Desmontando los mitos del independentismo catalán en tiempos de amnistía

Óscar Uceda publica ‘Cataluña. La historia que no fue’, en Espasa, en un momento en el que el independentismo catalán adquiere protagonismo por ser clave en la formación del nuevo gobierno del candidato Pedro Sánchez y la más que probable amnistía para los promotores del 1 de octubre

Ezequiel García

“La Generalitat de Cataluña es la única de Europa occidental que financia y respalda la historia conspirativa, apoyando sin complejos con subvenciones y programas en la televisión pública teorías pseudohistóricas victimistas y supremacistas”. No lo digo yo, lo dice Óscar Uceda, historiador catalán y fundador de Sociedad Civil Catalana, con sangre andaluza, que publica ‘Cataluña. La historia que no fue’, en la editorial Espasa.

En un tono divulgativo, pero apoyado sólidamente en documentos históricos, Óscar Uceda pone al descubierto el modus operandi de la historiografía nacionalista catalana y muestra cómo la historia puede retocarse, maquillarse, ficcionarse, recrearse, retorcerse e incluso inventarse, hasta convertirla en una antología de fakes detrás de la cual puede rastrearse, pese a todo, cómo fue la verdadera historia de Cataluña, más allá de Junts, Puigdemont, ERC, el pujolismo y Gabriel Rufián.

Hijo de andaluces que emigraron a Cataluña, se hace independentista y acaba destapando sus vergüenzas. ¿Cómo fue todo ese proceso personal?

Mi padre nació en Almería y mi madre en Lérida, pero mis cuatro abuelos son andaluces llegados a Cataluña en los años 40 y 50 del siglo pasado.

Me hice independentista porque me apasionaba la historia, y la historia que caía en mis manos me llevó a creer firmemente que Cataluña era un pueblo conquistado y oprimido por España cuyo estado natural era la independencia.

En 1988 empecé me matriculé en historia en el entonces Estudi General de Lleida, que pasaría a ser en 1993 la actual Universidad de Lleida, pero que entonces dependía de la Universidad de Barcelona. Allí topé con profesores que me enseñaron a dudar y a ser crítico, empezando un desapego con la causa independentista que duró años hasta llegar a escribir este libro.

¿Cómo ha osado viviendo y trabajando en Cataluña a alzar la voz de esta manera?

Por un lado, me gano la vida lejos de la docencia, eso me da independencia para no depender y no temer represalias como si las han padecido profesores vinculados a nuestra asociación. Por el otro, hace años que decidí enfrentarme a aquellos que pretenden manipular nuestra realidad pasada.

Posiblemente el desencadenante fue cuando en 2007 publiqué un libro desmintiendo que los borbónicos cometieran en 1707 una masacre de civiles en un conocido convento de la ciudad de Lérida y pese a las pruebas aportadas (que eran apabullantes) en sectores del independentismo se alentó una campaña contra mi persona y mi trabajo que lejos de acongojarme me impulsó a desenmascarar las mentiras y ocultaciones que me llevaron a ser independentista de joven y a promover la crítica y el estudio del pasado.

-¿Existen historiadores a sueldo del independentismo?

Existe financiación pública de proyectos y asociaciones culturales independentistas. Cabe decir, que buena parte de los historiadores que sirven a la causa lo hacen por convicción y creo que son pocos los que lo hacen por mero interés.

En Cataluña declararse historiador catalanista no está mal visto y en un oficio con tanto trasfondo político que pretende ser una ciencia, este adjetivo le hace poco favor si se busca la objetividad.

-¿Cómo es el clima en el gremio de los historiadores en Cataluña?

En superficie calmo y harmonioso, tras el telón conozco incidentes de todo tipo, incluyendo denuncias y expedientes a profesores desafectos por las causas más peregrinas, dificultades para acceder a las becas de los discípulos de los profesores que no son de la cuerda, etc.

Por ejemplo, en las últimas décadas en la UAB la corriente nacionalista fue adquiriendo fuerza desplazando a profesores no catalanistas e incorporando a los catalanistas hasta hacerse hegemónica.

-Indica en el libro que el independentismo catalán nace a finales del siglo XIX. ¿Y por qué alguno se remonta a la guerra de los segadores?

En la guerra de los segadores, ocurrida entre 1640 y 1659, parte de la oligarquía catalana se alzó en armas contra Felipe IV. Realmente ese conflicto sí que fue una guerra de la independencia al principio, con la proclamación de una república catalana que duró una semana para pasar a jurar fidelidad al rey Luis XIII de Francia. Temían la respuesta militar de la monarquía española ante la rebelión y ante la imposibilidad de plantar cara solos, decidieron lanzarse a los brazos del rey galo.

Como se explica en el libro, en pocos años buena parte de los rebeldes se arrepintieron ante los abusos de los franceses para acabar volviendo bajo la soberanía del rey de España( exceptuando el Rosellón) que quedó en manos francesas tras la Paz de los Pirineos de 1659.

Esta guerra, a diferencia de la guerra de Sucesión no se ajustaba del todo a los intereses de los historiadores nacionalistas, ya que “Cataluña se alió con los Borbones” por así decirlo y salvando las distancias, por lo que decidieron centrarse en los primeros momentos de la guerra y olvidar los diecinueve años de desastre que le siguieron.

-¿Cómo y de qué forma los historiadores de ideología independentista proporcionan herramientas al político para justificar la independencia?

Se trata de activar sentimientos irracionales desde la historia. Es decir, hay que activar una serie de resortes emocionales muy sencillos. Primero después de pertenecía a un pueblo catalán separado del español, luego de desapego a España, después toca enfocar sentimientos de resentimiento y odio hacia España (y los españoles) para que el sujeto llegue a la conclusión que sin España y los españoles estaremos mejor.

En nuestro caso, se explica erróneamente que Cataluña fue desde tiempos inmemoriales un Estado independiente, protodemocratico y opulento. Esa dinámica se rompió con la irrupción de una dinastía castellana en 1412. A partir de ese momento se inició un proceso de decadencia y de asaltos por parte de la monarquía aragonesa primero y española después, a las libertades de los catalanes culminando en 1714 con la derrota durante la guerra de Sucesión. Desde entonces, dicen, la situación de ocupación y agravio ha ido de mal en peor y sólo con la separación de España podremos volver a ser lo que fuimos.

Resumiendo, sería esto y para construir este relato, forzosamente se oculta, se tergiversa e incluso se miente sobre el pasado con la intención de justificar un proyecto político y activar sentimientos identitarios y de odio hacia lo español.

-¿Qué etapas de la historia de Cataluña son obviadas por la historiografía nacionalista e independentista?

Muchas, aunque la más flagrante es la guerra de la Independencia. En el museo de historia de Cataluña solo le dedican un panel, mientras que al catalanismo político o a la guerra de Sucesión se le dedican salas enteras.

La guerra del francés como ellos la llaman de 1808 a 1814 representó una explosión de nacionalismo en Cataluña en respuesta a la invasión francesa, de nacionalismo español y en unas circunstancias donde lo fácil hubiera sido aprovechar la coyuntura para independizarse o unirse a Francia, pero la inmensa mayoría de los catalan

es, luchó y murió para seguir siendo españoles.

-¿Es Cataluña más española que francesa o a la inversa?

Como dijo Pla en 1976, el catalán en un ser cien por cien español, al que ahora le han dicho que tiene que ser otra cosa.

Los catalanes no tienen con los franceses más que buena vecindad en la actualidad y una larga lista de desencuentros, enfrentamientos y guerras en el pasado. Sin embargo, aunque ahora parezca imposible, hubo un tiempo no muy lejano en que los catalanes competían con el resto de los españoles afirmando que no había nada más español que un catalán.

-A vueltas con la lengua... ¿Ha sufrido el catalán como idioma alguna modificación en pos del nacionalismo tal como afirman algunos autores?

La lengua es lo que en catalán se denomina el “pal de paller” del proceso independentista. Si la historia supone el cimiento del proyecto de construcción nacional catalán, la lengua es la columna que sostiene el edificio, la herramienta que justicia la aspiración para la creación de un nuevo estado que no es sólo la actual comunidad autónoma catalana, sino que englobaría la franja aragonesa, el Rosellón francés, la comunidad valenciana, las Baleares y la ciudad de Alguer en Cerdeña.

Por ese motivo la Generalitat ha invertido e invierte enormes cantidades de dinero en todos estos territorios no solo para difundir la lengua catalana sino para hacerlo de forma normalizada y unitaria, desactivando las lenguas locales.

-Hay un afán unitario en Cataluña que no se le permite a España. ¿Se os integró a los hijos de emigrantes andaluces y extremeños? Hubo un tiempo en el que el desprecio era evidente por parte de ciertos sectores.

Si, pero no. El pujolismo transmitió que aprender catalán era una herramienta de promoción profesional y personal, pero en realidad, los autóctonos acumulan los altos cargos de la Generalitat en un alto porcentaje. No olvidemos que la empresa más grande de Cataluña es la Generalitat. Fíjese en los diputados de Junts, por ejemplo. La presencia de apellidos del resto de España es casi nula, a pesar de que los apellidos más comunes en mi comunidad son García, Martínez, López, Sánchez, Rodríguez, Fernández, Pérez, González y Ruiz.

-¿Alguna vez sufrió ese desprecio llamándole charnego?

Si, incluso cuando era independentista y dicho por otros independentistas.

¿Y por qué ahora se intenta captar al migrante para la causa independentista?

Para conseguir la mayoría necesaria en el caso de un referéndum por la Independencia. Una vez la tengan, el charnego siempre será un charnego a los ojos de muchos de ellos.

-¿Cree que en el fondo el nacionalismo e independentismo catalán guardan cierto rencor a Andalucía por evitar una España a dos velocidades?

No creo, el rencor hacía el andaluz se ve reflejado en un texto de Jordi Pujol que pongo en el libro y que es muy conocido. Lo que les duele es que descatalanizaron Cataluña, pese a que la mano de obra llegada de Andalucía era barata, culturalmente parecidísima y nada conflictiva, y que por tanto, fue indispensable para el boom económico catalán vivido durante el franquismo y la primera democracia.

-¿Por qué es maniquea, decimonónica y simplista la visión actual de que España está contra Cataluña?

Porque se quieren separar de ella y pedirle responsabilidades. Quieren un divorcio por las malas quedándose con la casa, el coche, los hijos y el dinero. Y para eso tiene que provocar el enfado y crear cizaña.

-¿Existe un revisionismo histórico tendencioso?

Por supuesto, siempre ha existido y por todos los lados. De ahí la importancia del debate y de la investigación histórica.

-¿Cómo puede, pues, justificarse una autodeterminación basada en errores históricos de bulto?

Porque no les interesa la verdad, les interesa crear ese malestar entre dos colectivos que en realidad están totalmente mezclados.

El grado de manipulación ha llegado a tal extremo, que no pocos políticos catalanes dan pro buenas las tesis del Institut Nova História por absurdas que sean.

Al final, la historia científica les importa bien poco, quieren titulares para generar odio contra los españoles, por un lado, y un sentimiento identitario por el otro con no pocas pinceladas supremacistas.

-Por último, ¿Qué consecuencias tendrá la amnistía que parece que va a aprobarse para contentar al independentismo catalán?

Otra victoria más del independentismo en su recorrido hacia la independencia. Para ellos es otro peldaño hacia el objetivo final más cercano. Lo verán como una señal de debilidad que hay que aprovechar. No pararan hasta conseguir su objetivo final, unos países catalanes independientes y una España que tendrá que ir pagando sine die una indemnización por los siglos de ocupación. Quien piense lo contrario o no sabe o no quiere saber.

Sobre el autor

Óscar Uceda Márquez es historiador, licenciado en Historia Contemporánea por la Universitat de Lleida en 1993, miembro del Consejo Social de esta universidad (2013-2023) y presidente de la Associació d'Historiadors de Catalunya Antoni de Capmany (AHCAC). Es también autor de diversos libros y artículos sobre historia militar en Lleida en época moderna, conferenciante y colaborador con numerosas asociaciones culturales, medios de comunicación y universidades.