Á.S.

Dicen que recordamos el 1% de las cosas que palpamos, el 2% de lo que oímos, el 5% de lo que vemos, el 15% de lo que degustamos y el 35% de lo que olemos. Quizás por eso, el hotel Silken Al-Andalus Palace ha decidido que sus huéspedes no se vayan sin llevarse consigo su propio aroma, el que han creado inspirándose -no podía ser de otra manera estando ubicado en Sevilla- en la flor del azahar.

Afirman desde el hotel que cada uno de sus rincones huele a Sevilla en primavera -ahora es normal, lo raro es que estemos en enero-, lo que permite que los clientes lo disfruten también con el olfato. Cuentan también que con la técnica que han utilizado -Aroma Marketing se llama- no sólo consiguen que los huéspedes se lleven un grato recuerdo del hotel sino que también incide en el ánimo de los empleados.

Pero ¿a qué huelen los hoteles? Pues al parecer cada uno a una cosa porque lo que hace el Aroma Marketing es utilizar olores específicos de un entorno de negocio con el fin de suscitar emociones y sensaciones determinadas para influir en el comportamiento del consumidor. El objetivo es conquistar uno de los sentidos más sensibles del ser humano -y que está muy poco explotado comercialmente- provocando una asociación inmediata entre el aroma y el producto (hoy es un hotel mañana puede ser cualquier cosa) que se quiera promocionar. Nada nuevo si se tiene en cuenta que algunos estudios aseguran que un aroma puede relajarnos, calmarnos, estimularnos, seducirnos... o que podemos distinguir e identificar más de 10.000 aromas diferentes que quedan grabados durante un tiempo en nuestra memoria.

La elección del azahar por parte de la empresa que ha creado el aroma propia del Al-Andalus no es casual ya que ninguna ciudad del mundo huele a azahar como huele Sevilla.

Pero si lo del aroma no funciona, siempre pueden llevarse algún recuerdo de los seis restaurantes que tiene el Al-Andalus, de algunas de las habitaciones de diseño -son de Victorio & Lucchino- o ¿por qué no? el jabón de toda la vida.