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El espionaje pasa factura a Rajoy

La trama de espionaje en Madrid está ganando el pulso a la crisis económica. Lastre contra lastre. Si la economía ha pasado factura a Zapatero, lo mismo está haciendo la crisis interna del PP con su líder, que ha bajado en las últimas encuestas.

el 15 sep 2009 / 21:58 h.

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C.W./ Agencias

La trama de espionaje en Madrid está ganando el pulso a la crisis económica. Lastre contra lastre. Si la economía ha pasado factura a Zapatero, lo mismo está haciendo la crisis interna del PP con su líder, que ha bajado en las últimas encuestas.

Los datos macroeconómicos, cada día menos halagüeños, y el aumento del paro parecen no bastarle al PP para ganar en popularidad. El presidente del Gobierno ha acusado en los últimos meses la crisis económica y el descontento y la preocupación ciudadanos han hecho mella en su imagen. Sin embargo, su caída en los sondeos ha sido neutralizada por una nueva ruptura en el PP, que ha hecho lo propio con Rajoy.

El presidente popular prometió hace unos días que mantendrá unido al partido y animó a sus dirigentes a tener "altura de miras" y dejar de mirarse al ombligo. Todo ello, se entiende, con el objetivo de aprovechar la coyuntura económica y presentarse como alternativa al Ejecutivo del PSOE. Pero lo cierto es que la fractura en el partido, que supuestamente se cerró en el Congreso Nacional de junio, no ha cicatrizado bien y los nuevos enfrentamientos entre Génova y el Gobierno de Aguirre amenazan con hacer crónica la herida.

Una encuesta publicada por el diario Público el pasado viernes revela un nuevo desplome del PP. En sólo 30 días, los populares han perdido 2,2 puntos de voto estimado (llegando al 36,7%, según el periódico) y la diferencia con los socialistas alcanza los 3,5 puntos, idéntica a la que separó a ambos partidos en las elecciones generales del año pasado. Esta caída, además, empieza a constituir una tendencia y podría ser aún mayor si el PSOE no estuviera cayendo también.

Por su parte, El País publicó el mismo día un sondeo encargado a Metroscopia que revela que, a un mes de las elecciones en Galicia y el País Vasco, la distancia entre PSOE y PP en intención de voto está ya en 7,6 puntos. En las últimas generales, la diferencia era de la mitad.

Nadie en el PP se atrevió a valorar estos datos, mientras que la división interna se hace cada día más obvia. Hace ya diez días que El País publicó la primera información sobre la supuesta red de espionaje en Madrid y el PP aún no se ha puesto de acuerdo sobre cómo responder a ella. El presidente ha encargado una investigación a la secretaria general, María Dolores de Cospedal, mientras que Esperanza Aguirre presiona a Rajoy para que no se lleve a cabo. La presidenta de la Comunidad de Madrid echa balones fuera y señala a su eterno rival, el alcalde de Madrid, por una supuesta unidad parapolicial al margen de la Policía en el Ayuntamiento de Madrid.

Paralelamente, el consejero de Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, supuesto instigador de la trama de espionaje, desvela que él mismo ordenó una investigación interna la misma semana en que El País empezó a hablar de espionaje. Cada uno a lo suyo. Diez días llenos de contradicciones camufladas por abrazos y buenas palabras. Abrazos como el que se han dado Gallardón y Aguirre en sus últimos encuentros.

Buenas palabras como las de la presidenta madrileña, que pone "la mano en el fuego" por todos sus funcionarios, o De Cospedal, que dice creer a los dirigentes del Gobierno de Madrid que le aseguran que no existe una red de espionaje.

En estas circunstancias, cada uno en el PP se desahoga como puede. El viernes, Rajoy agradeció el apoyo de los compañeros y dirigentes del partido porque es algo que le "anima, reconforta" y le "da gasolina para seguir funcionando durante mucho tiempo".

Mientras tanto, los miembros del partido que nada tienen que ver con el lío madrileño se cansan de la situación. El portavoz adjunto del PP en el Congreso de los Diputados, Alfonso Alonso, confió también el viernes en que su partido pueda "superar todo el ruido generado en una parte determinada del partido" y, al igual que hizo antes el presidente del PP, Antonio Basagoiti, se mostró "harto".

En campaña. Pero siempre puede ser peor. Si el descubrimiento de una trama de espionaje dentro de un Gobierno regional es, ya de por sí, desagradable, más molesto aún resulta en plena precampaña electoral. Ayer Mariano Rajoy participó en un acto con Antonio Basagoiti en Vitoria, y allí intentó contrarrestar los efectos de la división interna con sus armas de costumbre: Acusar al PSOE de ser culpable de la crisis y de echarse en los brazos de los nacionalistas por intereses electorales. Así, advirtió de que su partido, al contrario del PSOE, no se coaliagará con los nacionalistas ni será su muleta, sino que seguirá "dando la cara". Además, acusó al Gobierno de gastar "a troche y moche" mientras las familias sufren la crisis.

Pero también los socialistas están aprovechando la coyuntura. Por eso la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, opinó que "nada es más lamentable que ver a quienes aspiran a llegar a liderar el país refugiarse en la política hecha de oscuridad, de recelos y de cámaras ocultas".

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