Cofradías

«El plan B solo tenía sentido en el acuerdo de rotación trienal»

Félix Ríos. Hermano mayor del Gran Poder Dos años llevaba la hermandad persiguiendo la compra de tres pisos para ampliar sus dependencias.

el 22 feb 2015 / 10:55 h.

Félix Ríos, hermano mayor del Gran Poder, posa junto al monumento levantado a Juan de Mesa en la plaza de San Lorenzo. / Manuel Gómez Félix Ríos, hermano mayor del Gran Poder, posa junto al monumento levantado a Juan de Mesa en la plaza de San Lorenzo. / Manuel Gómez

Los hermanos del Gran Poder están convocados este martes a un cabildo general extraordinario para aprobar la adquisición de tres inmuebles en la plaza de San Lorenzo que supondrán la incorporación de casi 300 metros cuadrados a las actuales dependencias de la hermandad. Su compra permitirá dotar de dependencias dignas a la Bolsa de Caridad.

—Es la primera gran adquisición patrimonial que se plantea la hermandad desde que adquirió el edificio donde hoy se levanta la Basílica. ¿No es así?

—Efectivamente. Desde entonces sobre la casa antigua de hermandad de la calle Hernán Cortés se han ido haciendo distintas modificaciones. Esa casa ha sido de todo: desde una escuela para niños sin recursos, vivienda del capellán, sala de cabildos, etcétera, hasta su actual uso. Si bien la Basílica es suficiente para la actividad cultual y devocional, el espacio para vida de hermandad nació escaso y sigue escaso. No es ya por tener una estancias más amplias, sino porque verdaderamente necesitamos más espacio para crecer en vida de hermandad.

—¿Qué planes tienen para darle uso a esos inmuebles?

—De momento, vamos a comprarlos. En este mandato, que acaba en 2016, es difícil que a esta junta le dé tiempo a plantear ese tema. La idea es elaborar un proyecto global de aprovechamiento de las distintas dependencias, las adquiridas y las existentes, y que conforme a ese proyecto haya una ejecución por fases a medida que las disponibilidades de la hermandad lo vayan permitiendo. Sí es verdad que hay una urgencia, la de habilitar un espacio digno para atender a quienes acuden a la Bolsa de Caridad, ya que ahora esperan en la plaza de San Lorenzo y hay que mejorar esas condiciones.

—Se habla también de un almacén de enseres y una zona para reuniones…

—Básicamente, estaríamos hablando del local en planta baja que conecta con la Basílica. Es cierto que las tres urgencias actuales son las dependencias para la Bolsa, un almacén para enseres y una zona donde puedan reunirse el grupo joven, las mujeres del taller de costura y colectivos de la hermandad. Pero esa es mi idea, que está subordinada al proyecto global de reordenación de las dependencias.

—¿Serán necesarias muchas obras de adaptación?

—Salvo uno, que está habitado, son inmuebles que llevan en desuso bastante tiempo. No nos importa porque, en cualquier caso, obras había que hacer. Las obras ya se irán definiendo cuando encarguemos el proyecto.

—La hermandad celebra este año el 50 aniversario de la bendición de la Basílica. ¿Ha convocado ya el concurso de ideas previsto para el remate ornamental del templo?

—Bueno, lo cierto, es que la adquisición de estos tres inmuebles y la implicación económica que tiene nos ha hecho pararnos un poquito y revaluarlo todo a la luz de las disponibilidades de la hermandad para ver qué podemos abarcar. En principio seguimos con las mismas ideas. Antes de Semana Santa lo dejaremos todo cerrado.

—¿Sigue siendo la Basílica un templo frío?

—Para solventar esa cuestión es por lo que habíamos planteado recurrir a profesionales mediante un concurso de ideas para su remate ornamental, acudiendo a perfiles que abarcaran, por así decirlo, distintos estilos.

—¿Estaríamos hablando de obras arquitectónicas de calado o de meros adornos?

—No lo sé. En el borrador de las bases del concurso lo que salvamos es el retablo del Señor, sus lámparas votivas, el viacrucis y la estructura arquitectónica general. A partir de ahí, habrá libertad para que cada cual aporte la solución que entienda correcta.

—¿Tan difícil es que seis hermanos mayores se pongan de acuerdo para solucionar la Madrugá?

—El crecimiento que ha tenido y que previsiblemente va a tener la jornada en cuanto a número de nazarenos y la constricción horaria que tiene ciertamente hace complicada cualquier solución con visos de continuidad. Solución para un año pues hay varias. Y es difícil llegar a acuerdos cuando hay alguna posición inamovible. Si todo el mundo acude con generosidad, dispuesto a aportar, seguro que se alcanza. Confío y estoy seguro en que nos pondremos de acuerdo.

—Da la impresión de que el que ceda, pierde, como le sucedió al Gran Poder tras el colapso de 1966.

—Nosotros nunca nos hemos quejado años atrás de la cesión que hicimos decidiendo regresar por un recorrido antinatural que nos obliga a dar un rodeo de 900 metros más. Nosotros en su momento tuvimos una responsabilidad: éramos la cofradía más numerosa de la jornada, se arrastraba un problema de cuatro o cinco años atrás y asumimos nuestra responsabilidad poniendo generosamente la solución encima de la mesa. Nunca nos hemos quejado de ello, lo que hemos dicho es que ya más allá no podemos ir. Esperamos y confiamos que la generosidad que tuvo entonces la hermandad del Gran Poder sea compartida por el resto de hermandades. No se puede hablar de perder nunca si se hace en beneficio de seis hermandades y de que siga siendo esa noche la más hermosa del año.

—En todo caso, la aspiración de su hermandad estriba únicamente en recortar en tres cuartos de hora su entrada en el templo.

—Pero no por una obsesión, sino porque esos tres cuartos de hora los soportamos parados. Esa solución que adoptamos en el 67 que nos permitía, si bien dando un rodeo de 900 metros, volver a nuestro ritmo hoy no es posible. Si no es posible por ahí, habrá que buscarla por Francos o por donde sea posible.

—¿Ve más cercano el acuerdo o la imposición del Plan B del Consejo?

—Se habla de un plan B y el plan B no tiene ni pies ni cabeza. Eso era una de las alternativas que solo tenía su sentido en el marco de la rotación que planteó el anterior delegado como modo de superación de determinadas posiciones que no se movían. Fuera de eso, carece de sentido porque es desproporcionado e injusto. Dicho esto, estoy seguro de que alcanzaremos un acuerdo, incluso el que supusiera el mantener un año más el statu quo. Creo que lo que es más importante ahora es que se mantenga la concordia entre las seis hermandades, más allá de la urgencia. A veces, con todo este proceso, se nos va un poco el foco: los problemas que existen no son tan urgentísimos como para que haya que resolverlos este año.

—En 1620 se cumplen 400 años de la hechura del Señor. El decreto de salidas extraordinarias les impediría sacar el Señor a la calle…

—Yo acabo mi mandato en 2016. Me pilla lejos hablar a tantos años vista. Solo tengo certeza de una cosa, de que en 2020 el Señor celebrará su cuarto centenario con los devotos, como lleva haciéndolo estos 395 años.

—Su hermandad puede presumir de presentar sus cuentas a Palacio y de contribuir al Fondo Común Diocesano, ¿no es cierto? 

—El presentar las cuentas sí, la colaboración con el Fondo la comenzamos el año pasado. Hasta entonces colaborábamos con otra institución diocesana como era Cáritas y el señor arzobispo nos indicó que, siendo necesaria la colaboración con Cáritas, también lo era con la Iglesia diocesana.

—Contribuir con Cáritas es «devoción» mientras que hacerlo con el Fondo es una «obligación», precisa el arzobispo.

—Yo distinguiría más entre obligación moral y obligación legal. Líbreme Dios de corregir a mi señor arzobispo, pero no considero que el ejercicio de obras de caridad sea una mera devoción, sino ciertamente una obligación derivada de nuestra propia naturaleza y de la exigencia del Evangelio. Las hermandades no deberíamos hacer distinciones entre moralidad y legalidad cuando hablamos de estas cuestiones.

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