41 Congreso federal del PSOE

Sánchez intenta mostrar fortalezas ante un cónclave de debilidad

Aunque su liderazgo en el partido no está en duda, Sánchez llega al congreso con más fragilidad parlamentaria, el PSOE bajo mínimos en poder autonómico y municipal y sin debate ideológico

El PSOE de Sánchez cierra filas para que nada empañe su Congreso Federal de Sevilla

El PSOE de Sánchez cierra filas para que nada empañe su Congreso Federal de Sevilla

Cuando a la vuelta del verano anunció la convocatoria del 41 Congreso Federal, Pedro Sánchez vislumbraba llegar a la cita con otro escenario: presupuestos encarrilados (si no aprobados al menos ganando tiempo a la espera de la celebración de los congresos de Junts y ERC), territorios controlados para la renovación de liderazgos donde corresponde, sin debate ideológico y con los críticos aplacados. Aprovechar el tiempo sin elecciones para preparar el partido al nuevo ciclo electoral y a la vez garantizar su continuidad. Pero la realidad judicial y parlamentaria, además de la vida interna del partido, marcarán el ambiente de este cónclave.

Por un lado, en el partido apenas hay debate interno identitario. La ponencia que marcará el ideario ideológico del PSOE para los próximos años pasa por encima de los grandes debates. Desde la dirección federal se optó por fórmulas en las que tuvieran cabidas todas las sensibilidades sin ahondar en más detalles. En el modelo de financiación propuesto se apuesta por aumento de recursos generalizado, sin excepciones, que “refuerce los servicios públicos” y, a la vez, se garantiza también la solidaridad interterritorial. Eso sí, vinculándola a “igual esfuerzo tributario” de manera que se frenó la amenaza de que el concierto catalán desembocase en un privilegio que perjudique al resto de comunidades autónomas.

Por otro lado, en el partido vive uno de los momentos de menor poder institucional. Gobierna en tres (Navarra, Asturias y Cataluña) de las 17 comunidades autónomas -si contamos la Generalitat de Cataluña en manos de Salvador Illa, dirigente del PSC, el partido hermano-. Además, en las últimas elecciones municipales de hace año y medio, el PSOE perdió casi todo lo que podía perder en clave municipal dejando, por ejemplo, de estar al frente de 15 capitales de provincia de las 22.

Derivada de esta situación está el cuestionamiento interno de varios líderes territoriales. El congreso federal activa el calendario congresual que permitirá la renovación de los secretarios generales territoriales y ahí son varias las federaciones que están en el punto de mira. Empezando por Aragón y La Rioja, cuyos secretarios generales -Javier Lambán y Concha Andreu- no seguirán al frente de la misma. Y otras como Cantabria, Castilla y León, Andalucía y Extremadura cuestionadas o por la dirigencia o por parte de la militancia. Y a las que se suma el PSOE de Madrid tras la reciente dimisión de Juan Lobato como secretario general después de su pulso con Ferraz y que fue un “alivio” en el partido porque “no podía condicionar” el congreso con su declaración mañana ante el juez.

En la actual dirección del PSOE que encabeza Pedro Sánchez aseguran que tienen bajo control los territorios, pero en algunas federaciones vaticinan el shock que se van a llevar cuando, “a partir del lunes”, empiecen las batallas internas. “Verán que han vivido una ensoñación”, avanzan desde una federación socialista.

En Ferraz acuden a Sevilla con la idea de mostrar una imagen de “unidad” en el partido, máxime cuando no se va a cuestionar -abiertamente- el liderazgo de Pedro Sánchez. Pero el presidente llega a la cita con su entorno familiar acorralado por causas judiciales -caso Begoña Gómez y la investigación sobre David Sánchez-.

Unos casos judiciales que ya preveían en el PSOE que iban a protagonizar “sorpresas” en vísperas del congreso para “calentar” el ambiente en el partido. Pero que se toman con la misma “tranquilidad” con la que aseguran que han analizado las declaraciones del “delincuente confeso” Víctor de Aldama sobre las cantidades que presuntamente abonó a dirigentes socialistas como el ministro Ángel Víctor Torres, el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, o el jefe de gabinete de la vicepresidenta María Jesús Montero.

Todo ello aderezado con la fragilidad parlamentaria del Gobierno de coalición, recordada la semana pasada con la votación de la reforma fiscal y la negociación in extremis para lograr el apoyo de los socios de investidura.

La aprobación del paquete fiscal vislumbró el camino del Ejecutivo para una negociación exitosa de los Presupuestos Generales del Estado. Unas cuentas públicas que Sánchez contaba ya tener en la mochila antes de iniciar este nuevo mando mandato – que nada apunta que sea el último- en el PSOE.

Para este nuevo tránsito en el PSOE -la cuarta vez ratificado al frente del partido-, Sánchez estará acompañado de una nueva Ejecutiva que cuyo núcleo duro no se vaticinan grandes cambios, según varias fuentes, y en la que se harán renovaciones más pensando en dar entrada a afines en los territorios.

Pese esos reveses, Sánchez intenta mostrar su fortaleza remarcando que están en el Gobierno, que Alberto Núñez Feijóo no logra apoyos para una moción de censura porque todavía hay un hilo de pegamento en la mayoría de la investidura. Y de ahí que aprobase, aunque con esfuerzo, la reforma fiscal.

Pero también el éxito, muy trabajoso hasta el final, de situar a Teresa Ribera como vicepresidenta primera ejecutiva de la Comisión Europea. La semana pasada “costó un riñón pero se ha sacado” y eso ayuda a tener “buen ánimo” para seguir en la batalla. Y de ahí los ánimos lanzados por el propio Sánchez de continuidad en el Gobierno: "tres años más y los que vienen después".

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