La aventura del misterio

San Jenaro: el misterio de los milagros de la sangre

San Jenaro fue obispo de Benevento; durante la persecución de Diocleciano, sufrió el martirio, juntamente con otros cristianos, en la ciudad de Nápoles, en donde se le tiene una especial veneración.

14 abr 2022 / 05:47 h - Actualizado: 14 abr 2022 / 05:47 h.
"La aventura del misterio"
  • San Jenaro: el misterio de los milagros de la sangre

San Jenaro, patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su fiesta, el 19 de septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los testigos que deseen asistir. (Mas sobre este milagro en la segunda parte de esta página)

Nápoles y Benevento (donde fue obispo) se disputan el nacimiento de San Jenaro y Benevento.

Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli, por orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo, diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber públicamente confesado su fe.

Cuando San Jenaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos y a darles consuelo y aliento en la prisión.

Como era de esperarse, sus visitas no pasaron inadvertidas y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que un hombre de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos.

El gobernador mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia. El obispo Jenaro, Festo, su diácono y Desiderio, un lector de su iglesia, fueron detenidos dos días más tarde y conducidos a Nola, donde se hallaba el gobernador.

Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar delante de su carro.

En Pozzuoli fueron arrojados a la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos últimos habían sido echados a las fieras un día antes de la llegada de San Jenaro y sus dos compañeros, pero las bestias no los atacaron. Condenaron entonces a todo el grupo a ser echados a las fieras. Los siete condenados fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para decepción del público, las fieras hambrientas y provocadas no hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin acercarse siquiera a sus presuntas víctimas.

El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de la violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los cristianos y a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados.

Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que, en el siglo quinto, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Jenaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Jenaro como su patrono principal.

Muchos se cuestionan la autenticidad de los hechos arriba mencionados y de la misma reliquia porque no hay registros sobre el culto a San Jenaro anterior al año 431.

Pero es significante que ya en esa época el sacerdote Uranio relata sobre el obispo Jenaro en términos que indican claramente que le consideraba como a un santo reconocido. Los frescos pintados en el siglo quinto en la «catacumba de san Jenaro», en Nápoles, lo representan con una aureola. En los calendarios más antiguos del oriente y el occidente figura su nombre.

El milagro continúa

Mientras que muchos se cuestionan sobre la historicidad de San Jenaro, nadie se puede explicar el milagro que ocurre con la reliquia del santo que se conserva en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles, Italia. Se trata de un suceso maravilloso que ocurre periódicamente desde hace cuatrocientos años.

La sangre del santo experimenta la licuefacción (se hace líquida). Ocurre cada año en tres ocasiones relacionadas con el santo: la traslación de los restos a Nápoles, (el sábado anterior al primer domingo de Mayo); la fiesta del santo (19 de septiembre) y el aniversario de su intervención para evitar los efectos de una erupción del Vesubio en 1631 (16 de diciembre)

El día señalado, un sacerdote expone la famosa reliquia sobre el altar, frente a la urna que contiene la cabeza de san Jenaro. La reliquia es una masa sólida de color oscuro que llena hasta la mitad un recipiente de cristal sostenido por un relicario de metal.

Los fieles llenan la iglesia en esas fechas. Es de notar entre ellos un grupo de mujeres pobres conocidas como zie di San Gennaro (tías de San Jenaro). En un lapso de tiempo que varía por lo general entre los dos minutos y una hora, el sacerdote agita el relicario, lo vuelve cabeza abajo y la masa que era negra, sólida, seca y que se adhería al fondo del frasco, se desprende y se mueve, se torna líquida y adquiere un color rojizo, a veces burbujea y siempre aumenta de volumen. Todo ocurre a la vista de los visitantes. Algunos de ellos pueden observar el milagro a menos de un metro de distancia. Entonces el sacerdote anuncia con toda solemnidad: «¡Ha ocurrido el milagro!», se agita un pañuelo blanco desde el altar y se canta el Te Deum. Entonces la reliquia es venerada por el clero y la congregación.

El 5 de mayo del 2008, reporteros de 20 canales de TV, entre ellos CNN estaban presentes en la catedral cuando ocurrió el milagro.

El milagro ha sido minuciosamente examinado por personas de opiniones opuestas. Se han ofrecido muchas explicaciones, pero en base a las rigurosas investigaciones, se puede afirmar que no se trata de ningún truco y que tampoco hay, hasta ahora, alguna explicación racional satisfactoria.

En la actualidad ningún investigador honesto se atreve a decir que no sucede lo que de hecho ocurre a la vista de todos. Sin embargo, antes de que un milagro sea reconocido con absoluta certeza, deben agotarse todas las explicaciones naturales, y todas las interrogantes deben tener su respuesta. Por eso la Iglesia favorece la investigación.

Fruto de las investigaciones

Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta reliquia, figuran los siguientes:

1 -La sustancia oscura que se dice es la sangre de San Jenaro (la que, desde hace más de 300 años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal que está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario) no ocupa siempre el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones, ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.

2 -Al mismo tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra una variante en el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una balanza rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a registrar una diferencia de hasta 27 gramos.

3 -El tiempo más o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar vinculado con la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera tenía una temperatura media de más de 30º centígrados y transcurrieron dos horas antes de que se observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas más bajas, de 5º a 8º centígrados, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a 15 minutos.

4 -No siempre tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado casos en que el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un color carmesí muy vivo, en otras oportunidades, su color es opaco y su consistencia pastosa.

Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la Iglesia no descarta que pueda haberlo. La Iglesia no se opone a la investigación porque busca la verdad. La fe católica enseña que Dios es todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación. Pero la Iglesia es cuidadosa en determinar si un particular fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural.

La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación en la búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.

Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera de toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a la alabanza. En el caso de los santos, el milagro también tiene por fin exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de su elección y las maravillas que El hace en los humildes.

El Cardenal Crescenzio Sepe de Nápoles anunció que en el 2009 un grupo de científicos investigará la milagrosa reliquia.

Los milagros de la sangre: Una visión científica

Como he comentado San Genaro fue arzobispo de Benevento. En 305 de nuestra era, el emperador Dioclesiano lo condenó a ser expuesto y morir por animales salvajes. La condena parece no haber funcionado y por ello fue finalmente decapitado junto con otros clérigos, convirtiéndose en mártir y después en santo de la iglesia católica romana.

Sus restos sufrieron una larga historia de traslados y ocultaciones. En el siglo V, San Genaro fue declarado patrono de Nápoles. En 1337, fueron instituidas celebraciones en su honor. Hasta esa fecha no se tiene constancia de que el milagro de la licuefacción ocurriese.

Es en el diario de un ciudadano anónimo de Nápoles que aparece el primer relato: «En el día decimoséptimo [de agosto de 1389] hubo una gran procesión para celebrar el milagro realizado por Nuestro Divino Señor con la sangre de San Genaro. La sangre, que está guardada en una ampolla, se volvió líquida tal como si estuviera en el cuerpo vivo de Genaro aquel mismo día». En la misma época surgió la leyenda de que una mujer habría recogido la sangre del mártir cuando fue decapitado.

Existen dos ampollas con sangre, una contiene algunas gotas, la otra está llena hasta 2/3 de su capacidad, ambas se encuentran dentro de una caja de vidrio sellada la cual está dentro de una bóveda en la iglesia Capella del Tesoro en la ciudad de Nápoles.

Tres veces al año la sangre es expuesta para la veneración: el sábado que precede al primer domingo de mayo (fiesta del traslado de San Genaro), el 19 de septiembre (celebración que recuerda su martirio) y el 16 de diciembre (fiesta que lo celebra como patrono de la ciudad). Durante estas ceremonias sus participantes invocan al santo y piden el milagro. En mayo la sangre es llevada desde el Duomo hasta la iglesia de Santa Chiara donde se licua. En septiembre la licuefacción se produce en el Duomo y las ampollas son expuestas al público por 7 días para que las besen; algunos testigos afirman que durante las noches la sangre solidifica, pero al día siguiente vuelve a licuarse después de rezar nuevamente.

En diciembre la bóveda es abierta y si la sangre se encuentra líquida, las ampollas son exhibidas. La superstición (aunque no la Iglesia) afirma que es mal augurio que el milagro no ocurra, la última vez que eso aconteció fue en 1987 cuando un intendente comunista fue elegido en Nápoles.

¿Como explicar semejante fenómeno sobrenatural? Incluso para un creyente esta pregunta tiene sentido ya que el Dios creador del Universo no podría oponerse a sus propias leyes, las Leyes Naturales, porque sería negarse a sí mismo. Puede objetarse a este razonamiento que nuestro conocimiento de la naturaleza está lejos de ser completo.

Convengamos, sin embargo, que existe una larga relación de historias que dan cuenta de engaños introducidos con mala o buena fe, con la intención de aumentar la credibilidad del pueblo, la mayoría de ellos acontecidos hacia fines de la Edad Media. Auténtico o falso el milagro de la sangre de San Genaro, la verdad debe ser única, y el deber del ser humano es encontrarla.

Sabemos que la sangre una vez coagulada no se licua naturalmente. Los testigos dan cuenta de que ningún proceso químico o físico es realizado sobre las ampollas que contienen las reliquias.

Ellas apenas son manipuladas, o sea, retiradas de la bóveda, trasladadas, mostradas al público, en síntesis, son sometidas a una suave agitación mecánica. Algunas substancias tienen la propiedad de licuarse cuando son agitadas y solidificarse cuando están en reposo, esta propiedad es llamada tixotropía.

En 1991 Luigi Garlaschelli de la Universidad de Pavia, Franco Ramaccini de Milán y Sergio Della Sala del Hospital San Paolo de Milán publicaron un artículo en la revista Nature en el cual describían la propiedad tixotrópica de una substancia que bien podría reproducir los fenómenos relatados. A fines del siglo XIX, el profesor Albini de la Universidad de Nápoles, ya había sugerido una mezcla tixotrópica cuyo color asemejaba al de la sangre de San Genaro. Sin embargo esta mezcla no conseguía mantener sus propiedades durante más que un corto tiempo y además usaba entre sus componentes chocolate, que fue introducido en Europa después de 1492.

En el trabajo de Garlaschelli se obtiene una solución coloidal de Hidróxido de Hierro, FeO (OH), para su preparación es necesario cloruro de hierro (FeCl3), carbonato de calcio (CaCO3) y cloruro de sodio (NaCl) además de agua destilada.

Las tres primeras substancias se encuentran fácilmente en la naturaleza, la primera en lavas volcánicas, la segunda en la piedra caliza, la tercera es sal común. En cuanto al agua destilada, bien puede ser sustituida por agua de lluvia. El problema del método de Garlaschelli es que usa una técnica llamada diálisis para generar la solución. La diálisis es un proceso similar al colado, sólo que el colador tiene agujeros del tamaño de poros. Garlaschelli la usa en este caso para remover el cloruro férrico y de calcio sobrantes. La técnica en si no requiere de gran sofisticación, y hasta pueden emplearse intestinos de animal como membrana porosa, pero lo cierto es que su uso recién fue establecido en el siglo XIX.

Sin embargo Van Helmont, médico y químico belga (1577 - 1644) demostró experimentalmente que la sal diluida en agua puede pasar a través de una vejiga. Probablemente no fue el primero en observar el fenómeno. Y es sabido que Hipócrates, usaba fieltro como filtro de agua. Obviamente que todos estos argumentos no pueden demostrar que la técnica fuera conocida en el siglo XIV cuando se relata por primera vez el milagro de Nápoles. Por eso es que Garlaschelli preparó una segunda mezcla sin el uso de la diálisis.

Las propiedades de la solución 1 (usando diálisis) son extremamente parecidas a las de la sangre de San Genaro, con suaves movimientos, como los que un sacerdote podría realizar, ya se licua. Tiene además un color muy semejante. La solución 2 (sin diálisis) también mostró propiedades similares, sólo que como su purificación no fue completa al no haberse empleado diálisis, se deteriora más rápidamente.

De todas formas es bueno notar que los tests sufridos por ambas sustancias son bastante más intensos que los delicados movimientos y el cuidado especialísimo a que las ampollas veneradas son sometidas. Un segundo test realizado por Michael Epstein y el propio Garlaschelli en 1992, fue obtener el espectro de las substancias y compararlo con los de la sangre de San Genaro obtenidos en 1902 por un grupo de científicos.

Ambos espectros mostraron características similares, y los dos, se parecen de manera genérica al espectro de la sangre. Un espectro es la firma de una substancia, es decir, es único y así debería permitir discernir entre sangre humana y sangre sintetizada. Pero el método es indiscutible sólo cuando se cuenta con equipo suficientemente potente y cuando la substancia estudiada está completamente aislada.

Ambas características están ausentes en el experimento de 1902, primero porque aún no se empleaba fotografía para registrar los espectros, segundo porque la solución no fue retirada de las ampollas y así la observación se encuentra contaminada por el vidrio de estas y de la caja que las contiene.

En la reproducción de aquel estudio de 1902 realizada por Epstein y Garlaschelli, se tuvo en cuenta estos hechos y se empleó un espectroscopio similar a los de principios del siglo XX colocando las muestras dentro de vidrios semejantes a los producidos en el siglo XIV.

La respuesta final al milagro de la sangre de San Genaro sólo ocurrirá cuando la Iglesia autorice el estudio de las substancias dentro de las ampollas. En ese sentido se mostró colaboradora cuando permitió los análisis del Sudario de Turín, durante siglos considerado como la saya que cubrió al cadáver de Cristo y rodeado de gran misterio desde el inicio del siglo XX. De todas formas, aún de demostrarse que la sangre es en realidad una gelatina tixotrópica, difícilmente conoceremos la historia de su origen, su inventor, y sus propósitos.