La aventura del misterio

Enclaves aparicionistas de la Virgen de Sevilla

Las llamadas apariciones marianas siempre han estado presentes en las leyendas e historias de los pueblos de la provincia

01 ago 2021 / 04:00 h - Actualizado: 01 ago 2021 / 04:00 h.
"La aventura del misterio"
  • Enclaves aparicionistas de la Virgen de Sevilla

En la provincia de Sevilla se han producido todo tipo de apariciones relacionadas con la Virgen María, las llamadas apariciones marianas siempre han estado presentes en las leyendas e historias de los pueblos de la ciudad, historias en las que es difícil que grado de leyenda y cual de realidad tienen realmente pero que poco a poco han creado todo un devocional entre los lugareños de las poblaciones en las cuales se le rinde culto. Así podríamos visitar la localidad de Constantita, en plena Sierra Norte de Sevilla, a uno 80 kilómetros de la capital, tierra de buen aceite, buen mosto y mejores chacinas, anímese y pruébelas, sisite el lugar, sus bellos parajes, inusitada tranquilidad y gran hospitalidad de sus habitantes de dejará enamorado. La ciudad parece tener origen íbero con fundación hacia el 1200 a.C. , los celtas fundaron el primer poblado con el nombre de Sucum-Murgi y los cartagineses la llamaron Lacuna Murgi quienes explotaron sus minas de plata y de hierro, cercano al pueblo ,entre Constantina y Las Navas de la Concepción encontramos el llamado, de hecho, “Cerro del Hierro” .

La ciudad actual se construyó cerca de una fortificación de los romanos , junto al Cerro del Castillo , llamándose Constantina Julia , en honor a Julio César . Su importancia fue considerable porque por ella pasaba la Calzada Emérita que comunicaba Mérida y Sevilla y porque en sus tierras se producía un vino famoso en toda Roma , el Cocolubis , que se exportaba desde el puerto de Sevilla, tal fue su importancia que incluso llegó a acuñar moneda propia. Durante el periodo de Al-Andalus fue llamada Cotinema y tras la conquista cristiana por Fernando III fue llamada con su antiguo nombre visigodo, Constantina . Sobre ella tuvo jurisdicción la Córdoba califal hasta que con la conquista la ciudad de Sevilla releva a la ciudad cordobesa de tal honor. Luego dependió alternativamente del duque de Medina Sidonia y del marqués de Cádiz, hasta que le fueron entregadas las llaves a los Reyes Católicos en 1478 y la convirtieron en villa de realengo . En el año 1931 el rey Alfonso XII le ratificó el título de ciudad.

Cuenta la leyenda que a mediados del S. XVI, en un paraje de esta localidad conocido como “El Robledal” por ser esta la especie forestal más habitual del sitio, se apareció la Virgen sobre un Robledo. Eran malos momentos para la Villa de Constantina dado el brote de peste bubónica que asolaba a la comarca cobrándose numerosas víctimas. Esa misma leyenda cuenta que el elegido para ser testigo de tal aparición fue un niño de nombre Melchor que pastoreaba con el rebaño de ovejas de la familia. En una población dedicada al pastoreo era lo más habitual y el lugar elegido para ello fue un descansadero y abrevadero de ganado, perteneciente a la mesteña Cañada Real del Robledo. Coincidiendo con la aparición mariana el mal de la muerte se alejó, cesó, dejó de cobrarse víctimas y en las cercanías del lugar se levantó una pequeña ermita donde darle culto a la Santísima “Virgen del Robledo” aparecida entre las ramas de un roble, elemento del que posteriormente tomaría el nombre de su advocación mariana. Si un 9 de Agosto encuentra tiempo no deje de acercarse a esta hermosa localidad sevillana y disfrutar de su colorido y de su gente.

Vecina a la población de Constantina encontramos El Pedroso, uno de esos también bellos pueblos de la Sierra Norte sevillana que está esperando a que nuestro visitante se anime y la visite, Los orígenes de esta villa se remontan a las culturas igualmente a las culturas celtibéricas aunque en el periodo de dominación romana fue llamada Augustóbriga. Durante la época de Al-Andalus fue un recinto fortificado siendo conquistada cristianamente por Fernando III en el año 1247. Su patrona es la “Virgen del Espino”. En el siglo XVII Gregorio Argaiz sobre la Virgen del Espino de Burgo de Osma escribía que «tiénese por tradición que fue aparecida y hallada sobre un árbol de esta especie en un espinar, que estaba alrededor de una torre, que había en esta villa del Burgo, y así en memoria del espino le dieron el nombre por haber sido aparecida y hallada en él, en el siglo XIV”. Quizás esta historia tan particular sobre la tradición devocional se relacione con todas aquellas que rinden culto a la imagen de la dama que se apareció sobre tan punzante arbusto. Su festividad se celebra todos los 15 de Agosto... con la “fresquita” andaluza.

Cerca de todo este entorno natural de la Sierra Norte de Sevilla encontramos la localidad se Cazalla de la Sierra, en ella, a unos cuatro kilómetros, está situado el Santuario de la Virgen del Monte, Santa María del Monte, junto a la Ribera del Hueznar. Allí cuentan las crónicas piadosas que un joven pastor encontró a una preciosa imagen de la Virgen, estaba en un hueco del camino y al tomarla en sus brazos, de aquel hueco brotó un manantial de agua, un manatial milagroso justo donde la Virgen había querido depositar su imagen. De camino al pueblo el joven pastor comprobó con horror como aquella bella imagen había desaparecido de sus alforjas y hasta tres veces debió de regresar a buscarla, a la postre entendió qué, aquella “Virgen del Monte” no quería ser movida de allí y en aquel mismo lugar se le edificaría un santuario digno de ella. Obró numerosos prodigios y milagros en la localidad sevillana y en 1635 se la proclama como patrona de Cazalla de la Sierra.

Nos acercamos a Sevilla y bajamos desde El Pedroso a la cercana localidad de Cantillana, a unos 40 kilómetros de la capital. Fue fundada por los turdetanos el nombre del Llia o Hipalia si bien es cierto que los primeros asentamientos se remontan al neolítico. En la época romana fue denominada Naeva teniendo un enclave fluvial estratégico y de gran importancia. En la actualidad aún se conservan restos arqueológicos del puerto y de la ciudad romana, con numerosas inscripciones, junto a vestigios de un acueducto y antiguos enterramientos. Bajo la enriquecedora dominación árabe pasa a llamarse Catineao Catinana, del que deriva su actual denominación. Constituyó una importante fortaleza en el camino entre Córdoba y Sevilla. Es conquistada por Fernando III en el mes de abril de 1.247. Con el título de Villa, fue donada por Fernando III en el repartimiento de Sevilla, a la Orden de Santiago, pero pasó en 1.252 al señorío de la iglesia de Sevilla. La villa contribuyó en diferentes ocasiones a los gastos de la Corona en tiempo de los Reyes Católicos en el Ayuntamiento se conserva una carta de privilegio que otorgaron los Reyes a la villa. El primer Conde de Cantillana fundó cinco capellanías. El rey Felipe II la enajenó en 1.574 a los Vicentelos de Leca, Condes de Cantillana, cuyo palacio existió junto a la Iglesia. Si quiere conocer una imagen famosa y emblemática de este pueblo sólo debe preguntar a sus lugareños sobre como fueron famosos los barqueros y pescadores de Cantillana, algo que aún perdura en el recuerdo.

Muy similar a la anterior es la historia de la aparición de una talla de la Virgen en el sevillano pueblo de Badolatosa, a unos 130 kilómetros de la capital, cuentan las crónicas que fue un pastorcillo llamado Francisco Gómez quien vio sobre un lentisco un gran fulgor, apartó unas ramas y allí estaba la imagen de la Virgen, era un 8 de Septiembre de 1384. Asustado no se atrevió a cogerla y acudió raudo al párroco del pueblo a contarle su descubrimiento. El párroco acudió al lentisco con varios hombres y el pastor, tomaron a la Virgen y al llevarla al Templo notaron que no ya no estaba... Aquella imagen había vuelto al lentisco entre árboles y ramas, ante la “negativa” de la Virgen de ser movida de lugar se erigió allí mismo una ermita en honor a la “Virgen de la Fuensanta”.

En Cantillana se rinde culto a la “Pastora” ,se trata de la Divina Pastora de las Almas, título que inició y fomentó el Venerable Padre Fray Isidoro de Sevilla, capuchino, según cuentan por inspiración del cielo, las crónicas del Convento de Capuchinos narran, que estando Fray Isidoro embelesado y enfrascado en sus oraciones, se le manifestó la Virgen con traje de Pastora, mandándole la diera a conocer así al mundo. En base a todo ello funda hermandades o rosarios públicos con ese título, siendo la primera de ellas, la establecida en 1703 en la iglesia de Santa Marina, en Sevilla. A esta seguirán otras en distintos pueblos de la Archidiócesis, como Carmona, Utrera, Jerez de la Frontera. Alonso Morgado ,bibliotecario de la Dignidad Arzobispal de Sevilla dice ,sobre toda esta febril tarea implusadora, que: “no menos célebre fue la de la Villa de Cantillana, por los años de 1720, señalándose desde su instalación hasta nuestros días, por su fervor y entusiasmo religioso, hacia la Divina Pastora, entre todas las demás que hay noticia”. Su festividad es celebrada el 8 de Septiembre de cada año, es una cita a la que no debe faltar.

Las Cabezas de San Juan se encuentra a unos 50 kilómetros de Sevilla ubicado estratégicamente en lo alto de un cerro, desde su ubicación, se divisa una zona de suaves colinas, acotadas al Este por las estribaciones de las Sierras Sub-Béticas y la Sierra de Gibalbín, y cercanas a la desembocadura del río Guadalquivir. El punto de origen de la actual población de Las Cabezas de San Juan se estableció sobre lo que hoy en día se conoce como “El Cerro Mariana” .Dicen que desde el asentamiento primegenio de esta localidad sevillana se podía avistar el litoral de un complejo puerto con salida al mar, conocido como Golfo Tartésico y posteriormente como Lacus Ligustino.

Pero visitamos Las Cabezas de San Juan por un motivo aparentemente mariano: la aparición en el tronco de un árbol de lo que se suponía que era la silueta de la Virgen María. La noticia causó furor y muchos se desplazaron con sus automóviles hasta aquel lugar solo por ver a la “Virgen”, todos confluían en la carretera o camino de la estación, a escaso kilómetro del pueblo, para ver a la “Virgen del Tronco” de Las Cabezas de San Juan.

Antonio José Rojas, del diario local “El Cabeceño» indicaba a distintos medios de comunicación: “Por la noche fuimos allí y la primera imagen llama la atención es que si te alejas un poco ves la imagen de una mujer. Es como si vieras la forma de una Virgen, con una especie de manto...sin corona alguna tan solo un tocado..., incluso en su regazo se observa la cara de un ser adulto con barba...sin ningún tipo de dudas...»

Aparece que el origen de esta “aparición” se debió al paso de un camión que provocó la rotura de una rama del propio árbol, la rotura ocasionó una “herida” en el tronco esta curiosa forma al descubierto.

Curiosamente, cercano al lugar -en fechas contemporáneas a este suceso- se situaba el emblemático «El árbol de la mujer», ya desaparecido y el sucesos aparicionista vino a traer los recuerdos de aquel símbolo perdido. Quizás todo se deba a un curioso fenómeno óptico llamado extra-academicamente “padeidolia” y que es la capacidad del cerebro de relacionar formas con la de objetos conocidos y similares dando origen a estas curiosas casualidades.

En Las Cabezas de San Juan tampoco son ajenos a las leyendas urbanas y no en poco ocasión algún incauto ha creído ,o se ha dejado llevar, por los comentarios ,poco investigados y sólo apoyados en rumores, que hablan de una “chica de la curva” en la zona, o lo que es lo mismo: una autoestopista fantasmas o de sucesos análogos en el no lejano paraje del “Cerro del Fantasma”.

En Sevilla nos encontramos nuevamente, en las afueras de una popular barriada llamada Los Remedios, vecina de la independiente Triana. Es precisamente en las afueras no urbanizadas de un lugar llamado “El Mimbral” donde nos detenemos en esta ocasión, Corrían el final de los años 60, concretamente el 30 de marzo de 1968 cuando un pequeño joven acude a jugar junto con sus amigos a un profusa zona verde, desolada, y vacía. El chico de 12 años merodeaba en torno a una casa derruida de la zona cuando llama poderosamente su atención una esfera luminosa que asciende de un pozo cercano, de aquella forma de luz aparece una silueta humana que clava su mirada sobre aquel impresionado joven... Estaba solo, abandonado, merced de aquella figura de luz, sus amigos habían huido despavoridos mientras que nuestro protagonista que quedaba allí clavado de rodillas paralizado por el pánico y el temor. Tras elevarse la forma atravesó unos eucaliptos cercamos y desapareció. Los padres del joven, alertados por los amigos d este, acudieron a buscarlo o socorrerlo más él sólo atisbó a decir que se le había aparecido o un ángel del cielo o la Virgen María.

Los reyes también han caído en el influjo religioso y en advocaciones milagrosas en función de logros conseguidos. Fernando III “El Santo” era uno de ello, llegaba a tal punto su devoción que en cierta ocasión prometió levantar ,en agradecimiento,una ermita a la “Virgen de Valme” ,cerca de Dos Hermanas, tras ganar Sevilla en Reconquista, hecho que parecía casi milagroso, dado el mal estado de sus ejércitos y pese a ello sus huestes se batieron con valor y fuerzas inusitadas en noviembre de 1248 venciendo aquella dura batalla. Milagro o no la victoria fue del lado cristiano y así, desde entonces el tercer Domingo de Octubre se celebra la romería de la Virgen de Valme que conmemora este prodigio.


La ermita mandad a construir por Fernando III se situó en las tierras del llamado “Cortijo de Cuarto” y allí depositó igualmente el primer pendón arrebatado a los moros y actualmente se conserva en la Iglesia de Santa María Magdalena en Dos Hermanas.

Tradicionalmente se ha trasladado a Nuestra Señora de Valme a Dos Hermanas para paliar épocas de sequía, de epidemias y otras catástrofes. En 1859 se inauguró la nueva capilla y son los 7 kilómetros que separan Dos Hermanas del Santuario de la Virgen de Valme. Todo un prodigio y toda una promesa cumplida por parte de todo un rey conquistador.

Pasada la ocupación árabe y reconquistada Sevilla por el rey San Fernando, se consagró como catedral la mezquita mayor de la cual hablamos ampliamente en esta guía. Fue el Obispo Don Remondo quién entronizó una imagen de Nuestra Señora con el nombre de Santa María de la Sede, convirtiéndola en patrona de la sede episcopal.

Justa y Rufina, dos jóvenes mártires sevillanas fueron nombradas copatronas de Sevilla varios siglos después. Pero sucedió algo que debería cambiar el devenir mariano de la ciudad, corría el siglo XVII cuando se encuentra en el Reino de Aragón una imagen que estaba escondida en una cueva, junto a ella un escrito en el que rezaba así: «Soy de Sevilla, de un templo que hay junto a la Puerta de Córdoba», el caballero aragonés Mosén Tous que fue su descubridor la trajo a nuestra a Sevilla creyéndola oculta desde la invasión árabe. La Parroquia de San Julián era la más cercana a la Puerta de Córdoba y por ello allí quedó depositada, llamándosela como Nuestra Señora de la Ingesta debido a que hiniesta en aragonés es el nombre de la retama, y la imagen fue descubierta en un hoyo o cueva al pié de una retama. El Ayuntamiento de Sevilla queriendo honrar a esta imagen la hizo patrona suya y así que la “Virgen de la Hiniesta” no es patrona de la ciudad, sino patrona de la Corporación Municipal. Algo que muchos desconocen es que la patrona de Sevilla, de la ciudad, es la Virgen del Pilar, puesta por el primer Obispo y son las dos santas mártires sevillanas como lo fueron Santa Justa y Santa Rufina. Finalmente Patrona de la Archidiócesis Hispalense, es Nuestra Señora de los Reyes.

La “Virgen de los Reyes” es precisamente nuestra siguiente protagonista ya que un misterio también rodea a su imagen. Sobre ella hay una tradición y también leyenda que se ha extendido por toda la ciudad y que , nada más y nada menos, atribuyen su realización a los mismo ángeles.

Cuenta aquella leyenda, quizás real que con su componente milagroso y paranormal recogemos en esta guía, que el rey San Fernando tenía sitiada la ciudad para su conquista de manos árabes, estando en Tablada una noche meditando y rezando quedó adormecido y, según dicen, se le apareció la Virgen con un niño en brazos, aquella imagen le dijo: ”Fernando, por tu gran piedad, yo te prometo que habrás de conquistar a Sevilla”. Y Fernando III, el rey santo, mandó llamar a su capellán de campo, que era como el obispo don Remondo al que nerviosamente relató su experiencia mariana. Aquella vision se hizo realidad y el rey tomó o reconquistó Sevilla. Descansando en el Real Alcázar quiso el rey que sus escultores representaran aquella imagen vista en sueños pero la dificultad hizo que ningún artista lograra aproximarse a su belleza tal y como él la había visto en sueños.

El azar celestial quiso un día que tres peregrinos alemanes que hacían la ruta piadosa de Santiago de Compostela visitaran al monarca quienes le indicaron que eran escultores y que estaban en perfeccionando su arte visitando otros reinos. Fernando III facilitó el aprendizaje de los jóvenes quienes agradecidos replicaron: “Señor, en pago de vuestra acogida generosa, os queríamos hacer algún regalo. Si nos lo permitís labraríamos para vuestra capilla alguna imagen de la Virgen”. Se les facilitó los útiles de trabajar y se encerraron en una cámara del Alcázar, no deseaban ser vistos ni visitados por nadie pero una criada que movida miró por la cerradura vio que los tres extranjeros arrodillados cantando dulces plegarias en medio de un gran resplandor, y acudió a comunicarlo al rey. Se armó un gran revuelo en el palacio y el mismo rey fue a visitar a sus jóvenes artistas, al abrir la puerta de la cámara comprobó como sobre la mesa estaba terminada una bellísima imagen de la Virgen, que era exactamente la que el rey había visto en su sueño.

Cuentan que el rey abrió la puerta y al entrar le cegó el resplandor de una inmensa luz, en el interior de la misma estaba la Virgen que le sonreía los tres jóvenes escultores , pensó entonces que debían ser tres ángeles y que aquella imagen era un milagro del cielo. Por expreso deseo del rey santo dejó escrito en su testamento que al morir estuviera sepultado a los pies de Nuestra Señora de los Reyes, hoy la podemos encontrar en la Catedral, en la Capilla Real y bajo ella el cuerpo incorrupto del rey San Fernando.

Sin embargo para otros la imagen no sería más que un regalo Luis IX, rey de Francia, y primo de San Fernando. Todo ello obedece a que en las zapatillas que calza la se puede observar la flor de lis bordada que es el emblema de la Casa Real de Francia.