que la invasión terrestre del Líbano es cuestión de horas.
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